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Sture Bergwall

Sture Bergwall ha sido declarado inocente de los asesinatos autoinculpados. Foto: Arbetaren. se

 

11 de febrero 2013 | SOCIEDAD |

La increíble historia del asesino que nunca lo fue

A comienzo de febrero fue aceptado el recurso de revisión en relación a los últimos tres fallos condenatorios en contra de Sture Bergwall. El tribunal de Norrland determinó que existían pruebas suficientes para hacer una nueva revisión y las últimas tres condenas quedaron sin efecto. Esto significa que Sture Bergwall (antes Thomas Quick) podría ser absuelto de los ocho brutales asesinatos por los que fuera condenado.

Con esto se desvanece el peor asesino en serie que ha visto Suecia, y se da comienzo a una nueva etapa del llamado “escándalo judicial más grande del siglo”.

Sture Bergwall - o Thomas Quick, como se llamaba cuando comenzó a adjudicarse crímenes ajenos - confesó haber asesinado cruelmente a una treintena de personas, y el sistema judicial, la prensa y la opinión pública aceptaron, sin pensarlo dos veces, la idea del temible asesino en serie, el monstruo, el caníbal.

De no haber sido por la investigación minuciosa y pertinaz de un periodista investigativo quien no descansó hasta a esclarecer el caso, la verdad nunca se habría sabido.

Ahora los familiares de las víctimas – quienes algunos nunca han creído en la culpabilidad de Quick – exigen una comisión de la verdad. “Para que esto nunca más vuelva a ocurrir”.

Por: Marisol Aliaga

En Suecia hay un dicho que reza: La realidad es siempre peor que la ficción.

En el caso de Sture Bergwall/Thomas Quick esto calza perfectamente. Porque su historia es como sacada de una película de terror de la década de los 90, cuando Hannibal Lecter aterrorizaba al público en los cines de todo el mundo.

Entre 1992 y 2001, Sture Bergwall confiesa más de treinta asesinatos, resultando en que seis juzgados lo encuentran culpable de ocho de ellos.

El caso tuvo una amplia cobertura, con lujo de bizarros detalles, en la prensa sueca.

“¿Cómo puede ser tan cruel, un ser humano?" Rezaban los grandes titulares del vespertino Expressen, después del segundo día del juicio.

"Cuando se sabe la terrible verdad acerca de lo que Thomas Quick ha cometido con sus víctimas - y cuando uno escucha sus profundos gemidos animales - existe solamente una pregunta:

Es realmente un ser humano?", escribía el periodista Pelle Tagesson, experto en el tema Quick.
"El hombre es un asesino en serie, pedófilo, necrófilo, caníbal, sádico. Él está muy, muy enfermo", escribía el otro vespertino, Aftonbladet.

A pesar de que nunca existieron pruebas algunas de la culpabilidad de Thomas Quick, los medios dieron por sentado que el hombre era culpable.

El primer asesinato del cual se auto inculpó fue el de Johan Asplund, un niño de nueve años quien había desaparecido doce años atrás. Los padres de Johan afirmaron siempre que el asesino de su hijo no era Quick, y que ellos sabían quién era el verdadero asesino.

El "hombre de Säter", como lo bautizaron los medios, confesó también haber asesinado a un niño de 14 años, Thomas Blomgren, en 1964. En esa época Quick tenía la misma edad que su "víctima", 14 años, y si la investigación hubiera sido más minuciosa se hubiera podido comprobar que esa confesión era falsa. El mismo día del asesinato, Quick celebraba su confirmación, y el diario local publicaba una foto donde aparecía el joven, a muchos kilómetros de donde se debía encontrar, de haber cometido el crimen.

El asesinato del niño Thomas Blomgren inspiró a Sture Bergwall, como se llamaba en esa época, a cambiarse el nombre de pila a Thomas. Y como apellido adoptó el apellido de soltera de su madre.

El asesino en serie Thomas Quick había nacido, el monstruo, el violador, el sádico, el pederasta, el caníbal.

¿Pero que fue lo que impulsó a Bergwall a adjudicarse crímenes ajenos?

La respuesta es simple: tenía mas regalías.

"Me pregunto que pensarían Uds. de mí si les dijera que he hecho cosas muy, muy graves", le dijo un día a su terapeuta, cuando se encontraba recluido en la clínica siquiátrica de Säter, cumpliendo una condena por crímenes menores.

Y de esa manera la bola de nieve se puso en movimiento.

Mientras más "confesiones" salían de su boca, mas narcofármacos, benzodiacepinas, le recetaban. Más tarde, y totalmente drogado, lo llevaban al "lugar de los hechos", donde se equivocaba de principio a fin. Nada concordaba en sus explicaciones, pero el policía y el fiscal se esmeraban en que todo ajustara. A veces pasaban años, hasta que los detalles calzaban.

“Se cometieron errores en la investigación y en la instrucción, y los juzgados validaron esos errores. Esto es una catástrofe para el sistema judicial sueco”, ha dicho el connotado criminólogo Leif G. W. Persson, refiriéndose a los errores cometidos en el juicio en contra de Thomas Quick.


Lo que sucedió fue que cuatro personas estaban obsesionadas en crear un asesino en serie: el "Equipo Quick", se les llamaba. Ellas eran: el fiscal, Christer van der Kwast; el policía a cargo de la investigación, Seppo Penttinen; la siquiatra, Birgitta Ståhle; el "experto en memoria", Sven Ake Christianson. A todos ellos se puede agregar su abogado defensor, Claes Borgström, quien nunca puso en tela de juicio que fuera un solo policía quien dirigiera la investigación, y un solo fiscal que levantara los cargos.

Gracias a las teorías del "Equipo Quick", hasta las declaraciones más descabelladas del asesino tenían explicación y contribuían a hundirlo más y más en la maraña de mentiras que día a día fabricaba.

Y mientras más escabrosos detalles contaba, los terapeutas lo trataban mejor. Era “más interesante”, lo trataban como a un “enfermo VIP”, le daban todos los fármacos que él quería. Y Thomas Quick se había transformado en un drogadicto desde muy temprana edad.

A veces se le pasaba la mano: confesó haber asesinado a dos jóvenes inmigrantes, en Noruega, quienes hasta el día de hoy gozan de buena salud.

Pero ante todos estos “detalles”, Seppo Penttinen, el policía, Christer van der Kwast, el fiscal, e incluso el abogado Borgström no reaccionaron nunca. Y para Birgitta Ståhle el ser la terapeuta de un monstruo del calibre de Quick fue un repunte en su carrera. Hasta escribió un libro acerca de su paciente.

El que Quick se equivocara en sus declaraciones tampoco constituyó un problema. El policía jefe de la investigación, Seppo Penttinen, se demoró cuatro años, hasta que todos los detalles encajaron y los errores dichos por Quick se corrigieron, en cada uno de los casos.

Uno de estos, en relación a la niña noruega de nueve años, Therese, que Bergwall dijo haber asesinado brutalmente, es muy particular. Luego de que la policía secara un lago entero en la búsqueda de los restos de la pequeña, un experto noruego aseguró que un pedazo de material correspondía a una parte ósea de la niña, y Quick fue condenado. Más tarde se comprobó, no obstante, que el “material óseo” no era más que plástico y pegamento. Sin embargo nunca se hizo una revisión del juicio.


El destacado criminólogo Leif G. W. Persson, no obstante, nunca creyó en la culpabilidad de Quick y ha mantenido siempre que él es inocente. “Muchos investigadores abandonaron los casos por las dudas en torno a los procedimientos. Ese hombre no cometió un solo crimen, no es un asesino en serie. Para un profesional como yo, resultó evidente desde el principio. Pero para los que le rodeaban, aquello se convirtió en una religión” declaró Persson en una entrevista con el diario español El País, destacando todas las reglas que se pasaron por alto. "Es inasumible que un solo policía condujera todos los interrogatorios, como así ocurrió. Se cometieron errores en la investigación, en la instrucción, y los juzgados validaron esos errores. Esto es una catástrofe para el sistema judicial sueco”, dijo Persson.

Pero el daño ya estaba hecho. Luego de confesar más de 30 asesinatos, seis juzgados lo consideran culpable de ocho asesinatos y lo condenan a reclusión en la clínica de Säter, donde en el 2001 Sture Bergwall decide guardar silencio absoluto.


Hasta que siete años más tarde, el 2 de junio del 2008, el connotado periodista investigativo Hannes Råstam, golpea a su puerta, en la clínica. Esa visita cambiaría para siempre la suerte de Bergwall/Quick y dejaría al descubierto uno de los errores judiciales más grandes de la historia en Suecia.

En su libro, Hannes Råstam relata el momento en que tiene que decidir si necesita un dispositivo de alarma, cuando se va a quedar a solas con el peligroso asesino...

"Yo contemplé la mano que según su dueño había segado la vida de por lo menos treinta seres humanos.
Su apretón de manos estaba húmedo.
Los guardias se habían ido.
Me encontraba a solas con el caníbal".

Luego de largas horas de conversación con Berwall, el asesino más peligroso del país se confidencia con el periodista.

"Yo no he matado a nadie", dice, entre sollozos.

Y Hannes Råstam hace lo que ningún otro periodista había hecho, hasta el momento: lee todos los protocolos, confronta a todos los implicados en el caso, y, con una obsesión sin límites, se decide en sacar a la luz la verdadera historia de Thomas Quick.

El resultado son dos documentales para la televisión sueca, con los cuales ganó el Premio al Periodismo Investigativo - por tercera vez en su carrera - y el comienzo de una larga serie de revisión de todos los fallos, para Bergwall.

También escribe un libro, donde relata la increíble historia: "El caso Thomas Quick. El crear un asesino en serie".

A los pocos días de terminar su libro, Hannes Råstam fallece, luego de un tiempo de enfermedad.

"Un libro que relata lo que ocurrió cuando policías suecos, fiscales, abogados y jueces - apoyados por diversos doctores, sicólogos, un llamado experto en memoria y de demasiados periodistas y personalidades comunes y corrientes de la cultura - refinaron un mitómano enfermo mental en "el asesino en serie más grande de la historia del crimen". Es horrible, es real, y es una lectura totalmente fenomenal", escribe Leif G. W. Persson, acerca del libro de Råstam, publicado después de su muerte.

Los últimos asesinatos de los cuales fue absuelto Sture Bergwall se tratan del asesinato de Zelmanovits, de 15 años, desaparecido en 1976 y encontrado en 1993. Quick fue condenado en 1994. Y de la joven pareja de turistas holandeses, Marinus y Janny Stegehuis, quienes fueron apuñalados el 13 de julio de 1984 en el lago Appojaure.

 

¿Saldrá en libertad?

A pesar de que los fallos han sido revocados, se puede decir que Sture Bergwall se encuentra en una situación kafcaniana. Ninguno de los implicados en su caso ha querido admitir que ha cometido error alguno, a pesar de que tanto el fiscal, Christer van der Kwast, como el jefe de investigación, Seppo Penttinen, han sido acusados de error en el servicio, pero no se ha continuado el proceso.

Y ellos cuentan con el apoyo de un miembro de la Corte Suprema sueca, el fiscal Göran Lambertz, quien en 2006 era Fiscal Superior (JK, Justitiekansler).

Hasta su oficina llegaron para esa fecha los padres de Johan Asplund con numerosos documentos, pidiendo que la Contraloría examinase el caso. Göran Lambertz, después de una breve hojeada a los documentos determinó que "todo estaba en orden". Y la esperanza de encontrar al asesino de su hijo, y de que se hiciera justicia de una vez por todas, se desvaneció, para los padres de Johan.

Hasta la fecha, y yendo en contra de la opinión de sus colegas, Lambertz sigue obstinadamente afirmando la culpabilidad de Bergwall.

Pero está muy solo, en su apreciación.

Por lo demás, hace poco el vespertino Expressen publicó una correspondencia electrónica entre el policía, Penttinen, y Lambertz. "Dime qué quieres que le diga a la prensa, para defenderte", rezaba el comprometedor correo electrónico que Lambertz le enviara a Penttinen.

Sin duda que no va a ser fácil para Sture Bergwall - a pesar de que ha sido absuelto de todos los crímenes - el ser puesto en libertad.

Su abogado, Thomas Olsson, comenzará un proceso en cuanto los fallos absolutorios lleguen a los tribunales, durante la primavera. Él espera tener a su cliente libre para el verano.

Sin embargo, los siquiatras de Säter no están de acuerdo en concederle la libertad. Basándose en un fallo de la década de los setenta, ellos afirman que Bergwall todavía sufre de anomalías síquicas y que existe el grave riesgo de que recaiga en criminalidad de tipo sexual.

Por su parte Bergwall espera saldar cuentas no solo con el sistema judicial sueco, sino también con la siquiatría, con el cuidado de los enfermos mentales.

Ya que él se siente sano desde que terminó de tomar las medicinas recomendadas por los siquiatras, , y se negó a someterse a la terapia que le recomendaron.

 

Sture Bergwall y Hannes Råstam

Sture Bergwall junto al periodista Hannes Råstam . Foto: WordPress.

 

 

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