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Andrés Sabella

El poeta chileno Andrés Sabella. Foto: Elciudadano.cl

 

14 de enero de 2013 | CULTURA - LITERATURA |

Sabella, el poeta de los “cerros pelados” de Chile

Diversas ceremonias se han realizado en homenaje a Andrés Sabella en el centenario de su natalicio. Yo he intentando hacer una propia desde otro costado de este mundo, lejos de los “cerros pelados” que la entrañable profesora, blibliotecaria y amiga Germana Fernández me advirtiera acertadamente son objeto seguro de extrañamiento. Ha sido un homenaje a mi modo, con un mes de lecturas de y sobre su obra cuya importancia se mantiene vigente, no solamente por motivos estéticos sino también por su influencia en la construcción de la identidad de quienes han poblado un territorio aparentemente estéril. Es por lo mismo – y a riesgo de condena a causa del uso deliberado de un cliché - que podemos expresar que el “norte fue su norte”; sea uno de mis testigos Pablo Neruda, quien manifestara en Antofagasta, en 1969, que: "Mientras Sabella nortiniza la poesía, yo la ensurezco".

Por: Rodrigo Durán Alfaro (*)

Andrés Expedito Florentino Sabella Gálvez, hijo de padre italo-palestino y madre chilena, nace en Antofagasta el 13 de diciembre de 1912, el mismo año en que se fundó el Partido Obrero Socialista que posteriormente pasó a llamarse Partido Comunista, entidad en la que militó la mayor parte de su vida. En el siguiente fragmento tomado de su libro Norte Grande, Sabella deja entrever el quid de su militancia:

Recabarren oye satisfecho. El grito serpentea por los aires y sacude la sombra vacilante. Algún transeúnte recibe las palabras sin sospechar que recién acaba de nacer, en Chile, la única estrella de los pobres.

Su labor literaria comenzó a los 14 años de edad cuando compuso sus primeros escritos, aunque sus poemas vieron luz pública tres años más tarde, en 1929, en la revista literaria Carcaj de la cual fue cofundador. Su primera propia publicación fue el año siguiente y tuvo como título Rumbo indeciso.

Con el tiempo, Andrés Sabella se matrícularía en la Facultad de Dereho de la Pontificia Universidad Católica en Santiago, estudios que continuó más tarde en la Universidad de Chile, pero que nunca terminó. Fue en este periodo en el que comenzó su actividad política con su integración al grupo socialista Avance.

En el mundo literario chileno, Andrés Sabella fue conocido como uno de los miembros de la generación del 38, integrada por autores de la talla de Francisco Coloane, Carlos Droguett, Nicómedes Guzmán, Eduardo Anguita, Volodia Teitelboim y Gonzalo Rojas. Este movimiento se caracterizó por retratar la decadencia social de su época. En un artículo sobre la construcción de la otredad en la obra sabelliana, el historiador José Antonio González, afirma al respecto que: “Sabella desvelará de lo oculto que se halla en el medio social, por prejuicios, exclusiones estereotipadas, para ponerlo en una perspectiva creadora”.

Fue en esta senda en que Sabella realizó la mayor parte de su recorrido creador, al dedicar su poesía a la mujer y al hombre del norte de Chile. Así lo demuestra su obra cúlmine publicada en 1944, Norte Grande, título que terminó por bautizar la denominación del territorio que motivó la Guerra del Pacífico. Nombres como Domingo y Máximo Latrille, Juan Zuleta, José Santos Ossa o Juan López se entretejen en esta obra llena de historias que Sabella ha cazado sin más armas que sus sentidos de poeta. Ejemplos de éstas son la experiencia de los “mancomunados” de Tocopilla, de las masacres de obreros huelguistas o de la vida en la olvidada Pampa salitrera que describe así:

El cielo de la pampa es la tapa amorosa de una charca que conviene no mostrar demasiado... Es la única pureza que flota allá. Por las noches, las estrellas se hinchan de luz y se quedan bajitas, como para cuchichearles a los hombres los misteriosos acontecimientos de su patria. Las estrellas parecen puntos de tiza azul que un niño se entretuvo en rayar desde el techo de su casa.

En su vasta obra también construye arquetipos sobre personajes nacionales. Unos de los ejemplo más representativos es el retrato poético que hace de Luis Emilio Recabarren, considerado el padre del movimiento obrero chileno. También incorpora la realidad de los pueblos originarios del territorio chileno, tanto del atacameño como del mapuche. Les entrega un status que la historia oficial les ha negado desde tiempos coloniales, dándoles un aire heróico en su libro Chile, fértil provincia y en el retrato del atacameño Hermenegildo Coca en su obra Norte Grande.

En su labor artística hubo lugar para la poesía infantil, celebrada por la mismísima Gabriela Mistral. Sabella también fue dibujante y expuso en diversas ocasiones y ciudades. Llegó incluso a ilustrar las portadas de algunas publicaciones de otros autores.

Fue cofundador de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica del Norte en 1967, entidad donde ejerció como docente y recibió el grado de Doctor Honoris Causa diez años más tarde. En 1981 fue exonerado en esta misma casa de estudios.

Fue durante la madrugada del 26 de agosto de 1989 que Andrés Sabella, desde Iquique, entró a la puerta de la eternidad. No recibió el Premio Nacional de Literatura, galardón al que fue nominado en variadas ocaciones, algo imperdonable, pues el solo hecho que haya incorporado regiones completas al alma nacional chilena al bautizarlas como Norte Grande debió haberle valido este reconocimiento, tomando en cuenta que este mérito ha sido mayor que el de tantos desconocidos que ni la historia de los vencedores es capaz de rescatar. Esperemos que este mismo error no se cometa con Hernán Rivera Letelier.

Tras leer y recordar lo que me han contado de Sabella quienes lo conocieron, intento dibujar una imagen propia de un poeta que, a veces, siento ha sido relegada a ser la de un viejito bonachón, imagen repincelada con amnésicos colores que intentan lavarle el rojo que lo acompañó gran parte de su vida. En este intento de retratármelo, en compañía de un trago recién servido para capear estos nórdicos doce grados bajo cero, veo al bohemio que fue en compañía Neruda, Alberto Valdivia o Diego Muñoz en su época de estudiante eterno en Santiago. Veo también al Sabella comunista con quien se comparten risas, ideas y anhelos, con quien se hubiera charlado sobre el poder y la belleza del movimiento estudiantil o haberse amargado con las políticas de privatización del mar. Veo en fin, a un Sabella con quien recordaría el calor que nostalgio de los “cerros pelados” del norte de Chile.

 

 


(*) Rodrigo Durán Alfaro:  Periodista titulado en Chile y profesor de enseñanza media, titulado en Suecia. Escribe acerca de temas sociales y culturales. Corresponsal de Norrköping.

[Ojo: Tomar en cuenta que todas las palabras en azul son enlaces]

 

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