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Tomas Tranströmer

El poeta sueco laureado con el Premio Nobel de Literatura 2011, Tomas Tranströmer, abril 2011. Foto: Sarah Hurni-Åsberg. Cortesía: Regeringen.

 

10 de octubre de 2011 |CULTURA

¡Por fin Tranströmer!

ESTOCOLMO: Este año el Nobel de literatura se queda en Suecia. La Academia Sueca se libera del trauma producido hace casi cuarenta años atrás, cuando el galardón le fue concedido a dos escritores nacionales que eran miembros de la misma academia. La decisión fue tan criticada, que desde entonces se ha dicho que ningún sueco puede recibir el preciado galardón. Hasta ahora, cuando los 18 miembros deciden liberarse de esta maldición y le otorgan el premio a uno de los poetas más queridos en Suecia y más conocido internacionalmente, traducido a más de cincuenta idiomas. Los críticos literarios, redactores culturales y amantes de las letras están de fiesta: la larga espera ha llegado a su fin y el premio se lo lleva legítimamente un gigante de las letras, un maestro de las metáforas.

Por: Marisol Aliaga

Hay veces en que uno se encuentra muy a gusto en este frío país del norte. La época de los Nobel es una de esas, sobre todo cuando se da a conocer el favorito de todos, el premio que se otorga a los genios de las letras. Personalmente pasé años sin saber que cualquier persona podía ingresar a la Casa de la Bolsa (Börsshuset), en la Ciudad Vieja, y ver al secretario permanente de la academia anunciar el nombre del laureado con el Premio Nobel de Literatura el primer jueves del mes de octubre. Todos los años, a las 13.00 horas en punto.

Y, desde hace un tiempo, cada vez que puedo asisto a este singular evento, como el pasado jueves, cuando decidí llegar con una hora de anticipación, decisión muy acertada, ya que al parecer, cada año más y más personas se dan cuenta de lo mismo, y la Sala de la Bolsa se repleta cada vez más de gente, tanto de periodistas como de público en general.

Segundos antes de la una en punto (los suecos son extremadamente puntuales), un funcionario pide silencio absoluto, y el murmullo que ha ido en aumento cesa de inmediato. Se abre la pesada puerta blanca con ribetes dorados y el secretario permanente de la academia, Peter Englund, se ve misteriosamente risueño, lo cual me hace pensar, ¿Tranströmer? Luego dice el nombre, tan rápidamente y seguido de tanta algarabía, que no logro entender lo que dice, por lo cual le pregunto a la asistente de la televisión sueca, que está a mi lado: "¿Quién?". "Tomas Tranströmer", me dice, al oído, la única forma de escuchar algo, y yo exclamo, sin darme cuenta: "¡Yes!" haciendo un gesto de triunfo, como si se tratara de un partido de futbol.


 

 

Y es que la espera ha sido larga, demasiado larga. Tomas Tranströmer ha sido candidato al Nobel por unos veinte años, y, sobre todo esta última década, un número de periodistas se apostan en el edificio donde vive, en el barrio sur de Estocolmo, esperando que sea este el año.

Seguidamente botan los ramilletes de flores a la basura, y se vuelven a sus redacciones, con la cola entre las piernas. Para el poeta mismo el primer jueves del mes de octubre cada año debe haber sido una tortura, o, al menos, bastante desagradable.

 

Hasta este año. El poeta y su señora se disponían a escuchar en la radio el nombre del elegido por la Academia, cuando poco antes de la una de la tarde, el teléfono suena en la casa de Tomas y Monica Tranströmer. Era el secretario permanente de la academia, y, ¿para que llamaba, sino para comunicar "aquello"? Monica contesta, y luego de hablar brevemente le pasa el teléfono al poeta, diciendo: "¡Tomas, ha ocurrido…!". Peter Englund ha pronunciado las palabras mágicas, y una espera de largos años tiene, por fin, un final feliz.

Lo más típico de la obra de Tranströmer es, tal vez, su concreción, y la Academia Sueca motiva también el galardón en pocas palabras:

El premio Nobel de literatura 2011 ha sido otorgado al poeta sueco Tomas Tranströmer "por ofrecernos, en imágenes densas y diáfanas, una nueva vía de acceso a lo real", escribe, en un comunicado.

 

Tomas Tranströmer

El poeta en su juventud. Foto: Svt.

 

Tomas Tranströmer proviene de una familia no acomodada y se crió junto a su madre, al separarse tempranamente sus padres. Los veranos los pasaba en el archipiélago de Estocolmo, junto a sus abuelos maternos y es allí donde nace su interés por la naturaleza y los insectos, al igual que otros poetas. Ya a los 23 años debutó con primera antología, titulada "17 poemas", la cual causó revuelo en el mundo de la cultura en Suecia. Sin embargo, no confió nunca que podría vivir de su arte, por lo que ya al tiempo de su debut, ya estudiaba sicología literatura, en la universidad de Estocolmo. Más tarde trabajaría muchos años, siempre teniendo la poesía como su acompañante, pero sin ganarse la vida con ella.

Tranströmer se ha caracterizado siempre por ser un intelectual de bajo perfil y discreto. Carece de la vanidad tan típica de tantos literatos o "literosos"; como los llamaba su laureado colega, Pablo Neruda, y de la melancolía etílica y solitaria de generaciones anteriores.

"Tomas Tranströmer no necesita una boina, sus poemas no necesitan una profundidad falsa. Su poesía no le da la espalda a la sociedad, ya sea en un sentido idiomático o social…", escribe el jefe de cultura del matutino Dagens Nyheter, Björn Wiman, y agrega:

"Por esto el Premio Nobel de este año es, principalmente, un triunfo para la poesía como forma de vida, por su capacidad de iluminar experiencias y condiciones de vida de las personas comunes y corrientes. Tomas Tranströmer logra, mejor que la mayoría, la tarea básica de la literatura, el mostrar la realidad de un modo completamente nuevo – legible, comprensible, maravilloso".


El otoño de 1990 Tranströmer sufrió una apoplejía, la que derivó en una afasia. En la actualidad solo puede decir un par de palabras. Una ironía del destino, el maestro de las palabras era privado de ellas. Monica, su compañera de toda una vida, traduce pacientemente, en entrevista tras entrevista y con infinito amor cada gesto que el poeta realiza y completa las frases y las ideas que él solo comienza.

Sin embargo, su enfermedad no significó el fin de su producción y, a los seis años después publica "Góndola fúnebre", donde se enfrenta la enfermedad y la muerte. Especialmente el tema de la muerte es recurrente, en su obra. Su publicación más reciente en español es de 2004, "El gran enigma", una antología de 45 haikus.

Pero en sueco se han publicado otras obras, la más reciente, con motivo de cumplir los 80 años, se publicó este ano una antología con poesía y prosa de los años 1954 al 2004, en una bella edición donde el reverso de la portada se encuentran imágenes de sus insectos favoritos: las cucarachas. Como dato curioso se puede acotar que uno de estos insectos lleva ahora su nombre, una cucaracha "Strömaniana".

La apoplejía tampoco hizo mella en su otra pasión: la música. "Tomas quería ser músico, cuando joven", explica su señora, en una entrevista. Cada día el poeta octogenario interpreta bellas piezas musicales al piano con la mano izquierda, y se cree que una forma de que de todas maneras se realice la conferencia Nobel que los laureados acostumbran ofrecer sea justamente la lectura de sus poemas, acompañada del vate al piano.

¿Dónde comenzar?

Para quien no conoce la obra de Tomas Tranströmer, todos coinciden en lo mismo: se puede comenzar en cualquier parte, aunque vale hacerse la pregunta de si Peter Englund tiene la razón al afirmar que "Su obra puede leerse en el transcurso de una tarde".

 

 

El escritor, crítico literario y editor, Björn Linnell, comenta el Premio Nobel de Literatura 2011, Tomas Tranströmer, para Magazín Latino. Directamente después del anuncio de Peter Englund ,en Börssalen, en la Academia Sueca el jueves 6 de octubre.

Björn Linnell kommenterar Nobelpriset i literatur 2011, Tomas Tranströmer from Marisol Aliaga on Vimeo.

 

 


 
 
 
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