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Monte Tabor
El monte de Tabor, en Israel.
 

16 de mayo l de 2011 | SOCIEDAD


Mi viaje por Israel
     

Por Consuelo Carrillo Meza

En la Baja Galilea, habíamos dejado a Corazín, a Betsaída, y de ellas llevábamos el sabor amargo del más sublime de los lamentos, tanto para aquella época como lo sería para hoy que vivimos en un mundo saturado de materialismo. (Luc.10-13) Tabgha en cambio, receptiva y sensible al mensaje de Jesús, fue para Él como el nombre con que era conocida en su tiempo: Ma Gadan, que significa « aguas de fortuna ». Durante cuatro siglos se habían transmitido los judíos de padre a hijo sus recuerdos y sus enseñanzas. Sentimos no haber podido visitar la casa de su discípulo Pedro, porque a la hora en que llegamos ya estaba cerrada la entrada, así que nos dirigimos a la iglesia. Allí se encuentran los mosaicos más increíbles que representan el milagro de « Los Panes y los Peces » y « La Resurrección del Señor » y son también muy impresionantes los dos enormes monumentos del Apóstol, uno en la plaza y otro en medio de un floreado jardín cercado.

Aquellas excepcionales vivencias iban siendo poco a poco un sagrado recuerdo que guardamos en la memoria. Joyce sorpresivamente giró el auto hacia un recodo de la carretera y lo detuvo sobre una suave pendiente. Abajo el Jordán se deslizaba suave y silencioso entre el bosque y el campo de multitud de pequeñas flores silvestres y mientras ellos descendían por una estrecha vereda yo opté por quedarme en el auto para disfrutar del paisaje. Entre éste y el río, tanto Jesús como Juan el Bautista y el Tetrarca de Galilea se hicieron vivos en mi mente. (Lc.14 : 1-12 ).

Las inusitadas sorpresas y las maravillas se repiten en Israel. Tomando de nuevo la carretera hacia la Otra Galilea, descubrimos un panorama diferente de relieves montañosos y planicies verdes en una región de por sí, árida y agreste. A lo lejos y al borde de la carretera pudimos ver algunas reservas naturales de agua en el valle y el Alto Golán. Sobre este importante lugar me referiré más adelante, por ahora solo deseo destacar que ante tantas, variadas, inestimables y múltiples vivencias, visitar Israel, no es y no debe ser un asunto de experiencias o de satisfacción personal, sino de búsqueda sincera de un destino de fe y de esperanza por la construcción de un mundo mejor.

Nos habíamos despedido de los santos lugares abundantemente enriquecidos y cuando llegamos a Rosh Pina eran ya las seis de la tarde.

El 3 de Abril a las nueve de la mañana era Phil quien nos llevaría a descubrir otra parte de Galilea. Enfiló hacia la carretera 90 y bordeando el Tiberias por el lado occidental, íbamos, en silencio contemplando la infinitud de un cielo sin nubes cuando él nos señaló el Monte Tabor, que se levanta majestuoso dominando el colorido valle de Jeerzeel. En su cumbre se vislumbran dos iglesias: la una franciscana y la otra griega ortodoxa y él agrega que posiblemente hubo antes en ese lugar una bizantina. Este Monte es el llamado por la cristiandad el Monte de la Transfiguración (Mt. 17 : 1- 9) y las dos iglesias han sido construidas en memoria de aquel sobrenatural suceso en la vida de Jesús Por otra parte este Monte es también testigo silencioso de masacres perpetrados por turcos, cruzados, musulmanes, febriles ataques de Saladino ansioso por la conquista de Jerusalén y la dramática expulsión de los cristianos hasta que pudieron regresar a él los hábitos franciscanos.

La carretera se extiende limpia y recta hasta un cruce de dos brazos que señalan rutas distintas. Seguimos por la occidental. Durante el trayecto, antes de llegar a ese punto, bordeando el Tiberias, se ven lejos, muy lejos, por un lado las escarpadas pendientes de Arbel, por el otro los vestigios de la enigmática Migdala, cuna de María Magdalena y contiguo a la vía un conjunto de olivos tan viejos como el nacimiento de nuestra era. Después de dos mil años siguen de pie, con sus troncos rugosos y retorcidos pero conservando la dignidad de su estirpe dando todavía frutos en abundancia...

Finalmente otra afortunada sorpresa: ¡llegamos a Akko! el espectacular y grandioso puerto del Mediterráneo que después de la Tercera Cruzada fue llamado San Juan de Acre por la iglesia católica-romana y declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en el 2001.
Pronto continuaré con el relato de esta visita a San Juan de Acre en nuestro tercer día en Israel.

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