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Sundbybergskyrka
Olof Palme. Foto: Paolo Rodriguez / Scanpix - 1985.
 

28 de febrero de 2011 - Suecia

Nuestro Olof

Al cumplirse 25 años del asesinato de Olof Palme, sus palabras parecieran tener más actualidad que nunca. Y, justamente la ´palabra´ fue algo esencial para el estadista, que usaba la retórica como un arma poderosa en contra de sus contrincantes. Göran Greider, quien acaba de publicar una biografía del ex premier sueco, afirma que "al morir Palme desapareció un lenguaje. Un lenguaje político marcado por la pasión y el compromiso, que habría sido muy útil si él se hubiera pronunciado sobre los grandes conflictos de la década del 2000".

Olof Palme llamaba las cosas por su nombre. Hoy en día nos gustaría escuchar nuevamente sus "asesinos de Satanás" y "bestias de la dictadura", en lugar de "estabilidad", en relación a la situación en Libia.

A veinticinco años de aquella fatídica noche del 28 de febrero de 1986, el magnicidio sigue siendo una herida abierta en la sociedad sueca, y la policía sigue sin encontrar al asesino de un líder que tenía la capacidad de ser humilde con los débiles, y fuerte con los poderosos.

Pasión y compasión son dos palabras que caracterizaron a ´nuestro Olof´. Y la esperanza, que para él era casi tan importante como la vida misma, tal vez por eso que su figura significó tanto, para tantos.

Marisol Aliaga
Editora responsable

 
 
 
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