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Calll Girl
Afiche de la película Call Girl.
 

26 de noviembre de 2012 | CULTURA - CINE |

Carl Girl es una película cobarde

El director y guionista de "Call Girl" golpea y niega que golpea con el mismo ímpetu. La película es una grave acusación de un crimen, sin pruebas convincentes y por lo tanto es una grave ofensa. El debut del largometraje de Mikael Marcimains "Carl Girl" tuvo una muy buena acogida de parte de la prensa este fin de semana. Karoline Eriksson de SvD le dio 5 de 6 puntos y constata que la película "es magnífica, inteligente y muy dura". Lo es en muchas formas: como película es difícil de olvidar. Pero también es cobarde y probablemente culpable de levantar calumnias.

Fuente: SVD/Martin Jönsson. Crónica. 12-11-12. Traducción: Magazín Latino

El debut del largometraje de Mikael Marcimains "Carl Girl" tuvo una muy buena acogida de parte de la prensa este fin de semana. Karoline Eriksson de SvD le dio 5 de 6 puntos y constata que la película "es magnífica, inteligente y muy dura". Lo es en muchas formas: como película es difícil de olvidar. Pero también es cobarde y probablemente culpable de levantar calumnias.

La discusión de calumnias se trata por supuesto, de Olof Palme. Su hijo Mårten ha sostenido, mucho antes que la película se estrenara, que en esta su padre es acusado de haber pagado por tener relaciones sexuales con una menor de edad. La guionista, Marietta von Hausswolf von Baumgarten, rechaza completamente la crítica y ha dicho que "es pura ficción, que no se trata de una persona real". El director Marcimain ha dicho "que se puede interpretar como él, claro que se puede hacer. Pero para mí él tiene más un valor simbólico, no es necesariamente Olof Palme".

¿Se puede interpretar al anónimo primer ministro de Magnus Krepper en la película como Olof Palme? Sí, sin duda. Pero una pregunta más interesante es: ¿Se puedo dejar de hacerlo? Ahí la pregunta no es tan sin dudas. "Primer Ministro" no es una vaga figura simbólica. Por el contrario, el rol contiene una serie de rasgos de la época extremadamente claros que todos apuntan hacia un mismo lado. Se trata del vestuario, la voz, la retórica, escenas y hasta citas directas, como el famoso comentario después de la pérdida de las elecciones en 1976 sobre que ahora iría a casa a "comer pyttipanna/picadillo" . Nadie que no sepa algo de Palme puede ver "Carl Girl" y creer otra cosa que no sea que es él el retratado en la película.

El argumento de que es ficción es aún más hipócrita si se lee el libro que ha sido la fuente de inspiración más importante para la guionista: "El escándalo del burdel" de Deanne Rauscher, Gösta Elmquist y Janne Mattsson. La película no se trata de cualquier muchacha y hombres poderosos: por el contrario sigue el bien detallado escándalo que documenta el libro, sobre todo en lo que se refiere a dos muchachas de 14 años. No se mencionan nombres, pero el guión sigue prácticamente al pie de la letra los fundamentos documentales.

En "El escándalo del burdel" está el primer ministro en la lista de hombres que compran sexo. Una de las dos muchachas mencionó también a Palme por su nombre en una conferencia de prensa hace cinco años atrás. Sin embargo nunca se ha podido presentar ningún apoyo a las acusaciones. Sin embargo se repitenb - o "se asocian", si uno va a creer a Marcimain -ben la película.

Bueno: ¿Es calumnia a un difunto? Mi reacción espontánea después de la película es: sí, absolutamente. Es una grave acusación de violación, sin pruebas convincentes y por lo tanto un gran agravio a Palme. Y mientras Marcimain y otro solo hagan referencias a que es ficción no pueden ni siquiera argumentar sobre el tema de una posible demanda judicial. No pueden demostrar que la publicación es verdadera y relevante mientras persistan en sostener que la película no refleja la realidad.

Ahí es donde está la cobardía. Dan golpes y niegan que lo hagan con la misma fuerza. Pero enfocarse de tal manera en Palme pierde también la posibilidad que la película conduzca a un debate sobre el poder, la hipocresía y la vulnerabilidad que dicen querer lograr. Ahora el punto en la mira se ha transformado en otro completamente y no hay nadie más a quien culpar que a ellos mismos.

Martin Jönsson es jefe de la sección Cultura de Svenska Dagbladet.

 

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