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Andreas Lubitz y Germanwings
 
 

29 de marzo 2015 | MUNDO |

Tragedia aérea en los Alpes - caja negra revela últimos minutos en el avión

A seis días de que un avión de la empresa alemana Gemanwings se estrellara en los Alpes franceses, la investigación sigue su curso y el equipo de rescate continúa en la ardua tarea de recuperación e identificación de las 150 personas que se encontraban a bordo.

El mismo día del siniestro fue encontrada una de las dos cajas negras, de la que se pudo recuperar un archivo de audio con relevante información, lo que ha posibilitado comprender la magnitud de la tragedia.

La última voz que se escucha en la grabación es la del comandante de la nave, quien suplica al copiloto que abra la puerta de la cabina, y grita desesperado: "¡Abre la maldita puerta!". Lubitz, por su parte, mantiene silencio hasta el final.

 

Por: Marisol Aliaga

 

Al menos tres países europeos han sido enlutados con la caída del Airbus A320, en los Alpes franceses el pasado martes por la mañana. El avión siniestrado pertenecía a la empresa de low cost Germanwings, de propiedad de la línea aérea alemana, Lufthansa y tenía más de 24 años de antigüedad.

El mismo día del accidente fue encontrada una de las dos ´cajas negras ´del avión, la que fue trasladada a la BEA francesa, para su investigación.

Al día siguiente los mandatarios de los tres países más afectados, el presidente de Francia, Francois Hollande, la canciller alemana, Angela Merkel, y el Presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, se trasladaron al pequeño pueblo montañés Seyne-les-Alpes, donde rindieron homenaje a las víctimas y fueron informados sobre las labores de rescate en el lugar.

También se esperaba el informe respecto a la investigación de la caja negra encontrada en el lugar. Hasta entonces las preguntas se mantenían respecto a lo sucedido al vuelo 4U 9525, que la mañana del martes despegó desde el aeropuerto de Barcelona con destino a Dusseldorf, con 150 personas a bordo.

El presidente Hollande manifestó, el mismo día del siniestro, que "no había ningún sobreviviente", y más tarde agregó que el avión se había "pulverizado", al precipitarse en una zona muy escarpada de los Alpes franceses.

La tragedia aérea conmocionó a la comunidad internacional, a bordo se encontraban 16 jóvenes alemanes, estudiantes de intercambio que realizaban su primer viaje junto a su clase junto a dos profesores, además de dos bebés.

Se dio a conocer las cifras de 72 ciudadanos alemanes y 49 españoles, entre los fallecidos, además de ciudadanos de diversas otras nacionalidades. Y aunque el siniestro se produjo en tierras francesas, no había ciudadanos franceses, entre las víctimas.

 

La prioridad número uno de las autoridades sigue siendo la de un principio: prestar ayuda sicológica y personalizada a los familiares y continuar la investigación, que recayó en la fiscalía de Marsella.

Lo que intrigaba más a los expertos era qué había ocurrido durante los ocho minutos en los cuales el avión descendió a una altura sumamente peligrosa para esa zona y el silencio absoluto - sin pedir socorro de la torre de control - en ese lapso de tiempo, por parte de los dos pilotos.

Pero al día siguiente ya la duda se había despejado, y la tragedia había cobrado una dimensión aún más inédita.

 

 

Fiscal de Marsella: "Andreas Lubitz, tuvo la ´voluntad de destruir el avión´"

 

Al mediodía del jueves, la fiscalía de Marsella dio a conocer sus conclusiones luego de haber examinado los archivos de audio registrados en la caja negra del aparato.

El fiscal Brice Robin explicó que de la investigación se desprende que el copiloto de la nave, el ciudadano alemán de 28 años Andreas Lubitz, tuvo la "voluntad de destruir el avión".

La impactante noticia dio eco en todos los medios internacionales y fue rápidamente conocida por los familiares de las víctimas, quienes sufrieron un nuevo golpe ante su pérdida, reaccionando "con rabia y dolor", según la prensa presente en el lugar. Algunos familiares se habían trasladado al pueblo más cercano al lugar donde ocurrió el accidente, mientras que otros permanecieron en sus lugares de residencia.

Un conmovido Carsten Spohr, presidente de Lufthansa, declaró que "ni en nuestras peores pesadillas pudimos imaginarnos algo así", mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, expresó: “La tragedia ha cobrado una nueva dimensión casi inimaginable”.

Más tarde agregó: "Es un crimen"

A través de dos fuentes, una oficial, extremadamente cautelosa, y otra inoficial, de los medios y basándose en datos filtrados provenientes de distintas fuentes, la imagen del joven copiloto ha ido tomando forma. Y ha quedado al descubierto una persona que nunca debería haber piloteado ni ese avión ni ningún otro, el día del siniestro.

Los medios hablan de un "accidente provocado", o de un "suicidio extendido", ya que del archivo de audio examinado por la BEA se desprende que Lubitz, aprovechando que el comandante fue al baño, lo dejó fuera de la cabina, y apretó el botón de descenso de la nave, sin responder las alarmas del avión ni a los llamados de la torre de control.

La BEA recibió muestras de admiración por una investigación tan "inmediata" y "transparente", al mismo tiempo que los medios franceses manifestaron su desagrado por la filtración que resultó en que el periódico norteamericano The New York Times publicara, antes de la rueda de prensa del fiscal de Marsella, las sorprendentes conclusiones. Incluso algunos medios aseguraron que la premura del fiscal francés se debió a que el diario neoyorquino ya había dado la noticia.

 

"¡Abre la maldita puerta!"

Sea cual fuere la realidad, esta nueva tragedia para la aeronáutica europea ha iniciado un intenso debate sobre la seguridad a bordo, y numerosas líneas aéreas - inclusive Lufthansa, que en un principio se negó a cambiar los protocolos - han implementado, desde ya, la medida de que siempre deben haber dos profesionales en la cabina.

También se han dirigido críticas en cuanto a los protocolos - que surgieron del 11/9 - de lo que implica que uno de los pilotos pueda bloquear la cabina, sin permitir el acceso a ella del otro, que fue lo que sucedió en este caso.

Porque las medidas de seguridad para evitar que un terrorista pudiera entrar a la fuerza a la cabina resultaron en que el copiloto pudo arrastrar a la muerte a 149 personas inocentes.
Ya que los protocolos están pensados en que "el enemigo" está afuera, sin pensar que algunas veces se pueda encontrar dentro.

Los medios han seguido informando acerca del joven copiloto Andreas Lubitz y de los últimos segundos del Airbus A320. De cómo el comandante del vuelo, después de ir al baño no pudo entrar a la cabina y, al pasar los minutos, al parecer trató de echar abajo la puerta con un hacha, y de lo último que se escucha en la grabación:

"Por el amor de Dios, abre la puerta", suplica el capitán. Y minutos antes del impacto: "¡Abre la maldita puerta!". Esto es lo último que grita el piloto, ante la desesperación de no poder hacer nada por impedir la tragedia, mientras al fondo se escuchan los gritos de terror de los pasajeros que solamente en los minutos finales se percataron de lo que estaba a punto de ocurrir, según información del diario alemán Bild, de este domingo.

El comandante del avión, Patrick Sondenheimer, era casado, tenía dos hijos, y una experiencia de más de 6.000 horas de vuelo en ese tipo de aviones, airbus.

"Era un profesional de reconocido prestigio, con más de diez años en Lufthansa, el último de ellos en la filial low cost del grupo aeronáutico alemán. El próximo mayo habría celebrado un año en Germanwings", escribe el diario español El Mundo.

Andreas Lubitz, por su parte, tenía 600 horas de vuelo y, según se ha ido dando a conocer en los medios europeos, no estaba capacitado para volar, cosa que había ocultado a su empresa. La fiscalía de Marsella informó recientemente que los policías que allanaron su departamento en Düsseldorf encontraron las bajas médicas hechas pedazos. Fuera de eso, se hicieron una serie de hallazgos de medicamentos que apuntan a que Lubitz padecía “una enfermedad psíquica severa”.
Un dato importante que trascendió este sábado es que el joven piloto tenía problemas de visión, cosa que apuntaba a que sus sueños de niño, de pilotear un avión en vuelos de larga duración, nunca se harían realidad.

 

Ex novia: "Y entonces todo el mundo sabrá mi nombre y lo recordará”

Pero tal vez el dato más decidor lo haya reportado una azafata ex novia de Lubitz, quien tuvo una relación con éste durante cinco meses, en el 2014, y que este sábado declaró a Bild que le había escuchado decir, en ese entonces:

“Un día haré algo que cambiará todo el sistema. Y entonces todo el mundo sabrá mi nombre y lo recordará”.

La mujer, que prefiere mantener su anonimidad, aseguró al tabloide que ella no tiene dudas respecto a los motivos de un supuesto suicidio extendido (que es la expresión que se usa en estos casos) de su ex novio:

“Lo hizo porque se dio cuenta de que sus problemas de salud impedirían su gran sueño, que era ser capitán de vuelos de larga distancia en Lufthansa”, expresó la azafata.

 

Tal vez los familiares que deban estar pasando el dolor más grande ante esta tragedia sean los padres del joven copiloto, quienes, obviamente, no han hecho declaraciones a la prensa.

La opinión pública, en tanto, se mantiene dividida ante quién es más culpable, la línea aérea o la "maldad" de Lubitz, mientras que algunos familiares han declarado a los medios que "el saber lo que pasó no les devolverá a sus seres queridos".

Sea como sea, la necesidad de saber qué ocurrió se hace más aguda, según los expertos, porque "en este caso nos enfrentamos a un hecho incomprensible y antinatural", lo que lo hace aún más difícil de comprender que, por ejemplo, un atentado terrorista.

El diario El País consultó al psiquiatra español Samuel Martínez, quien trabaja en el hospital Johanniter de la ciudad alemana de Oberhausen, si la depresión o el estrés severo que padecía Andreas Lubitz pueden explicar su actuación, a lo que facultativo respondió:

“Es imposible dar un diagnóstico ajustado sin conocer el caso, pero lo sucedido hace pensar en una persona que padece depresión asociada a un trastorno de la personalidad de tipo narcisista. Este tipo de pacientes tienen una elevada tasa de suicidio, y es habitual que cuando lo cometen, quieran hacerlo ‘a lo grande’, de una forma más ostentosa, sádica y calculada”.

 

 

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