31 de diciembre de 2010 - COLUMNA
El brindis por el nuevo año
Por Lilian Aliaga
Recuerdo un fin de año de alguna época pasada en que corría, como tantos, de un lado a otro tratando de cumplir con múltiples obligaciones, muchas de ellas auto-impuestas, comprar y comprar regalos, enviar y enviar saludos, decorar la casa, preparar una cena muy especial, afanándome en encontrar uno y otro producto que le diese "el toque", aún cuando eso me significase recorrer todos los supermercados de la ciudad; y todo eso, además de cumplir con mi trabajo en un pesadísimo sistema de turnos de hospital.
Durante la cena, en algún momento me despierta el peso de mi cabeza que ya no es capaz de mantenerse erguida, me levanto, voy al lavabo y vuelvo a despertar al cabo de algunos segundos ¿o minutos? sentada en la taza del baño. Sentí pena y a la vez me reí a carcajadas de mi lamentable aspecto, vestida y maquillada para tan magna ocasión y en una posición tan poco digna cuando aún faltaba más de una hora para el brindis por el nuevo año.
Desde entonces, cada vez que me pillo dejándome llevar por la vorágine de estos días, hago un respiro y recuerdo aquella ocasión. He dejado de hacer tantos regalos en un solo día, pero durante el año, y siempre que puedo, hago pequeños presentes a quienes quiero. La cena de Navidad y la de Año Nuevo, tal vez no tiene el "glamour" de las de antes y la casa está como mi tiempo y el ajetreo que haya lo permita; a veces se nota el ir y venir de los hijos y los nietos, otras, el orden que delata la ausencia de niños; pero el espíritu de renovación que al igual que a todos me invade por estos días, siempre está.
Me uno al deseo de todos, que este sea un año bueno; pero lo más importante y lo que deseo para cada uno de ustedes es que tengáis el valor para enfrentar y la fuerza para aceptar todo lo que el año que se acerca os depare.
¡Un gran abrazo y Feliz Año Nuevo!!!
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