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Ciudad de Punta Arenas, región de Magallanes, al sur de Chile. Foto: Municipalidad de Punta Arenas.
 

14 de enero 2011 - COLUMNA


El cambio

Por Lilian Aliaga

Parece ser inherente al ser humano el deseo permanente de cambio.  Las mujeres, reconozco, somos expertas en eso. 

Cada cierto tiempo sentimos la necesidad de hacerlos ,tanto en nuestro entorno, como en nuestra persona; cambiamos la ubicación  de los muebles en nuestra casa, cambiamos de apariencia a través de distintos cortes o tinturas de pelo, cambiamos de estilo de vestir; a veces pasamos del casual al formal en un abrir y cerrar de ojos, o del romántico al sexy, de la misma forma; y los hombres tampoco se quedan atrás, es común oírles decir "en la variedad está el gusto".

Y pareciera ser que  esa debilidad fue la que tan bien supieron aprovechar los asesores de marketing  del señor Sebastián Piñera, en las pasadas elecciones presidenciales. El eslogan de su campaña fue "cambiar la forma de gobernar"; el cambio viene, se escuchaba decir a todos los que lo apoyaban.

Recuerdo que en un a entrevista concedida a un importante radioemisora, con motivo de habérsele concedido el premio nacional de literatura, Isabel Allende manifestaba no entender qué era lo que había que cambiar.

Y el tan bullado cambio se vino, más de la mitad de los electores del país optaron libremente por éste, pareciera que el popular decir: "todo cambio es para mejor", los convenció, aún en muchos casos, pienso, sin siquiera tener claro que era lo que deseaban cambiar.

Hoy, no cabe duda, muchos desean que las cosas volvieran a ser como antes. El más claro ejemplo: los habitantes de la región de Magallanes, donde se ubica Punta Arenas, la ciudad más austral del mundo; las condiciones de vida de sus habitantes se asemejan tan solo a la de los países nórdicos por la dureza de su clima y por estos días están librando una dura batalla, por lograr revertir la decisión gubernamental de aumentar en un 17% el precio del gas y disminuir el histórico subsidio que los favorecía. La rebelión del gas, se la ha denominado en los medios.

Es así como sus, hasta ahora tranquilos habitantes, se han organizado sin distinción de ningún tipo, en una asamblea ciudadana que levanta la voz para reclamar, exigir y también pedir apoyo al resto del país.  Se enfrentan a las autoridades con argumentos muy contundentes y claros que dan cuenta de que las dificultades que día a día enfrentan haciendo patria en un lugar tan extremo, ameritan de sobra  el bajo precio comparativo, que hasta ahora han pagado por tan vital elemento.

"Se les acabó la fiesta a los amigos magallánicos", dijo un alto personero de gobierno, desatando con justa razón, la furia de quienes apoyaron con un 57% de votación al actual gobierno, el del cambio.

Como para reflexionar, ¿no es verdad?. A veces, aunque sea rutinario, "más vale un diablo conocido, que otro por conocer".

 

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