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30 de mayo de 2012 | COLUMNA |

Piñera pidió perdón por los errores cometidos

Por: Lilian Aliaga

Pasó sin pena ni gloria el tan cacareado 20 de mayo. Uno de los tantos agoreros tan en boga en nuestro país hoy en día, había hecho una catastrófica predicción: un gran cataclismo con tsunami y todo, se venía sobre nuestro aporreado Chile.

Lamentablemente de la inquietud y el estrés que a muchos crédulos afectó, nadie se hace cargo y solo queda el mal recuerdo para el anecdotario, por fortuna...

Y como seguimos vivos debimos preocuparnos del acontecer cotidiano que este largo fin de semana incluyó, como es costumbre cada año, la tan esperada cuenta pública del primer mandatario y que es entregada al país el 21 de mayo, Día de las Glorias Navales.

Y, como siempre, todo depende del cristal con que se mira:

Para los partidarios del gobierno, - entiéndase correligionarios políticos, porque con un pobre 26% de aprobación en la última encuesta se entiende que ya pocos partidarios le quedan al presidente - el discurso de más de 2 horas de duración fue muy sólido y aplaudido.

Por el contrario, los detractores solo vieron más de lo mismo: mucha retórica y poco contenido.
Se hizo un recuento de los logros obtenidos y en materia de anuncios, lo único concreto:

- Un bono de $40.000 para los sectores más desposeídos con el fin de paliar las fuertes alzas de los productos alimentarios.

- Llamar a licitación para construir un puente sobre el canal de Chacao, antigua aspiración de los habitantes de Chiloé que viene desde el gobierno de don Ricardo Lagos, pero para la cual se puso un tope en el presupuesto que es muy inferior a los últimos estudios sobre la materia.

Del esperado voto para los chilenos residentes en el exterior, ni siquiera se respetó según parece la palabra dada a la senadora Alvear sobre el tema, insistiendo en lo de la mantención del vínculo con nuestro país para obtener este derecho.

Lástima que nuestro presidente aún no entiende que el pueblo ya se cansó de bonos, si bien es cierto que a nadie le vienen mal unos pesos extras, éstos dejan un sabor amargo, y es que el problema de fondo dista mucho de poder solucionarse de ese modo, que hasta puede percibirse como indigno.

Es innegable que esta vez el presidente, trató de mostrarse más sensible y conciliador, llegando incluso a pedir perdón en dos oportunidades, por los errores cometidos, pero lamentablemente hay algo en él que no convence del todo, para muchos - entre los que me incluyo - faltó corazón en sus expresiones: "Sé que hemos cometido errores y pido perdón por ellos, pero también sé que hemos trabajado incansablemente y hemos entregado lo mejor de nosotros mismos para cumplir con nuestros compromisos", dijo. El pedido de perdón suena como muy al pasar y es inmediatamente seguido por frases de autocomplacencia y ensalzamiento de los logros y el buen desempeño de los funcionarios de gobierno.

La nota pintoresca la puso un canal de televisión que al entrevistar a algunos ancianos que aparecían en primera fila saludando entusiastamente con pancartas al presidente, expresaron haber sido invitados a un día de paseo a la playa con una frugal colación incluida, sin saber que concurrían al acto en cuestión. De más está decir que el "acarreo", como se le llamó a este hecho, dio pie a todo tipo de comentarios y bromas.

Lo peor del día: los actos violentos y el brutal y cobarde ataque de un grupo de desalmados a dos funcionarios de la policía de investigaciones que estaban cumpliendo sus labores.

Con todo, creo que el estar vivos y no haber sido víctimas del cataclismo anunciado ya es más que suficiente para estar contentos, porque aunque pueda parecer ridículo o exagerado, el vivir en un país que últimamente se mueve tanto nos está poniendo a todos un poco nerviosos, y aunque hagamos bromas y nos mostremos inmunes a las predicciones catastróficas que de tanto en tanto aparecen, en un rinconcito de nuestro corazón algo de inquietud nos acecha cada vez…

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