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Omar Pérez Santiago
El escritor chileno Omar Pérez Santiago con un antiguo afiche de una tertulia literaria en Suecia. Foto: Radiodelmar.cl.
 

03 de agosto de 2012 | CULTURA |

"Tranströmer camina a nuestro lado en los cerros de Valparaíso"

Entre el cementerio y la ex cárcel, está la residencial Dinamarca, en Valparaíso. Desde ahí, con el escritor Omar Pérez Santiago, caminamos por la curvilínea avenida Alemania, pasando por la plaza Bismark, hasta llegar a La Sebastiana, el centro cultural que fue la casa de Pablo Neruda.

Es el sábado 21 de julio, y Pérez Santiago presenta su libro con traducciones de poesía del Premio Nobel 2011 Tomas Tranströmer y otros poetas suecos, además de varios relatos acerca de estos vates nórdicos. Valparaíso está luminoso, atardece y desde los cerros vemos como comienza a llegar la noche. Mientras subimos mirando el laberinto de escaleras, pasajes y palafitos porteños, conversamos acerca de la vida, la poesía, la universalidad y Tranströmer.

Fuente:  Radiodelmar.cl. Patricio Igor Melillanca

"Tranströmer, Introducción para inquietos", es un libro práctico y simple, y fundamental para entender la poesía sueca y como se mueve el universo literario en el país que entrega el Premio Nobel. Pero también para introducirse a esta teoría que plantea Omar Pérez: las placas tectónicas de la poesía.

Mientras hacemos nuestra primera parada en el Centro Cultural Cárcel, nos tomamos unas fotografías y Pérez afirma que el día está como él se siente: luminoso y agradecido, especialmente de "Cinosargo Ediciones y especialmente a su director y escritor Daniel Rojas Pachas".

"Daniel es un joven talento que ha logrado crear una nueva realidad literaria en Arica y que se comprometió con este proyecto de libro y quedó muy bien editado", afirma Pérez.

Suena el teléfono móvil: es el poeta Sergio Badilla quien será uno de los presentadores junto a otro chileno que estuvo en Suecia, Juan Cameron, también poeta y porteño. Badilla dice que ya se encuentra en La Sebastiana, que nos esperará ahí.

Cámeron y Badilla, no sólo conocen la poesía sueca, también conocen personalmente a algunos de sus protagonistas que aparecen en el libro. Ellos mismos, poetas de reconocido talento, son parte de la literatura sueca, por los menos estos últimos 20 o 30 años.


Omar, ¿cómo y porqué llegaste a Suecia?

- Bueno, quizás esta historia debería comenzar cuando estudié en la Universidad de Chile, en la escuela de Ciencias Políticas, una escuela célebre, al menos para mí, donde tenía amigos inolvidables y valientes que ahora deseo recordar, como José Bomcompte o Jaime Caldés. Pepe y Jaime eran muchachos que sonreían siempre y ellos creían que vendrían días en que todo lo que habíamos visto hasta entonces, sería de otra manera. Pepe y Jaime murieron en resistencia a los agentes de la dictadura política militar. Eran inteligentes y eran valientes y yo los admiraba por eso. Y luego el aparato del terror empezó a buscar a otros compañeros de la escuela de Ciencias Políticas. Yo había terminado mis estudios y estaba haciendo la práctica y de pronto la casa de varios de nosotros fueron ocupadas militarmente una misma madrugada. Yo ya no estaba en casa. Pero mi padre y mi hermano fueron secuestrados. Era el terror como práctica política. Y yo estuve meses sin poder salir a la calle en casa de amigos, ayudados por gente valiente, gente honrada y valiente, que arriesgaba su vida y la de su familia, por tenerme en su casa. Muchos amigos, gente valiente, una comunidad de gente que uno sabe que valen mucho y que se la jugaron y que yo no olvido, y que ahora también quiero recordar, pues hay que conservar esa memoria solidaria. Y así después de un largo tiempo tenso y frenético, frente a un riesgo general para mi amplia familia y mi entorno, nos preparamos para entrar a la embajada Venezolana. Fue una acción con "publicidad" como se dice ahora. No queríamos desaparecer en el control informativo del aparato monopólico de la violencia. De ese modo nadie quedaría sin enterarse que podría haber pasado con nosotros. Entonces planificamos entrar a una fiesta diplomática donde estaba todo el cuerpo diplomático. Llegamos con invitaciones falsas, con trajes de gala. Nos vimos en la obligación de falsificar invitaciones y conseguir ropas de fiesta, para finalmente poder instalamos en el centro del salón y gritar muy fuerte que éramos perseguidos políticos por el régimen de Pinochet. Se formó un gran escándalo y nuestra preocupación se hizo más intensa cuando el cuerpo de seguridad comenzó a moverse alrededor de nosotros. En ese momento el Embajador de Venezuela, Enrique Astuburruaga, se nos acercó, y nos dijo: '"Acompáñeme si no quieren que llame a la policía". Al final estuvimos largo tiempo dentro de la embajada, la dictadura se negó a darnos salvoconducto, pero al fin pudimos salir del país y de allí, luego de varios meses, llegué a Suecia.


Y ¿cómo fue la llegada a Suecia, al otro lado del mundo?

- Llegué a Suecia un frío día de invierno. Había nieve y estaba oscuro. Algo realmente mágico. Al otro día, a las 8 de la mañana, ya estaba estudiando el idioma, con un profe muy amable que era además Testigo de Jehová y con el que terminé siendo amigo. ¡Cáspita! ¡Cómo me cambió la vida! Intenté en mis tiempos libres a aprender a patinar en el hielo, con poco éxito y algunos porrazos.


¿Y, aparte de los patines y el idioma, como te vinculaste al mundo literario sueco?

- Luego estudié en la vieja Universidad de Lund, una ciudad universitaria en cuyo centro está la hermosa catedral románica del siglo 11. Y con una callecitas por dónde transitan cientos de jóvenes bellas. Y más luego fundé una pequeña editorial, Aura Latina, que aún existe, con ediciones bilingües, donde adquirí el hábito de las traducciones y sus correcciones. Los años 80 fueron para mí unos años de agitada vida literaria. Había un núcleo muy interesante de artistas latinoamericanos y una serie de escritores chilenos. Por las tardes me sentaba en el café Siesta, en una esquina de Langgatan. El Café Siesta lo regían entonces dos suecas muy simpáticas: Kerstin y Anna. Hablaban un español muy andaluz, habían vivido un tiempo en España. El chico Gastón de Temuco, protomapuche, vivía al frente en un segundo piso, y acostumbraba a cruzar la calle también a tomar café en el Siesta. Como se ve, el destino había decidido que el Café Siesta se convirtiera en el centro cultural de una trupp de latinoamericanos (Julio Nomhausser, Rubén Aguilera, Jesús Ortega, Jorge Calvo y Juan Cámeron).

- A veces viajaba en tren el poeta Sergio Badilla o yo mismo viajaba a Estocolmo. Por las tardes, y los sábados por la mañana, charlábamos con damas, mientras bebíamos café y comíamos kakor, pasteles muy gustosos. Y además me había vinculado con la Malmöligan, escritores suecos que promovieron un renacimiento literario, inspirados en una fuerte influencia danesa. Los traduje y se publicó una antología de ese grupo, La Pandilla de Malmö. Una época pasada muy intensa y caliente que recuerdo con afecto y que se vio reflejada en mi libro gozoso de cuentos "Memorias eróticas de un chileno en Suecia".

- Cada fin de semana organizábamos actividades artísticas en el Fredman de la Folkuniversitet que dirigía nuestro amigo Ingmar Holm. No era sólo que convocáramos a los cientos de chilenos que viven en Suecia, si no también al activo movimiento cultural sueco, como se puede ver en un afiche que conservo sobre una actividad con la gran escritora Sun Axelsson, donde además hicieron lecturas los poetas Juan Cámeron y Sergio Badilla.


¿Tranströmer ya era conocido en Suecia, como llegaste a él?

- En los años 80 se articuló un activo grupo de jóvenes escritores latinoamericanos en Suecia, escritores traductores. El poeta uruguayo Roberto Mascaró con el poeta tucumano Mario Romero traducen a Tranströmer, y lo publican en una antología de poetas suecos en 1985, "La nueva poesía sueca". El poeta chileno Sergio Badilla ronda también a Tranströmer, y se deja influenciar por él. El argentino Cristian Kupchik hace sus avances, y publica unos cuadernillos. Recuerdo que en julio de 1986 tres poetas viajan en tren desde Estocolmo a Malmö, Roberto Mascaró, Sergio Badilla y Raúl Zurita. Después de seis horas de viaje, yo los estaba esperando en la estación y nos fuimos a almorzar a una pizzería. Ese agitado fin de semana en Malmö, uno de los temas de conversación con los poetas traductores, fue la poesía de Tranströmer.

- Luego, el año 1987, en un pequeño bar del barrio viejo de Malmö, Tomas Tranströmer inauguraba los días de la poesía que organizaba cada año su amigo y compañero de generación, Lasse Söderberg, pilar de la poesía en Malmö, traductor de fuste. Esa noche que lo conocí en Malmö el poeta Tranströmer se levantó, y desde un rincón del lugar leyó con seguridad y con el acento de Estocolmo uno de sus más famosos poemas: "Los recuerdos me miran". Se hizo un silencio. Supe de inmediato que estaba frente a un poeta admirable. Sentados casualmente cerca, intercambiamos palabras. Tranströmer tenía entonces 56 años, y era amistoso, sencillo y cálido. "Su poesía tiene cierta afinidad con Jorge Teillier, un poeta chileno", le comenté. Me pareció que el poeta del paraíso perdido tenía algo del poeta de la naturaleza mística: la apelación a la memoria.

- Esa noche también estuvo Lasse Söderberg, gran amigo de Tranströmer, quién traía la literatura en su ADN. Su padre Sten Söderberg era escritor y su madre Irmgard Pingel fue traductora de literatura, entre otros de dos premios Nobeles, Camilo José Cela y Octavio Paz. Y durante la infancia, su madre mantuvo una apasionada relación con Artur Lundkvist. Artur Lundkvist fue uno de los escritores suecos más interesados en salir a buscar el mundo y tempranamente viajó a Latinoamérica y conoció directamente a escritores como Pablo Neruda, Jorge Luis Borges y Carlos Drummond de Andrade. Esos espíritus cosmopolitas legaron a Lasse Söderberg sus deseos de salir al mundo. Lasse Söderberg heredó de ellos su voluntad de introducir literatura de rango mundial a Suecia.
En la ciudad vieja de Estocolmo, se reúnen en el subterráneo del restauran Tunneln en Vasagatan 7, y fundan allí el Klubb Metamorfos en 1951.
En fin, la fiesta con todos esos poetas suecos continúa hasta altas horas de la noche, bebimos, recitamos poesía, cantamos y escuchamos jazz.


Omar, hemos conversado en otras ocasiones de tu teoría de Placas Tectónicas de la Poesía y por lo que has dicho recién parece ser que estás explicando ese planteamiento. ¿Podrías señalar cuál es lo central de esa teoría en desarrollo?

- Yo creo que el desplazamiento conceptual más importante de la Teoría de la Placas Poéticas quizás sea la idea de un éter poético universal como un medio a través del cual circula la poesía. Esto es, líneas poéticas de diferentes regiones, aparentemente lejanas, o de otro tiempo, convergen en terrenos comunes. La Poesía es vista definitivamente como una galaxia, un cuerpo flexible y coherente. Y en ese campo o espacio poético no es local o regional, tampoco un corte cronológico con el pasado. Es una masa viva plástica en continúo movimiento. He publicado la primera parte, que es una introducción más teórica, y luego se publica la segunda parte que incorpora una aplicación práctica indicativa de las placas poéticas. Y debería constituirse un programa de largo aliento de investigación de las placas poéticas, un nuevo paradigma.


En Introducción para inquietos hablas sobre "La Placa Tranströmer," explícanos un poco eso.

- Sí. La Placa Tranströmer es una corteza poética donde predominan algunos pliegues o lóbulos relevantes como el simbolismo, el surrealismo y el imagismo, punto de inicio de los poetas de la generación del 50. Sus antecedentes son los poetas suecos de los años 30: Karin Boye, Gunnar Ekelöf, Hjälmar Gullberg y Eric Lindengren. La Placa Tranströmer se fue formando en esas dimensiones implicadas e interdependientes. Su angiografía muestra el recorrido de neuronas, arterias y venas y se estructura en la poesía del silencio de los años 50, de una generación sueca busquilla y cosmopolita donde se encuentra: Lars Forsell, Lasse Söderberg, Sun Axelsson, Lars Gustavsson. Es Placa poética poderosa y en expansión y que está determinada a predominar la galaxia poética por un tiempo largo. Los poemas de Tranströmer sobre la fugacidad de la vida - el Memento mori, la finitud, la vida pasajera - son lúcidos, serenos, tensos y auténticos. La capacidad de hablar con sus recuerdos, sus propios cementerios, es una canción envolvente para los que ya no están. Está dicho: Tranströmer no escribe sobre la muerte, escribe sobre los muertos. Recordar es un tributo a nuestros propios muertos y revela la importancia fantasmal que ellos tienen en nuestras vidas. Entonces, Tomas Tranströmer es una de las grandes placas tectónicas de la poesía mundial. Un gran poeta del amor, un poeta erótico con velocidad y elegancia. También es partícipe del amor espiritual, una poesía del momento como una oración secular.


¿Y hay misticismo en este poeta?

- No es raro que Tranströmer tenga influencias místicas, sobre todo de naturaleza mística. La esencia de la poesía sueca, la mejor poesía sueca, es la poesía mística. Esa visión no ha trascendido a todo al mundo, por el dominio que tuvo la poesía descreída e irónica, la poesía concretista y coloquial y política de los años 60 y 70 en Suecia - como en todo el mundo. Pero, al final, ha resurgido triunfante la mejor poesía sueca, una poesía compacta como un diamante. Tomas Tranströmer se alza como incomparable.

 

 

 

 
 
 
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