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Una noche
Imagen de la película Una noche.
 

24 de junio de 2014 | CULTURA - CINE |

Una noche - una película que prefiero olvidar

La película promocionada, publicitada y galardonada, Una Noche, de la joven directora británica Lucy Mulloy llegó a Suecia, dos años después de la premier. Ninguna cinta recién salida del horno precisamente, pero con una reputación, además, de ser una "febril" e intensiva descripción de La Habana y sus habitantes - casi un documental - y trasmitir una verdadera imagen de la vida y la gente en la capital cubana.

 

Por: Maria Sandblad

 

En la realidad es un producto irritantemente amateur, sin dramaturgia ni identificación o grandes actuaciones - simplemente una película mala. Más bien 90 minutos de nerviosas carreras por aquí y por allí con escenas sexuales asquerosas intercaladas, repugnantes interiores, jóvenes inadaptados - en chozas en ruinas y en cocinas de restaurantes que parecen mataderos - cuyos sueño más grande es pasearse en un automóvil deportivo y están dispuestos a entregar la vida por la oportunidad de hacerlo en Miami al otro lado del estrecho.

Cómo lograron pensar toda esta miseria que se ve en las imágenes, es para mí un enigma, ya que La Habana, a pesar de sus edificios y barrios descascarados, es una de las ciudades más bellas del mundo. Eso lo saben todos los que han estado ahí.

Cómo incluso hicieron mostrar que las personas enfermas de Sida están solas en sus casas muriéndose, cuando no están prostituyéndose para juntar dinero para las medicinas necesarias, ¡es algo completamente increíble! ¡Cuando Cuba (entre los países con menos cantidad de contagiados de VIH en el mundo, con una constante campaña de prevención) pertenece a los pocos países que dan atención de primera clase a los VIH positivos y enfermos de Sida sin que les cueste un centavo! Pero eso no lo saben los reseñadores que se tragan el anzuelo y se espantan de "que terrible es Cuba en la actualidad ".

Lo que más me molestó fue, sin embargo, cómo la protagonista, que falta a la escuela (una estudiante), la película entera anda corriendo por ahí en su uniforme escolar, cada vez más desaseado - la blusa blanca, la pañoleta, la corta falda plisada. El mismo símbolo del sueño por el que se ha luchado en Cuba desde mediados de los años 1800 y que tantos, especialmente jóvenes, han sacrificado sus vidas antes que fuese un derecho garantizado después del triunfo de la revolución en 1959. La escolarización, la educación y el conocimiento, lo que nos da nuestra dignidad humana y la valentía a de mirar a todos a los ojos. ¿Por qué mancillar a lo que todavía es un sueño inalcanzable para tantos, de todos los pobres en el mundo, por un auto deportivo en Miami?

Lo que la película no cuenta es que la mayoría no sabe que EE.UU. prohíbe la entrada legal a los cubanos al mismo tiempo que les da automáticamente permiso de residencia a los cubanos, que precisamente - igual que a los jóvenes en la película - intentan llegar allí en balsas peligrosas, y sin visas. ¿Por qué nadie tiene compasión por los jóvenes mexicanos que no tienen un auto deportivo, ni Internet que funcione y a quienes les disparan cuando intentan entrar a EEUU a través del Río Bravo? ¿O a los indigentes haitianos que son rechazados cuando finalmente logran llegar arrastrándose a tierra en Miami, si sobreviven la travesía? ¿O a los adolescentes jamaicanos que no tienen dinero para viajar a donde quieran, o a los millones de jóvenes pobres en Latinoamérica que entran directamente en la miseria como criminales o prostitutas analfabetos, sin la menor posibilidad de una vida distinta a su alcance?

Una Noche es una catástrofe - tanto artísticamente como humanamente - debido a su denigración de logros únicos de un país del tercer mundo. Si la película no hubiera sido una bofetada tan fuerte en contra de Cuba y a la altura de la imagen mediática prevaleciente, nunca habría tenido ni distribuidores ni habría sido premiada en festivales -ni aquí ni en ninguna otra parte. A ustedes que la han visto o han pensado verla -recuerden que tiene la misma cantidad de verdad como si un director de cine de visita, hubiese hecho un "documental" sobre Estocolmo centrándose en la vida y la gente de Malskillnadsgatan y Plattan.

Con la diferencia de que la situación de la drogadicción y criminalidad en La Habana es una brisa en comparación con Suecia. Y que Cuba, a pesar de su estrecho marco y el bloqueo comercial de EE.UU. de hace 50 años, se ha mantenido firme contra el avance y la devastación de los capitalistas de riesgo y se ha negado a vender las escuelas y hospitales a empresas con sede en Jersey, a ellos que han destrozado nuestro bienestar. ¿Por qué es más chévere esto, que la salud pública y la educación gratuita para todos? Como en Cuba.

 

 

 

EN SUECO:

EN NATT I HAVANNA - en film jag helst vill glömma

 



 
 
 
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