09 de octubre de 2012 | COLUMNA |
El trabajo y la ley universal del movimiento perpetuo
Por: Víctor Aquiles Jiménez H.
"El trabajo os hará libre" desafortunado y cínico lema utilizado en Auschwitz por los nazis en un campo de concentración y exterminio. El trabajo utilizado como liberador ante la muerte en circunstancias históricas fatales es una burla horrorosa que sobrepasa todos los límites humanamente aceptables. El trabajo es vida, es liberador, no puede ser vínculo de la muerte, de la explotación y tortura, porque el trabajo es el verdadero sentido de la vida.
Es cosa de pensar e imaginar el macro y micro universo para darnos cuenta que todo se encuentra en perpetuo movimiento, gracias a una ley iusnatural que funciona cual pieza de relojería cuyo mecanismo no conocemos. Todo se sustenta en una incesante y colosal laboriosidad que intuimos eterna, cuyo fin es el cambio que renueva y propicia nuevas formas de vida y acaba otras. El trabajo es universal, abarca todos los reinos: vegetal, mineral y animal, tanto es arriba como abajo. Todo lo que pensemos, imaginemos, hagamos o soñemos es trabajo, un trabajo neurofisiológico de la capacidad cerebral humana. En el reino animal, el trabajo es una función biológica instintiva, determinada por la naturaleza. El hombre tiene conciencia del valor del trabajo como mecanismo para sobrevivir desde los albores de la humanidad, y ha basado inteligentemente su organización social en esta obligación, la recompensa está precisamente en el mismo trabajo y en los medios que recibe como resultado. Nuestro cerebro nos hace creer que el trabajo es nuestra vía de supervivencia, ligando esta idea al instinto de conservación de la especie.
El hombre no es el inventor del trabajo, el trabajo es consecuencia de una ley universal de movimiento eterno; una ley física natural que rige para todos y que adapta al hombre para que se esfuerce en su supervivencia, desarrollo y evolución comprometido con su entorno.
El sentido del trabajo es una de las funciones principales de las que tenemos conciencia, a temprana edad nos lo enseñan nuestros padres y es en el colegio donde nos entrenan y obligan con las tareas a trabajar responsablemente, luego la sociedad se encarga de probarnos sin miramientos. El trabajo como pauta cultural es lo que tiene mayor peso en las sociedades por estar vinculado directamente al instinto de supervivencia.
Por esta razón el trabajo se ha convertido en una necesidad capital y es un derecho natural en todas las culturas. El trabajo goza del mejor estatus en la escala de valores humana y se reconoce como la principal función de organización social y estratificación de los sistemas políticos avanzados modernos y de los países en desarrollo como de los clanes tribales. Forma parte de nuestra racionalidad cognitiva pensar que el trabajo es noble y bueno y que a través de él "nos ganamos la vida". Nadie se opone a este mandato que ha formado sociedades poderosas en torno al trabajo, filosofías y religiones. Pocas personas piensan que vivir sin trabajar es bueno y saludable, se ve más como una psicopatología. El precepto bíblico "ganarás el pan con el sudor de tu frente" es un castigo ante el derecho natural al trabajo liberador. No encontraremos literatura sobre pueblos que surgieran de la nada sin esfuerzo y trabajo, dedicados a los placeres y al ocio. Lo más conocido es la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, lugar bello y fantástico, donde no tenían otra cosa que hacer que obedecer algunas órdenes del Creador, y al no obedecerlas fueron expulsados.
El trabajo se ha ido diversificando y especializando lo que ha dado paso a las profesiones y a las jerarquías entre los trabajadores, obteniendo el trabajo un carácter estatutario de acuerdo a la importancia que tenga en su medio, esto ha sido así desde las épocas más remotas.
El hombre en su insana ambición de dominio y controles sobre la naturaleza, de los medios técnicos de producción, económicos y políticos, ha convertido el trabajo en fuente de injusticia, explotación y esclavitud, pasando por encima del equilibrio natural, creando desigualdad y frustración por la artificialidad impuesta en la organización y distribución del trabajo y sus jerarquías. Ha pervertido la necesidad biológica de trabajar apropiándose de los medios de producción, de la tierra, de los recursos naturales para someter a la necesidad de trabajar solamente a unos pocos y mantener en la incertidumbre a una mayoría, cuya lógica aspiración es trabajar para "para ganarse el sustento".
El trabajo por su importancia ha sido la labor más manipulada y controlada del género humano, la que más poder y riqueza ha otorgado a unos pocos, en desmedro de oleadas de trabajadores explotados que han sentido humillaciones, pesares, injusticia y muerte en el mundo durante siglos. El trabajo ha enfrentado ferozmente en diferentes épocas a sistemas políticos distintos por los mercados. La terrible crisis en Europa con repercusiones internacionales afecta a millones de trabajadores que ven un peligro instintivo cernirse sobre sus futuros. El fluir armonioso de la ley universal del movimiento eterno que ni remotamente se conoce que exista dentro de las leyes de la física debe aceptarse y reconocerse. El trabajo los hombres lo entienden como un derecho, surgido de esa ley. Las sociedades modernas deben comprender que la necesidad y demanda de trabajo de las personas, no es meramente por la subsistencia o la acumulación de bienes, sino un imperativo biológico, un mandato neurológico; una ley universal que lo rige todo. En el hombre trabajar es satisfactorio, es salud, y felicidad, tan necesario como respirar. La convivencia, el desarrollo y evolución humana pasa por comprender esto. Estamos en una nueva etapa en la que hay que rediseñar y distribuir el trabajo como el principal bien de la humanidad; el trabajo como fin recreativo y productivo; el trabajo como principio liberador y de desarrollo del que nadie quede excluido, el trabajo como sostén fundamental de la democracia.
Esto significa un arduo trabajo de prospección científica, sociológica y política del futuro del trabajo en su organización social, acorde a las leyes universales que nos rigen.
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