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Debora tuvo que huir de Alemania, para la segunda guerra. Ella participó en la caminata urbana y en la ceremonia en la plaza Raoul Wallenberg. Foto: Marisol Aliaga

 

28 de enero de 2011 - SUECIA

Caminata hacia el pasado

ESTOCOLMO: Con motivo del Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, este 27 de enero, el Foro para la Historia Viva organizó una ceremonia en la plaza Raoul Wallenberg, en el centro de Estocolmo. La ministra de la Unión Europea, Birgitta Olsson pronunció un discurso, recordando las víctimas del holocausto y enfatizando la importancia de luchar por la democracia, la tolerancia y los derechos humanos. El Foro para la Historia Viva organizó también, como otros años, una caminata urbana por las calles de la Ciudad Vieja que guardan estrecha relación con el holocausto. La caminata estuvo dirigida por la pedagoga Åsa Thunström, y congregó a una treintena de personas.

Por: Marisol Aliaga

A pesar del sol que inundaba las antiguas calles de la Ciudad Vieja, en pleno Estocolmo, el frío era intenso, y las calles estaban cubiertas de nieve y de hielo. No obstante, la caminata a los lugares que guardan relación con el holocausto atrajo al número “perfecto” de personas, exclamó nuestra cicerona, Åsa Thunström: una treintena. La pedagoga y guía de la caminata nos enseñó diversos lugares, que guardan secretos históricos ligados a la segunda guerra mundial.

Åsa comenzó contando que por poco esta bella zona de la capital sueca desaparece por completo, cuando las autoridades, hace muchas décadas atrás, cansadas por las malas condiciones de las viviendas, querían echar todo abajo. Hoy en día esta es la región mejor cotizada de Estocolmo, a muchos les atraen estas antiguas casas que están llenas de secretos. Algunos de ellos fueron desvelados por nuestra guía, esta fría tarde de invierno escandinavo.

“En lo que atañe a la Segunda Guerra Mundial, la posición de Suecia ha sido siempre bastante compleja”, explicó Åsa.

En efecto, el país albergaba, durante esa época, tanto admiradores como a enemigos del régimen nazi. Suecia trató de mantener – o dijo mantener – una posición neutral, aunque, al parecer, esa “neutralidad” consistió más que nada complacer las demandas de Alemania. Como cuando el rey Gusta V amenazó con abdicar, si el gobierno de Per Albin no aceptaba la exigencia nazi de permitir que sus tropas pasaran por el territorio sueco. Más tarde, tanto Se dice que desde entonces, y debido al rol que Suecia jugó en la segunda guerra, nació el popular dicho “hacerse el sueco”.

La primera parada fue en la Iglesia Alemana. Åsa explicó que la influencia alemana – en tiempos pasados - en Estocolmo era amplia. A tal punto que las autoridades debieron legislar, para que los alemanes pudieran poseer el 50 % de la ciudad. ¿Una medida generosa? El caso es que la legislación surgió para evitar que lo hicieran en un 100 %. Para demostrar el poder de la sección sueca del partido alemán nazi, su presidente, Heinz Bartels, instó al pastor de la Iglesia Alemana, Emil Ohly, a izar la swástica, en el frontis de la iglesia. El pastor se negó, izando en cambio la antigua bandera alemana y dos banderas suecas. Esto ocasionó la furia de Bartels, alegando “adversidad en contra de Alemania”. Sin embargo, numerosos ciudadanos alemanes estaban empeñados en demostrar que “alemán” no era sinónimo de “nazi”, poniendo oídos sordos a las recomendaciones del nazi.

Uno de los lugares que más llamó mi atención fue Västerlånggatan 75. En esta dirección residía el primer ciudadano sueco que se enroló en las filas de Hitler. Hans Waldemar Lindén, nacido en septiembre de 1922, ingresó a la organización nazi Nordisk Ungdom (Juventud Nórdica) siendo un adolescente y, en marzo de 1941, engrosó las filas de las Waffen – SS.
Cabe preguntarse cual fue el motivo que impulsó a este joven a seguir esta ideología oscura. Desde el pasado, Waldemar, en la voz de Åsa, nos cuenta los pensamientos que pasaban por su cabeza el 3 de marzo de 1941, cuando escribió, en su diario de vida:

“Nuevamente he podido hacer realidad un sueño. El año pasado en la armada finlandesa, este año en la grandiosa alemana. Pareciera que estuviera en camino a ser una suerte de legionario, pero tan peligroso no lo es, espero. ¿Por qué, entonces, estoy aquí? Bueno, no es tan fácil contestar esta pregunta con unas pocas simples palabras. Son una serie de circunstancias que han jugado un rol. Por supuesto que es idealismo y deseos de aventura, que han jugado una parte importante. Pero no me puedo convencer a mi mismo que es sólo eso, esta vez. No, son también muchos otros, quizás no tan bellos factores, que han contribuido. La insatisfacción en la desesperada o-heroica, si, anti-heroica sociedad democrática, y la falta total de posibilidades, que, sin un eterno decir que sí a la democracia, crearse una posición en el Estado. ¿Acaso voy a seguir insatisfecho y dar mi juventud a alguna fuente de ingresos, en la cual no tengo el más mínimo interés? ¿Voy a dejar pasar mis mejores años, mientras acumulo años de servicio, para, en el mejor de los casos, terminar, aunque en tranquilidad, pero también como un funcionario de bajo rango en una polvorienta y burocrática institución estatal?”

Poca duda cabe de que lo que impulsó a Waldemar fue un afán de trascender, de salir de su anonimato, de su descontento. También soñaba con estar rodeado de palmas, o sea, de conseguir “un lugar bajo el sol”. Aunque tampoco cerraba los ojos ante el peligro inminente: ”Si me matan, entonces habré sellado con mi existencia la vida en comunidad aria, y habré muerto por mis ideales. Yo puedo morir en paz, sabiendo de que la gran Causa vencerá”, escribe, en otra parte del texto.

Hans Waldemar Lindén murió, a los pocos meses de haberse enrolado, convirtiéndose en el primer sueco fallecido en combate en las filas de Hitler.

Continuando la caminata, por la misma calle, en Västerlånggatan 25 se encuentra otro lugar histórico asociado a la segunda guerra. Aquí la organización nazi Brun Marin/Flottans framtid (Café Azul Marino/El Futuro de la Flota) tenía sus reuniones de células. Estas contribuían, al igual que sus pares en Austria, Checoslovaquia, y Polonia, a controlar presuntos opositores del nazismo y preparar el terreno para la ocupación alemana. La conocida escritora antinazi Amelie Posse, con ayuda de su hijo pudo reunir material para desvelar estas operaciones, y, al no ser escuchados por la policía, se dirigieron a la prensa. El jefe de redacción del diario Trots Allt (A pesar de todo), Ture Nerman, publicó lo descubierto por la escritora y su hijo, acarreándose un juicio por trasgredir la libertad de prensa. El diario fue absuelto de los cargos, pero igualmente se le prohibió el transporte del mismo, lo que imposibilitó, obviamente su distribución, durante nueve meses. El mismo día que el jurado dio a conocer el fallo, el 15 de mayo de 1940, Brun Marin decidió que el trabajo de células continuaría, con más fuerzas.

La caminata urbana concluyó frente al Ministerio de Relaciones Exteriores sueco. Inmediatamente después de haber ocurrido lo que se denominó “La noche de los cristales rotos”, el 10 de noviembre de 1938, llegaron a Suecia reportes acerca de ello. 400 judíos fueron asesinados, 267 sinagogas destruidas, miles de tiendas destruidas y saqueadas y alrededor de 30 000 judíos fueron enviados a los campos de concentración. A pesar de que Suecia tenía pleno conocimiento de la situación de los judíos en Alemania, el ministerio sueco propuso a las autoridades alemanas que se les timbrara una “J” en el pasaporte a los ciudadanos judíos y se les negara el derecho a regresar al país, si lo abandonaban.

Åsa Thunström leyó, frente al edificio del Ministerio de Relaciones Exteriores, los nombres de 17 mujeres y hombres a quienes se les negó el ingreso al país, en noviembre y diciembre de 1938. Posteriormente ellos perderían la vida, en los gettos y en los campos de concentración. “Sin duda, uno de los episodios menos brillantes de nuestra historia”, dijo Åsa y pidió a quienes habían estado en la caminata que pensaran en una de estas personas, al prender una velita en la ceremonia a realizarse en la plaza Raoul Wallenberg, poco más tarde.

 
 
 
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