13 de febrero de 2013 | COLUMNA |

La confianza

Por: Marco Aliaga(*)

Uno de los temas más recurridos es sin lugar  a dudas el de la confianza o para ser más certeros debemos decir la falta de confianza. Desconfiamos de todo y de todos. Nuestras instituciones nos fallan, justicia, educación y gobierno parecen confabular contra nosotros. Debemos llevar el auto al mecánico y desconfiamos del servicio que nos van a dar. Tenemos que ir al médico y nos preocupa en qué manos vamos a caer. Parece una exageración, pero es así. El tema de la confianza está muy trajinado hoy día.  Ya sabemos de esto cuando nuestros hijos nos dicen papa, tú no confías en mí. 

Pidiendo una confianza incondicional, y más aun haciéndonos sentir  que al no otorgarles nuestra confianza pecamos.

En primer lugar la confianza se define como:

Encargar o poner al cuidado de alguien algún negocio u otra cosa., sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene.

Podemos decir entonces que la confianza  está apoyada en pilares racionales.

Me explico:

Si usted va  ser operado del cerebro  en una operación en la cual puede írsele la vida. En primer lugar usted buscara el mejor doctor; estudiara su currículum y solamente después de esto le confiará su vida.

Pero qué tal si al llegar al pabellón, aparece otro médico; y más aun  este le dice” Sabe, haré todo lo posible para que salgamos bien de esta operación, pero ya que estamos en franqueza, le diré que siempre he sido el ayudante de su doctor y primera vez que voy a realizar esta operación, espero que nos vaya bien.

¿Qué haría Ud.?

La confianza se asienta en el conocimiento que Ud. Tiene de la persona u objeto en la cual Ud. Se apoyará.

Otro ejemplo.

Si Ud. va a cruzar un puente, y al mirarlo encuentra que este puente sobre un precipicio está muy viejo, que sus cuerdas de sustentación esta roídas, ¿tendría la confianza de cruzar por el?

Bien, supongamos que usted fue operado por el mejor neurocirujano, a quien el cuál Ud. estudio y aprobó. Y la operación fue todo un éxito. Sucederá que usted tendrá la confianza de recomendarlo a otro. ¿Por qué? Porque usted lo probó.

Entonces,  no tan solo  la confianza se asienta en el conocimiento, sino también en la vivencia, que tenemos con la persona en la cual depositamos nuestra fe.

Y podríamos decir entonces que debemos confiar en Dios con toda nuestra mente y con todo nuestro corazón.

Salmos 20: 7 Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.

¿En quién has puesto tu confianza? ¿En qué has confiado? ¿En tu trabajo, tu empleador, tu cuenta bancaria, tus talentos, o tus amigos?

Quizás tu confianza esté en ti mismo, en tu pasado exitoso, en tu educación, o en tus posesiones. Todas estas cosas son temporales. Están sujetas al cambio.  Solo el Señor no cambia. El es la Roca firme que no se mueve.

Decide poner tu confianza en Dios.

De acuerdo a la premisa dicha anteriormente, que la confianza se asienta en el conocimiento y en la vivencia que tenemos de la persona en la cual depositaremos nuestra fe.

Entonces debemos primero que nada tener  el conocimiento de Dios.

Es pues el  conocimiento de Dios imprescindible para el hombre.

"Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la Dios" 1 Timoteo 2:4

Es por medio del conocimiento de Dios y su  obra en la cruz, que accedemos a su presencia, esta es la puerta que se abre  y  nos invita a transitar por sus sendas.

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. .Apocalipsis 3:20.

Solamente cuando pongo mi confianza en Dios, andaré confiado en la tierra de los vivientes. Salmos 116: 9.

(*) Marco Aliaga, pastor de profesión, es columnista invitado de Magazín Latino.

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Y se casaron y fueron muy felices