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07 de mayo de 2012 | COLUMNA |

Entrevista fallida con final feliz

Por: Jorge Romero (*)

Vivo en Noruega desde hace muchos años y he desempeñado los más diversos oficios menos el que me corresponde.

Periodista de profesión, recibí cierto día como el maná una llamada telefónica desde las oficinas de Inter Press Service, IPS. Se me invitaba a cubrir en este país las informaciones y hechos de carácter general que fueran de importancia para los lectores hispanos del mundo.

Era la oportunidad que había esperado durante mucho tiempo y que con mi patológica manera de dejarme estar no había buscado. Se me ha ido la vida cretinamente pensando que puedo hacer muchas cosas sin hacer prácticamente ninguna.

Había escrito un par de asuntos puntuales para la Agencia, de manera que pensé, con esa forma de sentirme superior al resto, que era ni más ni menos que un reconocimiento a mis capacidades profesionales.

-No faltaba más. Ahora sabrán quien soy - dije en voz alta en la soledad tristona de mi cuarto, mientras me paseaba manos a la espalda en los pocos metros disponibles.

En ese momento me sentí como saliendo a flote del ahogo permanente de todos estos años. Como al abrir la puerta de una enorme cárcel oscura y respirar por fin aire puro. Sin haber hecho nada por conseguirlo, sentí sin embargo que significaba un poco de justicia al sufrimiento del exilio y a la persona concreta que era yo.

- Aquí hay que sentirse como de la familia - dijo el redactor jefe de IPS, entregándome el Libro de Estilo de la Agencia al tiempo que me dejaba libertad de elección en los temas a tratar.

Salí de allí mirando despectivo a los transeúntes, sin un cobre en los bolsillos, con la ropa de siempre y el estómago a media tripa, pero con la sensación de que era poco el aire para mis pulmones.

-Sí, sí... Ahora sabrán quien soy los que me han mirado con lástima, los que creen que uno es ignorante porque no sabe el idioma noruego, los que han hablado mal de mí, los vecinos que miran como indulgentes, los amigos en Chile, la familia, la parentela toda que perdió la confianza y que ve creo que con agrado la desgracia ajena.

No fue difícil elegir el primer tema. Tenía todos los elementos necesarios para tratarlo. Era un asunto de actualidad que conocía bastante bien y que estaba relacionado con Noruega en más de algún sentido.

En la zona del Alto Bío-Bío, un caudaloso río en el sur de Chile, en cuya ribera habita el pueblo pehuenche desde tiempos inmemoriales, se habían comenzado a construir una serie de represas con préstamos del Banco Mundial. Las consecuencias medioambientales y el daño irreparable al ecosistema de la zona eran un hecho que preocupaba, no sólo a los indígenas afectados y a organizaciones y personalidades chilenas, sino que había trascendido las fronteras y era tema de discusión y análisis en Europa y particularmente en Noruega.

Aucán Wilcamán, líder del Consejo de Todas las Tierras, la organización mapuche con más prestigio en Chile, había visitado Escandinavia dando a conocer la problemática del pueblo que representa y en contrapartida una representante del Parlamento Same había estado en Temuco, invitada por el Consejo a participar en el Tercer Tribunal Mapuche y a conocer en terreno la realidad actual de los indígenas chilenos.

Personalmente no hacía mucho que había regresado de Chile después de vivir algunos meses con ellos. Había tenido una larga conversación con Wilcamán, me había relacionado tanto con Renace como con el Grupo de Acción por el Bío-Bío, las organizaciones no gubernamentales que más concretamente apoyan la causa mapuche, tenía documentos recientes tanto del Senado como de la Cámara tratando el tema y no había ninguna dificultad para entrevistar a Maret Guttor, la representante same que estaba de regreso.

El sindicato de la empresa noruega Kvarner había manifestado su desacuerdo a que la firma participara en esa construcción de represas y el propio gobierno se había visto en la necesidad de desmentir la participación oficial en tal sentido.

No podía haber mejor y más oportuno tema para mis ambiciones. Lo podía tratar en profundidad, darle un carácter humano, universal. Podía contribuir de manera mucho más concreta de como lo hacían mis compatriotas con banderitas y panfletos mal redactados, a la causa mapuche, con el respaldo de una agencia noticiosa con prestigio internacional y con un artículo que llegaría a más de sesenta ciudades importantes en el mundo entero.

- Sí, sí... Ahora sabrán quien soy los que se reúnen hasta las doce de la noche a discutir huevadas, los que quieren irse a vivir con los mapuche sin saber siquiera lo que son los piñones. Los que redactan panfletos como si el Banco Mundial les hiciera mucho caso... -Vamos..., a trabajar se ha dicho. El mundo espera artículos de tu pluma, Jorge.

Larga me resultó la crónica. La releí varias veces antes de presentársela al jefe zonal de la Agencia. Suprimí algunas comas y varias – y -, cuya tendencia a usar es algo que debo remediar y me di por satisfecho. Me había cerciorado minuciosamente de que todo estuviera en orden y no había más que hacer.

Al día siguiente al llegar a la oficina, el Jefe me hizo pasar a su despacho. - Desde Roma llegó un cable -, dijo señalándome un asiento. - Piensan que eres un buen periodista y escritor. Sólo que estaba un poco larga la crónica. Si el tema da para una serie de artículos es mejor tratarlo por partes. Es lo que señala el Libro de Estilo. Pero creo –añadió - que hay posibilidades para ti en el futuro.

- Ya lo sé... ya sé que soy un buen periodista y escritor. Pero ¡carajo!, me había olvidado del Libro de Estilo y es indispensable saber exactamente lo que la Agencia quiere y cómo lo quiere…

Esa misma noche, después de una sopa frugal y un pedazo de pan duro, me senté a trabajar. Me había sido entregada la versión en inglés del Libro de Estilo pero no me dejé amilanar por el desconocimiento del idioma y comencé a descifrar las primeras reglas. A las tres de la mañana tenía traducidas las dos primeras páginas y tuve que reconocer que así no caminaba el asunto.

Pedí una llamada de larga distancia y hablé con mi hermano que vive en Escocia:

- Compadre... estoy en un apuro... un apuro agradable... Tengo pega en una Agencia Internacional de Noticias y estoy chocando con el inglés. Necesito que me ayudes con el Libro de Estilo. Te enviaré fotocopia de las diez o veinte primeras páginas para tener la traducción correcta. No puedo fallar en esto... ¡Es muy importante!

Por esos días, mientras esperaba impacientemente la respuesta de Escocia, empecé a preparar mi siguiente trabajo: el presidente chileno Patricio Aylwin vendría a Noruega y evidentemente era yo quien tendría que cubrir la noticia. Habría conferencia de prensa y era lógico que como chileno tuviera el deber de manejar la situación de mi país con soltura, con base, con antecedentes concretos, con informes de primera mano. También con un lenguaje que hiciera volver la cara a los demás corresponsales y periodistas.

- Ahora sí que doy el batatazo -. No podía venir en mejor momento el presidente Aylwin. Su gira por Escandinavia y su estadía en Noruega me daban la oportunidad de darme a conocer entre los colegas europeos. – Lo que yo afirme y pregunte en esa conferencia les hará ver que saben poco-. – Mierda, ¡carajo!... A leer compadre, a buscar antecedentes, a trabajar…

 

La Embajada Chilena en Oslo me hizo entrega del programa oficial que cumpliría el primer mandatario. Luego me encerré a leer, a investigar, a pensar, a gozar anticipadamente del triunfo.
Leí diarios viejos, entrevistas concedidas por Aylwin a diversos medios en diversas épocas de su vida política. Encontré contradicciones, promesas no cumplidas, desconocimiento de algunos problemas técnicos relacionados con la construcción de represas hidroeléctricas. Revisé la Constitución Política del 80 de Pinochet y un texto comparado entre ésta y la Carta Fundamental de 1925. Leí pasajes de La Araucana, libros de historia de diversos autores. Revolví cajones y baúles en busca de revistas y documentos de antaño.

En mi fiebre por reunir el máximo de antecedentes no dormí durante varios días e incluso me encontré leyendo apuntes que nada tenían que ver con el asunto y hablando en voz alta:

- Señor Presidente, soy Jorge Romero de Inter Press Service. Tengo dos preguntas iniciales que voy a fundamentar corto y preciso...

Aprendí bastante y, ojeras aparte, podía recitar artículos completos de la Constitución y había memorizado datos estadísticos indesmentibles sobre la realidad política, social, económica y cultural de mi país.

Envié varios fax a Chile solicitando información de última hora y creo que fui el único periodista que consiguió, el mismo día que fueron enviadas, las cartas que tanto el Parlamento como el Sindicato Same habían hecho llegar al Ministerio de Relaciones Exteriores noruego, planteándole sus preocupaciones por los mapuche y pidiendo que el tema de las represas fuera discutido con Aylwin durante la visita.

Conseguí incluso, y esto era ya el colmo de un trabajo periodístico a fondo, una carta "confidencial" dirigida por José Bengoa, Director de la Comisión Especial de Pueblos Indígenas, al abogado José Aylwin, hijo del mandatario frente al cual tendría ocasión de plantear mis interrogantes.

Gasté la alfombra en paseos nocturnos mientras tomaba notas y anotaba fechas y nombres. Leí sesiones completas del Senado y la Cámara de Diputados, documentos de Renace, del Grupo de Acción por el Biobío y otras organizaciones no gubernamentales. Me interesé por todo lo que había ocurrido en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, leí cables de todo tipo, protestas varias.

Me enteré de que Chile le había declarado la guerra al Japón durante el conflicto mundial el año 42 y que ahora había votado en contra de la moratoria a la caza de ballenas en el Pacífico Sur, en Kioto.

Me sorprendí haciendo discursos y preguntas hirientes a miembros de la comitiva presidencial:

- ¿Por qué no se ha respondido señor ministro Silva Cimma al memorando que le presentamos hace más de un año?. ¿Qué se han hecho los dineros otorgados por Noruega como ayuda a los retornados, señor Jaime Esponda?. Tengo antecedentes que desmienten su buen uso..., etc., etc.

Tengo dos grabadoras pequeñas que puse en funcionamiento. Escuché casetes con entrevistas y declaraciones de personalidades chilenas que habían visitado Noruega en el último tiempo: el discurso de Enrique Silva Cimma drigido a la colonia residente, las declaraciones de Jaime Esponda, Director de la Oficina Nacional de Retorno, en su primera y pedigüeña gira por Europa.

Me relajé con Isabel Allende contando sus motivaciones literarias en el entonces Club 7 y me sorprendí escuchando en forma simultánea al cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy y al obispo Tomás González, encargado de la pastoral del exilio.

Normalmente no fumo pero por esos días tenía amarillentos los dedos, un gusto amargo en la boca y el corazón me palpitaba más rápido que de costumbre.

- A ver, a ver,… ¿Cómo encajo bien esta pregunta?

- ¿Cuáles son los temas que están en el tapete?

- Los presos políticos, la inamovilidad del comandante en jefe, los senadores designados, los pueblos indígenas, la construcción de represas en su territorio y el cumplimiento de acuerdos internacionales cuando se trata de minorías étnicas, las alianzas políticas y el giro paulatino del gobierno hacia la derecha. Las esperanzas frustradas de los cuatro millones de pobres que siguen pobres, los posibles cambios introducidos a la Constitución de Pinochet y, finalmente, la salida a la calle de soldados en uniforme de campaña con que el dictador había sorprendido por esos mismos días a la ciudadanía y a la opinión pública internacional.

- Tengo que documentarme, tengo que hacer lo justo, tengo que decir muchas cosas con pocas palabras. Síntesis compadre, síntesis y profundidad.

Me agencié un mapa de Chile para ubicar exactamente dónde está Quinquén, dónde nace el Bio-Bío, qué poblados hay a orillas de su curso, dónde están los terrenos de lo que era la Sociedad Galletúe que el gobierno compró en tantos millones de dólares, dónde se ubica la Colonia Dignidad y dónde es que van a cazar ballenas los japoneses y noruegos.

¿Tendrán derecho a voto en el futuro los chilenos residentes en el extranjero, como se ha comentado?

¿Hasta cuándo maman los burócratas de la Oficina de Retorno?

¿Por qué anda tan sorondo el ex jefe de la DINA Manuel Contreras comprando maderas en el sur de Chile?

A sesenta y cinco ciudades importantes del mundo llegaría mi trabajo y después la emprendería con Thor Heyerdahl, el legendario viajero y estudioso de culturas antiguas que se encuentra en Oslo. Sí, con él seguiría la racha. – Le sacaré cosas que nadie sabe y tal vez surjan afinidades y preocupaciones comunes...

- Vamos...cálmate Jorge. Haz una cosa primero y en orden. Ya habrá tiempo para más aciertos periodísticos. Por ahora tienes a ciento veinte personas que acompañan a Patricio Aylwin a gastar una buena mascada del erario nacional.

- ¿Puede un país pobre darse ese lujo?... Vamos, ordena bien esos documentos y prepara la artillería...

Saqué y sacudí la corbata que era ya un puro recuerdo de tiempos más elegantes. Lustré los zapatos, planché pantalones y camisa. Me di una ducha larga, larga y me acosté a dormir. Era el día anterior a la conferencia de prensa. A la mañana siguiente había conversa con Jaime Esponda, en el SAS hotel, naturalmente.

No pude dormir. Me pasé películas de todo tipo y finamente torné a pasearme de nuevo por el cuarto esperando que amaneciera. – Un casete con música, eso es lo que necesito. Música y un café bien cargado. Camina relojito... Ya sé que el tiempo es relativo, pero no me jodas...

Con la solidaria ayuda de un amigo compré casetes. Puse uno en cada grabadora y utilicé la más rasca [la de menos calidad] en la reunión con Esponda. La otra, mi grabadora Sanyo, que me ha sido fiel durante doce años la reservé para la conferencia con Aylwin.

Alguien que notó mi cansancio propuso que durmiera un poco.

- ¿Quién duerme en estas circunstancias?, fue mi respuesta.

- Las mías, mis circunstancias, el día "D". No más aseo mierda, no más pobreza. Y eso qué importa, ¡si la riqueza estará en el texto con tu nombre, para saborearlo durante varios días y a cada rato!...

Con una carta en el bolsillo especificando que el periodista Jorge Romero trabajaba para Inter Press Service me presenté en el lugar de la cita con el presidente. Me encontré de entrada con una colega que formaba parte de la comitiva y había estudiado conmigo la carrera en Concepción. Por ella supe que 22 profesionales de la prensa, la radio y la televisión acompañaban al mandatario. Nos saludamos efusivamente pero la despedida fue fría. Tan fría que no hubo.

Mi colega de Radio Minería no habría podido explicarme el porqué de tanto periodista en el avión presidencial. Yo sí tuve la explicación durante la conferencia: estaban allí para neutralizar a otros profesionales y – salvarle la campana - al Primer Mandatario en caso de preguntas conflictivas.

A la media hora de transcurrida la reunión, mi grabadora Sanyo en funcionamiento, levanté la mano. Me anotaron pero nunca me dieron la palabra. Tenía mis documentos en orden y sabía exactamente cómo debía argumentar antes de lanzar la pregunta. No me dieron la palabra porque transcurridos 45 minutos se terminó la conferencia a una señal del conferenciante.

"Pinochet no está sólo en casa", había dicho el presidente. "Hay un vicepresidente en mi reemplazo y un Congreso en funciones. Además, el gobierno no negocia con quien le debe respeto y obediencia".

Era todo lo que tenía del encuentro. No había puesto atención a las respuestas del presidente, preocupado como estaba de mis documentos y de no repetir alguna pregunta ya hecha. Además, la luz roja de mi Sanyo me indicaba que todo marchaba bien. Ya tendría tiempo de escuchar todo con calma. – Total, me dije, soy yo el que va a redactar la crónica y desde allí, desde IPS, podré plantear de todos modos las interrogantes. Tengo libertad de acción para ordenar el texto como mejor me parezca.

- El Libro de Estilo señala que no debo limitarme sólo a la noticia sino que debo profundizar. Debo escribir un documento. Tenía la cabeza llena de datos como para saturar. Pero no satures Jorge... Puedes hacer dos o tres artículos en serie, entregando un dato más, desmintiendo, aseverando, entregando nuevos antecedentes…

Me fui a dejar a dos colegas de Trondheim al centro de la ciudad y me despedí rápido. Tenía que trabajar, tenía que ordenar mis pensamientos, hacer un recuento del total y pautear. Ir subiendo de tono como en una pieza musical. Entregar esta circunstancia, enlazarla con aquel hecho relacionando esta idea con aquella...En fin, había llegado la hora de iniciar mi obra maestra.

Por qué calles iba nunca lo sabré. Alguien me saludó pero no le di pelotas. Sólo sé que al subir las escalinatas de la Estación Central me dispuse a escuchar la grabación. Tenía que hacerlo varias veces para tener el cuadro completo, para ordenar todo primero en la cabeza y luego desglosar, empezar a construir la obra.

Mi grabadora Sanyo, de la que ahora abomino, emitió un ruido desagradable, un miserable ronroneo que me detuvo en medio de las escalinatas que subía presuroso e ilusionado.
No lo creí... Abrí la tapa, cerré de nuevo, adelanté un poco la cinta, la invertí, sacudí el casete, golpeé la grabadora... y me siguió saliendo el mismo ruido espantoso, real y sufriente... Un castigo de Dios del que también renegué en ese momento. Tenía un nudo en la garganta... Saqué el pañuelo que restregué con rabia contra los ojales....

Llamé a mi ex mujer sin saber a ciencia cierta para qué y apenas pude hablarle. Creo que dije que necesitaba consuelo, alguien que me prestara su hombro para llorar. – ¿Qué pasa?, preguntó y le dije que tenía absoluta necesidad de verla. Por el tono en que lo hice debió pensar en una desgracia mayor y me invitó a ir a su casa.

La gente me miraba. Alguien habló de ayudarme mientras otros se reían. Me soné la nariz y me senté en un banco. Se me había caído la grabadora y yacía a mis pies, inservible. La pisé, le di un puntapié... y luego vino algo así como un relajo...como estar de pronto sin fuerzas cayendo a un abismo...

Lloviznaba ese día que había amanecido asoleado y hermoso.

Me soné de nuevo los mocos entre hipos y suspiros, recogí y guardé la grabadora en un bolsillo. Me sentía ridículo con esa ropa, con esa carpeta, con esos lápices en la chaqueta, con esas pilas de repuesto... Como gato mojado me sentía...

- ¿De dónde saliste, Periodista?, ¿Corresponsal?, ¿Entrevistador?... Ja, ja, ja... Y de nuevo unos lagrimones entre risas con llanto, más moco colgando y más rabia en contra de la técnica.

Mi ex mujer había dejado la casa abierta y una nota diciendo que regresaba pronto de una reunión en la escuela de nuestra pequeña hija. Mientras tanto sacando fuerzas de flaqueza y endureciendo el corazón comencé a escribir estas notas con la decisión ya tomada de enviárselas al editor de Inter Press Service a sus oficinas centrales en Roma.

- Tengo que contar el fracaso. Así como los grandes acontecimientos deben darse a conocer, las grandes derrotas no deben quedar en el olvido. Vamos, anímate Jorge, da a conocer tu caída... Te ganó la técnica... Tu fiel grabadora Sanyo abomina de casetes que no sean de su marca...

- Sí... cómo no...Allí estaba mi Sanyo para recordármelo: "Ya lo ves, no soy cualquier grabadora. Soy SANYO. Rechazo lo que no es de mi pedigree, lo destruyo...Ahora, sácame este casete inmundo que no me corresponde.

- Límpiame, ponme uno de mi marca y canta... Verás como recojo nítidos todos tus tonos...Soy la reina, la que necesitas, pero debes tratarme bien... De todos modos no te gustó mucho lo que se dijo en esa reunión, ¿verdad?... Anda, no te has perdido nada tan especial...Tal vez has ganado al no poder escucharlo...

Me levanté brusco, me alejé de ella como de un monstruo maligno y me fui a la cocina. En la mesa encontré una carta de Escocia con mi nombre. Leí las primeras líneas y no pude continuar: - Mi estimado, aquí van las primeras páginas puestas en español. Luego te enviaré el resto. ¡Tire pa'rriba socio!... ... Usted puede hacerlo...

Con los mejores deseos de éxito... Saludos.

- Gracias hermano...Usted hace bien las cosas... Usted cumple como Dios manda...

Pero resulta que en vez de un corresponsal brillante, de un periodista exacto, tiene usted por hermano a un atorrante del carajo, un pobre diablo al que una cagadita de máquina, de cuatro centímetros por ocho le cagó las ilusiones con su ruido espantoso, con su risita cruel desde un casete aborrecido.

- Sabe señor Editor: No tire esta carta a las primeras líneas... Llévela con usted a casa y ríase con los amigos que invite a comer el domingo... Claro, en el periodismo se cometen errores, hay gazapos... Pero este es un GAGAZAZAPOPO de este porte...Pasaré a la historia de lo ridículo con mayúscula...Al Guinness Record iré a parar, para gozo de quienes laboran con soltura y exactitud en esta profesión donde no caben los mediocres.

Llegó mi ex de regreso. Lloré en su hombro y un par de horas más tarde me levanté a escribir el final de esta historia:

- Sabe señor Editor:
Resulta que este pechito, después de muchos meses de obligada abstinencia, dejó esta noche los senos de su ex mujer anegados de lágrimas...

- ¡Que gozo más grande... señor Editor!...

Inmediatamente después del fracaso, de la derrota total y con ella. Con ella metida entre las sábanas acompañando al tiempo...


Jotaerre, Hauketo, junio de 1993.

 

(*) Jorge Romero es periodista, de origen chileno, y reside en la actualidad en la isla de Nesodden, en Oslo, Noruega.

 

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