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En Suecia los niños aprenden temprano el valor del reciclaje. Foto: Nykoping.se
 

22 de enero de 2011 - SOCIEDAD

Consumo y reciclaje

Unos veinticinco años después de haber llegado a su fin la segunda guerra mundial en 1945, tomó auge en el mundo occidental, hoy llamado del Norte en vez de primer mundo, la palabra "reciclar" y su derivada "reciclaje" las cuales se popularizaron con sorprendente rapidez, entre otras cosas, según el Dr. Alejandro Morton, a la inseguridad en sí mismos de la gente de postguerra, que ante su vacío interior se veía impulsada a una necesidad compulsiva de comprar cuanto le ofreciera el mercado, aunque no lo necesitara, sólo para compensar el afán de esperar que lo comprado le diera la satisfacción y la alegría de vivir. Según Morton en ese impulso descontrolado reside la causa real de la crisis económica que afecta hoy día a todo el mundo.

Por: Consuelo Carrillo Meza (*)

Uno de los últimos días de octubre, fuimos mi hijo y yo, a un Centro de Reciclaje, al sudeste de la ciudad de Estocolmo. Era una tarde fría y a través de la bruma se veía a los lados de la carretera, los árboles que iban perdiendo poco a poco su verde follaje. Las hojas secas que el viento desprendía de las ramas empezaban a formar una alfombra de cobre y oro sobre el suelo y la luz del sol iba perdiendo poco a poco su intensidad. Todo en el contorno se envolvía en un paisaje triste, nebuloso y difuso cuando llegamos a las gigantescas instalaciones de reciclaje.

Por un campo libre entramos al gigantesco cobertizo de metal dentro del que se movían unos hombres que me parecían cosmonautas, cubiertos con trajes grises, inflados, botas pesadas y cascos como armaduras de protección sobre la cabeza, que con lentitud cargaban las cosas desechadas que llevaban los automóviles y los pickups aparcados a un lado. Bajo el techo, también de metal, de lado y lado colgaban anuncios que indicaban el sitio correspondiente para cada artículo según su material: textiles, madera, plástico o metal.

En medio de la sombra que avanzaba presagiando una noche fría, desde el auto contemplaba con asombro aquel cuadro y me parecía estar en otro planeta. Pero me ubiqué en la realidad al ver cada increíble artículo que desfilaba ante mis ojos: un piano Yamaha, dos grandes alfombras enrolladas, muebles de sala perfectamente tapizados, sillones, violines, cortinas de terciopelo y de algodón, grandes peluches, bicicletas, cochecitos, sillas de ruedas, en fin.

Nosotros llevábamos la silla de metal de mi computadora que había sido cambiada por otra más moderna, de respaldo alto especialmente diseñado para la espalda, con brazos de apoyo, tapizada con una tela de algodón grueso, de color rojo oscuro jaspeado con líneas negras de dibujos imprecisos y rodos especiales de un material no deslizable. Un lujo increíble, aunque la desechada también era cómoda y aún estaba buena, también llevábamos unos artículos de cuero con ligeras roturas cuya reparación era mas costosa que la misma prenda. Cada artículo era conducido por el lugar correspondiente a los contenedores de 45.000 kilos aparcados en fila a un lado del cobertizo.

Debe considerarse que el reciclaje es un objetivo prioritario del gobierno sueco dentro de su política de desarrollo sostenible para el logro de un equilibrio entre las consecuencias sociales, económicas y medio ambientales en el país. Suecia ha sido con frecuencia considerada modelo en sus sistemas de organización social y tiene altas normas de protección para los ciudadanos y los suecos tienen el buen hábito de devolver para reciclaje envases, papel y plásticos de uso doméstico cotidiano que depositan en los supermercados y en los lugares de depósito clasificados en cada condominio. De tal manera que se ha creado una tendencia al reciclaje que se ha extendido a los diseñadores de muebles, textiles, ropa, juegos y juguetes, electrodomésticos, vehículos, que toman en cuenta la sustentabilidad y el medio ambiente.

Pero en el gran Centro de Reciclaje mayor, desde el auto, viendo como iban llenando aquello cosmonautas los contenedores grises aparcados al lado del impresionante cobertizo, no dejé de imaginarme a la Diosa del Nilo y hasta algún lienzo, como si estuviera cobrando vida y movimiento, del moralizante y gran pintor flamenco Pieter Bruegel .

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