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Día de Todos los Santos

En todos los cementerios de Suecia las familias acuden a prender velitas a sus deudos. Foto: sverigesradio.se

 

03 de noviembre de 2012 | SUECIA |

El Día de Todos los Santos y el Día de todas las almas

El Día de Todos los Santos se celebra el sábado que cae entre el 31 de octubre y el 6 de noviembre. Entonces, las velas encendidas en los cementerios brillan, en memoria de nuestros difuntos. Pero esta costumbre tiene solamente poco más de medio siglo de antigüedad en Suecia. Mucho más antiguo es, sin embargo, culto a la muerte, al alma y a los santos, al inicio de los meses de invierno.

Fuente: Nordiska Museet. Lena Kättström Höök. Traducción: Magazín Latino

El Día de Todos los Santos en la Iglesia Católica Romana

El 1 de noviembre, el Día de Todos los Santos, la Iglesia Católica - desde el año 700 - ha celebrado todos los santos que no tenían su día propio en el calendario. Al día siguiente, el 2 de noviembre, se celebraba el día de todas las almas, en memoria de los familiares muertos liares muertos y la noche anterior, el 31 de octubre, era la noche de todos los santos afton (All Hallows Even=Halloween).

El feriado del Día de Todos los Santos ha conservado su importancia en la Iglesia Católica Romana en Europa Occidental.


El feriado del Día de Todos los Santos era el primer día del invierno

Durante la Edad Media y el catolicismo en Suecia, nos encontramos por primera vez con el Día de Todos los Santos en el calendario de Vallentuna, de 1198. Se contaba, entonces, como un feriado de segunda clase, es decir, que en importancia venía inmediatamente después de Navidad, Pascua y Pentecostés. Que ese día era significativa se puede también deducir se puede apreciar en la presencia de feriados de Todos los Santos en distintos lugares del país. El rol que jugó el Día de Todos los Santos como punto fijo en el calendario se aprecia en las leyes medievales y fue considerado como el primer día del invierno.

El Día de Todos los Santos, como feriado, se anula

En Suecia se mantuvo el Día de Todos los Santos como feriado incluso después de la Reforma del l año 1500, a pesar de varios intentos para eliminarlo y a pesar de que la adoración de los santos no se combinaba con la nueva doctrina luterana. Se consideró, al parecer, tan difícil el deshacerse de este sin que hubieran protestas, sin embargo, el Día de los Difuntos, el 2 de noviembre, fue abolido. Pero, finalmente, desapareció también el Día de Todos los Santos como un día festivo en el calendario en la reforma de 1772.

El Día de Todos los Santos se introdujo en 1953

Fue sólo más tarde, a mediados del siglo XX, cuando surgió la costumbre de las velas en las tumbas - inspirada en los países católicos del Mediterráneo. Y por último fue reintroducido el día festivo con la reforma del año 1953. El día, que llegó a ser conocido como el Día de Todos los Santos, se celebra el primer sábado de noviembre y su importancia como un apreciado descanso de la oscuridad crece cada vez más. El antiguo Día de Todos los Santos sigue siendo el 1 de noviembre sin ser festivo.

El Día de Todos los Santos en Suecia es, pues en cierta medida, una costumbre católica que ha retornado en una nueva forma - ahora recordamos a nuestros muertos en este día (con un ligero cambio en el calendario a veces) que antes dedicábamos a nuestros santos y no, como antes, en el Día de las almas. ¿Pero la pregunta es de si además estamos dispuestos a adoptar el Halloween, una celebración otoñal con raíces paganas-católicas?

 

 

 Halloween y Día de Todos los Santos

Desde México y con esta imagen, Eduardo Gómez recuerda en Instagram el Día de Los Muertos y Halloween.

 

 

 

Katerina Choul
Solo la muerte - Poema de Pablo Neruda

 

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.

 

 





 
 
 
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