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Estdiantes chilenos

Los estudiantes se movilizan. Foto: Confech.

 

10 de octubre de 2011 | COLUMNA

La fragilidad de la memoria

Por:  Lilian Aliaga

Hace algunos años, recuerdo haberme enfrascado en una discusión con una mujer que porfiadamente insistía en que la educación universitaria gratuita nunca había existido en Chile, poniéndose ella misma como ejemplo de imposibilidad de acceso a la universidad por no tener los recursos. Ante mi pregunta acerca de cómo le había ido en las pruebas de admisión, dijo no recordar....

Pocos días atrás una amiga cuya nieta (más bien sus padres) paga la suma de 1.000 dólares al mes por una carrera universitaria, durante una conversación acerca del tema preguntaba ¿es posible la educación universitaria gratuita?. Le respondí como suelo hacerlo cuando aparece el tema: YO SOY UN EJEMPLO DE ELLO y como siempre ocurre, varios me miraron con cara de incredulidad.

Para ilustrar mejor mis palabras les conté de mis cinco años de estudios universitarios, al único costo de pasar cada inicio de año, varias horas en una larga fila de jóvenes que como yo, además de haber obtenido el puntaje necesario en las pruebas de admisión o haber avanzado de curso,  debían acreditar con los papeles correspondientes, ante el Servicio de Asistencia Social de la Universidad de Chile (en mi caso), la precariedad económica familiar. 

Es cierto que de igual forma la familia debía hacer un esfuerzo importante para sostener la estadía y manutención del estudiante en una ciudad muchas veces distinta a la de su residencia. Esa era la parte más difícil de todo.

Los estudiantes de provincia de escasos recursos, teníamos una historia común de privaciones y sacrificio, derivadas de vivir en pensiones, hogares universitarios o casas de algún familiar que con buena voluntad y muchas veces muy pocos recursos, nos acogiese. No por ello disfrutábamos menos de la alegría y efervescencia de la vida universitaria de los años 70 y anteriores.

Es difícil de entender, la fragilidad de la memoria colectiva.  En mis años de enseñanza media o de "Humanidades", como en la década del sesenta se denominaba al período de seis años que seguía a los seis primeros de enseñanza básica obligatoria, recuerdo claramente que seguir estudios universitarios era la continuidad natural para todos aquellos que verdaderamente quisieran seguir estudiando y reuniesen las condiciones mínimas exigidas, en cuanto a rendimiento. Una de mis mejores amigas de la época tenía a sus dos hermanos mayores estudiando medicina, siendo su padre obrero de una fábrica de textiles... algo muy difícil hoy en día.

También había muchos que libremente decidían por otras opciones, como trabajar o hacer estudios técnicos, y niñas para las cuales su único anhelo al terminar sus estudios medios era... ¡casarse! y formar una familia. 

Hoy, cuando las estadísticas dicen que por cada 100 matrimonios que se producen en Chile, 90 terminan en divorcios; y cuando cada vez se posterga más la opción de tener hijos, aquella época parece en verdad muy lejana y extraña.

Esta semana se conmemoró un nuevo aniversario del TRIUNFO DEL NO en el plebiscito del año 1988, que marcó el fin de la dictadura de Pinochet.  Lamentablemente ello no significó también el final de un sistema que quedó hasta hoy firmemente arraigado: el del lucro en la educación y también en la salud.

Por fortuna los jóvenes de hoy han provocado el despertar de un largo y vergonzoso letargo nacional que ha permitido que habiendo pasado más de dos décadas desde la vuelta a la democracia, aún nuestra sociedad viva las consecuencias de la instauración de políticas de libre mercado que lo único que han hecho es agrandar la aún más vergonzosa brecha, entre ricos y pobres de nuestro país.

Mientras escribo estas líneas, sus dirigentes, después de 4 meses de movilizaciones y protestas, están en conversaciones con el gobierno en una mesa de trabajo para la cual pusieron como una de las principales condiciones, que el tema de la gratuidad en la educación fuese relevante.  Y llegan a esta mesa no tan solo con la idea abstracta y " loca", sino con propuestas concretas y un detallado estudio de la factibilidad de hacer realidad nuevamente,  la casi olvidada EDUCACIÓN GRATUITA DE CALIDAD, de la cual muchos de mi generación nos enorgullecemos.

Y como no quiero pecar de olvidadiza, no quiero terminar sin hacer un sentido homenaje, con  genuina gratitud a todos y todas los chilenos y chilenas conocidos y anónimos que hace 22 años, quizás venciendo fundados temores y seguramente muchos de ellos enfrentando cobardes represalias o corriendo serios riesgos, pusieron sus rostros, su tiempo, su creatividad e inteligencia al servicio de la CAMPAÑA PUBLICITARIA DEL NO en la franja televisiva, que en aquellos grises tiempos,  llegó durante un mes a miles de hogares cada día a las 23.00hrs, y que a una gran mayoría nos hizo volver a vibrar y a soñar con lo que parecía imposible....

 En especial, gracias, al Señor de las Comunicaciones de la época y uno de los más recordados rostros de la franja: el periodista y conductor Don Patricio Bañados Montalva. 

 


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