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Un bello paisaje de La Peñas, de San Fernando - Chile. Foto: Lilian Aliaga
 

04 de febrero de 2011 - COLUMNA


Disfrutar a los nietos

Por Lilian Aliaga

Cada verano, los últimos años el tiempo pasa volando; el ¿por qué?: la presencia de los nietos en casa. 

Muchos opinan como varias de mis amigas: que ¡no es posible!, que ¡te amarras tanto! que ¡tanta responsabilidad! que los nietos son para regalonearlos sólo por un rato...

 Sin embargo, al final de cada día con ellos compartido, no puedo dejar de sentirme agradecida de la vida, por tener la energía y el tiempo necesarios para ello.

Y es que los niños son poseedores de la magia de hacernos retroceder en el tiempo, a nuestra propia infancia, de renovarnos, de hacernos ser nuevamente capaces de jugar, de reír, de vivir cada instante sin pensar en el próximo, al igual que lo hacen ellos.

Las pequeñas aventuras que juntos disfrutamos al recorrer estrechos senderos o caminar por la orilla de un  río en busca de "tesoros", se convertirán, sin duda, en los grandes recuerdos que atesorarán en su vida adulta; y que mejor y más bella forma de trascender, ¿no lo creen?

Es cierto que la vida con ellos es un poco más complicada, los niños, por supuesto necesitan cuidados, vigilancia y muchas atenciones; pero una buena dosis de paciencia, un poco de organización y el amor que ellos mismos inspiran componen  la receta magistral para convertirlos en nuestros mejores amigos y cómplices de juegos y fantasías.

El ratoncito amigo, Santa Claus y tantos otros personajes entrañables y olvidados desde que los hijos crecieron dejando atrás esas ilusiones, recobran vida y vuelvo a sumergirme en esos mundos mágicos y puros en los cuales todo es posible.

Creo que la gran mayoría de las abuelas y abuelos estarán de acuerdo conmigo en que el amor de los nietos es una de las más efectivas inyecciones de energía para el alma. Mi premisa, sin embargo, es disfrutarlos cuando ello es posible, pero no sufrir cuando se alejan aún cuando el vacío que dejan sea grande... ¡ah! y tampoco acaparar una conversación hablando de "las gracias" de ellos, aunque no me falten las ganas, como a todos. 

Una cosa me olvidaba; en la receta que les entregué, falta un ingrediente imprescindible en los nuevos tiempos, y es: una buena cantidad de humildad, para preguntar y aprender todo lo que hoy los nietos pueden enseñarnos, porque no creo ser la única a quien hayan tenido que explicarle, con peras y manzanas, las mil funciones del último celular o cómo se manejan los controles de un video juego ¿o no?

 

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