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Anciana
Anciana contando dinero. Foto: zinasurf.blogspot.com.
 

16 de abril de 2012 | COLUMNA |

La guerra de los viejos y el FMI

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

Me ha llamado la atención lo que ha dicho la directora de FMI sobre el envejecimiento de la población y los "riesgos" que implica económicamente "sostener" a los jubilados, pensionados y sector pasivo, lo que significa que a mayor expectativa de vida humano, más gasto para el sistema que ha de cubrir el coste de manutención. Entonces se buscan soluciones y entre ellas atrasar las jubilaciones para que los jubilados y pensionados coticen más y disfruten menos cuando les llegue el momento del descanso de sus vidas luego de una larga y dificultosa actividad laboral, es decir estrujar hasta el último a las personas y otorgar el mínimo de bienestar a los pocos años que le queden.

La frialdad con que el FMI (Fondo Monetario Internacional) entrega esta información, siendo una institución netamente monetaria nos deja con una sensación amarga en la boca, por la decepción que produce implicar a un sector de la sociedad humana, un estamento importante que cargó durante años la dura responsabilidad de tirar el carro de su sociedad cuando le tocó hacerse cargo, se convierta de pronto en un segmento abstracto, estadístico, traducible solamente en ecuaciones numéricas alejadas de cualquier humanismo.

¿Que las estadísticas matemáticas, utilizadas son frías por su naturaleza y que no se puede por lo mismo reflejar sentimientos humanos con ellas cuando se trata de proyectar o prospectar la sociedad es lo correcto? nos lleva a pensar que algo anda mal en nuestra inteligencia y herramientas que utilizamos, porque no podemos entender que no haya dignidad para la población de transición en un viaje de ida sin retorno como son los adultos mayores. Por lo mismo como este gran sector social ha dejado de ser productivo de acuerdo a las leyes del mercado laboral, pareciera ser la idea que cuanto más rápido muera mucho mejor para el sistema.

El sistema es nuestra organización social que nos permite la convivencia por encima de nuestras individualidades para formar un todo coherente, bajo una consigna democrática en la que creemos, que nos permita en lo ideal todas las creencias, con poderes políticos que hemos creados y elegidos, con normas de conducta legales, deberes y haberes y una gran base de servicios de formación y atención general, como educación y sanidad, etc. Todos sabemos que así como tenemos derechos también tenemos deberes. Pero no hay equivalencia entre derechos y deberes, y eso lo hemos vivido todos desde la más tierna niñez, con la educación, luego con el trabajo, los impuestos y la observancia de las normas. Sin embargo, los derechos, nuestros derechos no siempre son satisfechos, la ilegalidad y la indiferencia la sentimos por todas partes y cualquiera de nosotros sabe lo que cuestan los bienes, alimentarse, tener y modelar una familia el derecho a la salud, educación y recreación. Que se hable con cierto desdén de la población mayor, como si fuera un mal envejecer, un terrible estigma de la naturaleza y no buscar fórmulas políticas y económicas de recursos que vayan en favor de este sector de los mayores, se contradice con la filosofía y bases de lo que es la sociedad del bienestar en los países desarrollados. Así como la distribución del trabajo social es lo que se impone a los políticos de turno, el eje y motor de las sociedades, el relajamiento y bienestar a la hora del descanso del segmento social que pasa al sector pasivo ha de ser un derecho digno y no un problema de cargo.

Por eso resulta chocante que Christine Lagarde, directora gerente del FMI, recomiende bajar las pensiones y atrasarlas, como fórmula para enfrentar el "problema" o dilema de que la gente viva más "exprimiendo" al mismo sector afectado por la crisis con medidas de desgaste, rebajando sus pensiones y subiendo la edad de jubilación. Entiendo que es un contratiempo para las actuales administraciones políticos económicas que la gente viva más, en este caso los trabajadores y el FMI y todo lo que representa es una institución netamente económica que todo lo ve con su cristal (diamante) empañado que refleja el oro, la plata, y los colores del papel moneda solamente.

Por gastado que parezca lo que diré, el trabajo reivindica, ennoblece a las personas y alarga sus vidas, cuando es agradable, realizado en condiciones amigables y bien retribuido. Nadie que se sienta realizado en el trabajo quiere dejar de trabajar, porque el trabajo bien hecho es placentero. La realidad y problema es que no hay trabajo para todos y eso ha permitido crear un sistema de chimenea para producir el tiraje social laboral que vaya ocupando los espacios que dejan los que se jubilan en plenas facultades. El descanso digno, con una pensión que garantice una vida tranquila es la recompensa por abandonar el trabajo productivo, otorgándole el tiempo para el ocio, la recreación y la familia.

Pero hoy en tiempos de crisis, todos los gastos superfluos, los países afectados de la Unión Europea son gravantes para el erario público y la sola idea de que la gente viva más los economistas asesores de los políticos ven solamente el coste de manutención del estamento social envejecido y proponen recortes y mermas de sus derechos para redistribuir en otros sitios los recursos obtenidos. Los economistas no saben proyectar el futuro de las sociedades en que viven y lo que hace 200 años atrás fue útil para el desarrollo social, con la distribución del trabajo social, una vez conseguido las respuestas adecuadas hoy no lo son, precisamente por el crecimiento de la población, por el alargue de la vida, por las herramientas que hacen innecesario la fuerza humana o de animal. Eso ya lo sabemos hace tiempo y no vemos por donde pueden salir las grandes soluciones para una sociedad que da avisos de que llegará pronto, donde el trabajo y ocupación lo haremos e inventaremos de otra forma a como lo conocemos y hemos vivido. Tenemos que esperar cómo se controlará el sector productivo, el básico de la alimentación, luego el sector de servicios, salud y educación. Tiempo para el ocio y la recreación será otra tarea para los sociólogos y políticos porque habrá más vida y tiempo para ello.

Por ahora, volviendo al hoy, al vivir más la gente, tendrán que pagarse más pensiones y prestaciones a la seguridad social, la directora del FMI da algunas ideas de como hacer frente a la situación, contando con los recursos del sector público y privado y otorga ejemplos de como se hace en otros países, EE.UU. por ejemplo: "La empresas tendrían que multiplicar varias veces sus contribuciones para poder afrontar esos pasivos adicionales" Esos "pasivos adicionales" son el aumento de la población, lo que llaman evolución demográfica. Dice el FMI, a través de la señora Christine Lagarde que se había subestimado este factor de crecimiento, uno por envejecimiento y el alargue de la vida. Lo que debiera ser una alegría para el género humano el aumento de vida, desde la economía es un problema.

Es alarmante saber que no somos más que cifras, cantidades abstractas para los economistas, que consideran al segmento humano mayor como actores pasivos a los que hay que mantener, entre menos tiempo mejor.

Este no es un tema nuevo, hay alguna literatura, cine y arte al respecto sobre los viejos y no se ven proyectos acordes a la importancia y dignidad humana de los "desplazados" porque tenemos una cultura basada en el culto a la juventud, fuerza, músculos y belleza, todo lo que escapa a esta corriente de pensamiento queda fuera. Mientras se está dentro de estos estamentos sociales se tiene la ilusión de que el tiempo no transcurrirá y que son otros los que envejecen y se hace borroso el panorama de los mayores o viejos, hasta que nos toca a nosotros.

A veces entre hacer una crónica, un ensayo o una tesis sobre temas como este me inclino por el cuento, porque este género me permite más libertad en asuntos científicos, clasificando la narración como ciencia-ficción. Es así que en el año 1995 escribí un cuento que titulé La guerra de los viejos con el mismo asunto al que ha hecho noticia (de nuevo) el FMI a través de su directora general. En mi cuento se rebelan los viejos, todos mayores de 40 años, para sobrevivir, porque los estados de los países ricos han declarado la guerra a la vejez y a la muerte, sobreviviendo siempre jóvenes aquellos que pueden pagarse las medicinas y los recursos que les mantienen jóvenes y sanos por muchos años, todo dependiendo de cuanto dinero tengan los ricos. Los que no tengan los recursos adecuados morirán de muerte natural, de hambre o enfermedades. Por cierto habrá planes de por medio de los estados para estimular estas muertes.

De esta forma en el mundo sólo irá quedando menos gente, lo que significa ahorros de recursos a favor de los poderosos. Pero los viejos que no quieren ser reconocidos en el futuro en los museos, donde dejarán algunos cuerpos como curiosidad para los jóvenes eternos se rebelan y comienzan a luchar para seguir existiendo como personas. La guerra de los viejos lo publiqué en EL MOSTRADOR y estoy buscando el fichero en un viejo disquete o en un CD para incorporarlo aquí a la próxima…


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