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Lobo con el
 
 

24 de mayo de 2015 | COLUMNA |

Contestar o ignorar, esa es la cuestión

En el debate ocasionado a partir de la crónica radial de la corresponsal de Sveriges Radio en Latinoamérica han surgido otro tipo de problemas, que se refieren a los riesgos de tener presencia en las redes sociales, como Facebook, por ejemplo. Nuestra opinóloga Sara Olave escribe al respecto.

 

Por: Sara Olave

 

Los medios sociales como el Facebook tienen, como todo en la vida, sus pros y sus contras. Facebook nos da la oportunidad de intercambiar opiniones sobre múltiples temas, divulgar información, formar opinión etc. Manejado bien es muy útil en la lucha por las cosas en las que creemos.

Sin embargo tiene sus desventajas. Es también foro para cierto tipo de personas que lo utilizan para vendettas personales, para descargar las frustraciones de sus miserables vidas. Personas que necesitan protagonismo pero que debido a sus limitaciones no lo pueden conseguir de otra forma que insultando a diestra y siniestra. Estas personas, incapaces de autocrítica y menos de aceptar crítica constructiva, se defienden como animales heridos y utilizan cualquier medio para defenderse.

Los hay también los que son lobos con piel de oveja, que se infiltran en tu vida facebooquiana con artimañas sutiles y te utilizan para conseguir amigos e información, la que luego utilizan en tu contra con fines desconocidos. Se dicen de izquierda, progresistas, y todas las cosas admirables que una persona puede ser. Pero ante la menor discordancia con sus opiniones se vuelven en tu contra y comienzan a hostigarte e injuriarte, mostrando su verdadera cara.

Y por supuesto que los hay los que son ovejas con piel de lobo, que gritan y argumentan más fuertes que todos pero a la hora de los quiubos*, la oveja teme al lobo.

Claro, los amigos facebooquianos se pueden eliminar, bloquear, ningún problema dirás, pero sí hay un problema, cuando un rumor, una mentira se lanzan al espacio cibernético, se esparcen vertiginosamente, se transforma en viral y así una mentira se convierte en verdad.

Hemos visto el mismo fenómeno en los medios de prensa. Publican algo que después resulta no ser verdad, al día siguiente publican una nota chiquita, que apenas se ve, retractándose. Pero, ¿quién lee la notita?

Miente miente, que algo queda, decía el fascismo.

Lo vemos en todos en los reportajes sobre Latinoamérica, sobre todo cuando hablan de Venezuela y de Cuba. El último ejemplo es el reportaje de la corresponsal de Sveriges Radio Lotten Collin sobre el Día de la Madre (lean artículo Mujeres latinoamericanas responden a corresponsal sueca en Latinoamérica aquí en el ML)

Pero esta vez, mujeres latinoamericanas unidas más allá de toda división sectaria, con seriedad y respeto, ejercieron su sagrado derecho al pataleo. Y dio resultado. Sveriges Radio (Radio Suecia) respondió la carta, y aunque lo hizo defendiendo lo indefendible, se vieron obligadas a contestar la carta dirigida a ellos. También ETC, Feministisk Perspektiv y ahora SVT, publican y comentan el debate.

Entonces, ¿qué hacer? ¿Contestar y debatir con estas nocivas personas? ¿Ignorarlas? ¿Mandarlos a freír monos a Guayaquil?

¡Qué dilema! Pero no creo que haya solo una respuesta correcta. Y sobre todo cuando este tipo de personas, en su desvariar, intentan mancillar la reputación de mujeres intachables. Y esa es la razón de mi ofuscación y dilema en estos momentos, una de esas personas, un lobo con piel de oveja, vengativamente ha intentado insultar y difamar una querida amiga mía. ¿La razón? quién sabe que motiva a estas mentes enfermizas.

Desgraciadamente, ahora está arremetiendo soezmente a toda persona que se atreva a comentar lo ocurrido, personas a quienes ni siquiera conoce. Es un misógino recalcitrante, machista acérrimo. Me atrevo a usar estos epítetos pues tengo conocimiento de causa.

¿Por qué baja la cola cuando un hombre lo interpela?

Lectores, amigas, amigos: ¿qué opinan Uds. que se debe hacer en este caso? ¿Debemos gastar tiempo, energía, neuronas en este tipo de gente? ¿Los bloqueamos y nos olvidamos de su existencia? Hay una parte de mí que se inclina a ignorarlas, no darles el foro u oportunidad que buscan para descargar su miseria, no bajarnos a su nivel. Pero mi parte guerrera quisiera muchas veces hacerlos picadillo…

 

* "A la hora de los quiubos": chilenismo que significa a la hora de dar cuentas, que se acobarda.

 

 

Columna anterior:

¡Escojo Latinoamérica, Míster Sjöstedt!

 

 


 
 
 
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