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Michelle Carreño
Michelle Carreño, su mamá, su papá y su tío forman parte de los demandantes quienes exigen una indemnización de parte de Boliden. Foto: Pantallazo de web de DN.
 

26 de septiembre de 2013 | SUECIA - CHILE |

Michelle y sus padres presentan querella contra Boliden

Boliden enfrenta demanda judicial por residuos tóxicos enviados a Chile.

Tres abogados presentaron el lunes 16 de septiembre una demanda judicial al juzgado de Skellefteå en contra de la minera sueca Boliden, que en 1985 pagó 10 millones de coronas a la empresa chilena Promel para que se hiciera cargo de residuos tóxicos.

Promel, en lugar de procesar las 20.000 toneladas de material contaminado con mercurio, arsénico y plomo, arrojó el contenido de los barriles metálicos a la intemperie, en las afueras de la ciudad de Arica, al alcance de los niños. Más tarde se detectaron graves problemas de salud en los habitantes del sector, como alta incidencia de cáncer, cefaleas crónicas, dolencias articulares y óseas, tos crónica y enfermedades a las vías respiratorias, entre otras.  

"Boliden sabía que la legislación en Suecia se haría más estricta, pero en lugar de encargarse ellos mismos de los residuos tóxicos, los enviaron al Chile de Pinochet y a un destinatario dudoso", declaró a la prensa Johan Öberg, uno de los tres abogados que representan a los 707 demandantes, la mayoría de ellos niños y la más pequeña de sólo cuatro años. Ellos exigen a Boliden una indemnización de 130 000 coronas por persona, en total 90 millones de coronas.

 

Por: Marisol Aliaga

 

Veinte mil toneladas de residuos químicos fueron enviadas en barriles metálicos desde la norteña ciudad de Skellefteå a la ciudad más al norte de Chile, Arica, entre 1984 y 1985.

Alrededor de veinte mil son las páginas del material de la demanda colectiva presentada en contra de la compañía minera sueca Boliden, por parte de 707 pobladores afectados por la contaminación del desecho toxico que fuera vertido en las afueras de Arica, en el sector de Cerro Chuño. Todos los demandantes muestran altos niveles de arsénico en el cuerpo.

La mayoría de los querellantes son niños, la más chiquita se llama Jazmine y tiene cuatro años. Su madre, Katharine Castillo, vivía a pocos metros de donde fuera vertido el material tóxico, en un sitio eriazo.

Katharine Castillo contó al matutino Dagens Nyheter que cuando ella era niña acostumbraba jugar allí. Se tiraban del cerro negro, saltaban y hacían bolas que se lanzaban entre ellos.

- Nos salían granos en los brazos, que picaban, pero nadie les hacía caso, nadie sabía lo peligroso que eso era. Ahora yo estoy preocupada por mi hija, quien sabe como los polimetales la afectarán a ella, dijo Katharine Castillo a Dagens Nyheter.

Su hijita Jazmine presenta granos en el cuerpo, no se siente bien, y los exámenes demuestran que tiene altos niveles de arsénico en la orina.

- Yo solo quiero tener dinero suficiente para que nos podamos cambiar de aquí, dice Katharine.

 

Historia


El escándalo de los desechos tóxicos comenzó hace casi 30 años atrás, cuando la empresa Promel y Cía. obtuvo la autorización del Servicio de Salud de Arica para desaduanar las 20 000 toneladas de "barros con contenidos metálicos" provenientes del puerto de Skellefteå, donde la minera sueca Boliden había acumulado grandes cantidades de desechos químicos de la mina. Este se comprendía de un 17 por ciento de arsénico y contenía grandes cantidades de plomo y de mercurio.

Boliden quería deshacerse de este material altamente tóxico y Promel lo ingresó a Arica como "Zona Franca", o sea, sin siquiera pagar impuestos.

El Director Ejecutivo de Promel, Marco Beovic Vranicic, en el documento dirigido al Director del Servicio de Salud de Arica asegura que los residuos "no son tóxicos, no se pueden ingerir y que cualquier persona puede manipularlos”. La idea de Beovic, y de sus socios, David Fux Glickman, Blas Martino Muñoz, Natalio Fosk Rosemberg, Alberto Koch Sologuren y Eduardo Fosk Abrahamson, era separar el arsénico de los residuos y extraer el oro contenido en estos.

Según ellos, Promel era "una de las pocas industrias existentes en el mundo que podía hacer ese tipo de tratamiento, que también habían internado material de España y Bolivia y que el personal de sus plantas no había registrado problema alguno de salud".

Por otra parte, el entonces Jefe de Medio Ambiente de Boliden, Rolf Svedberg, había viajado a Chile en 1983, para inspeccionar las plantas de Promel, y a pesar de haber encontrado una primitiva fábrica de baja capacidad, Svedberg recomendó la empresa.

El año 2009, el jurista de medio ambiente hace un mea culpa, y declara al Dagens Nyheter:

"Estoy desilusionado de la actitud pasiva de Boliden y del Estado sueco. Hace 25 años le recomendé a la empresa minera Boliden, exportar 20.000 toneladas de desechos a la ciudad de Arica, en el norte de Chile. El objetivo era que una empresa chilena rescataría minerales de los desechos. Pero esto no ocurrió nunca y en su lugar cientos de chilenos se han enfermado por exposición al plomo, el mercurio y el arsénico. Recientemente, en septiembre de este año, el gobierno chileno evacuó a 7.000 personas de la zona. Estimo que Boliden y el estado sueco deben ayudar a los afectados. Es lo único que corresponde moral y humanamente hacer".

Efectivamente, Promel internó las toneladas de barro toxico pero en lugar de extraer el oro y neutralizar el arsénico y el plomo, como había asegurado hacer, lo dejó a pleno aire libre en una zona urbana.

Una montaña de veneno de 90 metros de largo, 30 metros de ancho y tres metros de altura que atraía a los niños de la zona que inocentemente jugaron con la arena negra durante años. Como Katharine Castillo y sus amiguitos. Obviamente las consecuencias no demorarían en llegar, en forma de cáncer, malformaciones, osteoporosis y diversas otras enfermedades.

 

Documental "Los niños del plomo"


En Suecia, este escándalo del medioambiente fue dado a conocer por el vespertino Aftonbladet, el año 1998.

Pero pasarían diez años más hasta que se estrenara el documental "Blybarnen" (Los niños del plomo), realizado por Lars Edman och William Johansson, oriundos de la misma ciudad de donde salieran los residuos tóxicos, Skellefteå.

El documentalista viajó a Arica en 2009 junto a Rolf Svedberg, y conversó con los afectados. El documental se exhibió incluso en el Parlamento sueco ese mismo año, y tuvo gran resonancia en la opinión pública y en los medios. Pero no pasó de eso.

- Nos sentimos bastante decepcionados. No sé si es ingenuo pensar que uno puede cambiar algo de esta forma. Boliden mantuvo sus respuestas de que no fueron ellos quienes cometieron los errores sino que la culpa es de otros. Y lamentablemente tanto los medios de comunicación como quienes podrían haber hecho algo se conformaron con esto, y luego quedó todo en silencio, dijo Lars Edman al canal de televisión estatal sueco, SVT, en una entrevista reciente.

Ahora Lars Edman está expectante de ver cómo se desarrolla este nuevo proceso judicial que se ha puesto en marcha.

- Lo hemos visto como nuestra misión. Queremos contar esto y hacer que la gente en Suecia y en el extranjero sepa que ha sucedido. Pero ahí termina nuestro rol. No tenemos control sobre procesos jurídicos, pero estamos muy contentos de que alguien quiera tomar la varilla y que domine algo que nosotros no hacemos, leyes y derechos y esas cosas. Se siente muy bien, dijo John Edman, director de la película "Los niños del plomo".

 

Las víctimas olvidadas


Y, en realidad, hay mucho que contar en este escándalo medioambientalista del cual los niños son las principales víctimas. Pero no sólo los niños, a diferencia de lo firmado por el director de Promel, que en sus plantas nadie había tenido problemas de salud, Eustaquio Correa, quien trabajó para la compañía chilena, contó a Dagens Nyheter sus experiencias.

En la actualidad Eustaquio Correa tiene 73 años, está jubilado y vive con su madre. Nunca tuvo hijos, cosa que atribuye a la exposición a los tóxicos, cuando trabajaba para Promel, a los 25 años. Él, junto a sus compañeros, nunca supo lo peligroso de los residuos. A punta de palas y carretillas y malamente protegidos, arrojaban el barro en una banda que lo llevaba a un horno.

- Cuando el lodo se quemaba en el horno, se desprendía un olor muy fuerte y nos salían erupciones en la piel, a algunos se les salía el cuero de la cara. Aceptamos trabajar en esas condiciones porque no teníamos otra opción, el desempleo era alto y había que tener un trabajo, contó Eustaquio Correa a Dagens Nyheter.

En efecto, corría el año 1984, plena dictadura de Pinochet y había que tomar lo que viniera. Promel tenía entonces 450 empleados, que trabajaban en tres turnos procesando el mineral proveniente de Bolivia. El residuo enviado por Boliden era distinto.

- Nosotros sentimos que era venenoso, el olor era completamente distinto, dijo Arturo Flores a DN.

Él también trabajaba descargando el lodo, pero no está en la lista de los 707 querellantes. Según explica DN, él ha tratado de estar en la lista, pero sin éxito, y está muy enojado.

- Nosotros que trabajamos en Promel somos las víctimas olvidadas. Aquellos que vivían cerca han recibido cierta ayuda y participan de esta querella. Pero nosotros, que fuimos quienes primero nos enfrentamos a este veneno, no recibimos nada, "dijo Arturo Flores.



Y, en efecto, las personas afectadas por lospolimetales suman miles, no solamente las 707 de la querella. Porque, por mas descabellada que parezca la idea, entre los años 1992 y 1996 se autorizó la construcción de viviendas para alrededor de unas 12.000 personas en el sector de Los Industriales y del Cerro Chuño, al lado de los desechos tóxicos y sobre un basural. Se calcula que unos 3 000 pobladores de la zona presentaron problemas de salud y, ante las numerosas denuncias, en 1997 el Servicio de Salud de Arica trasladó la totalidad de los desechos. Más tarde se inició un seguimiento de los pobladores para averiguar los niveles de plomo y arsénico en ellos, y en 1999 la Fiscalía del Medio Ambiente, FIMA, presentó una demanda en contra de Promel y del Estado de Chile.

Por las dos razones que han convertido la vida de miles de pobladores un infierno: la importación de residuos químicos y la construcción de viviendas en el sector contaminado.

 

La Corte Suprema de Chile estableció, en 2007, que Promel y Cia. debían reparar los daños que habían ocasionado y ordenó una indemnización de 8 millones de pesos cada una a 356 personas. Y en 2007 se dictaminó la erradicación de 7.000 pobladores, por la contaminación de polimetales.

Vale decir que Promel y Cia. en 1993 se declaró en bancarrota, y no ha podido - o más bien no ha querido - responder por nada.

Boliden, por su parte, presenta ganancias de tres - cuatro mil millones de coronas al año.
Y ahora se enfrentará a los abogados Johan Öberg, Karin Skugge y Göran Starkebo. Quienes han trabajado sin remuneración en este caso.

- Cuando estuvimos en Arica y nos encontramos con las víctimas, que no tenían ninguna esperanza de llevar a cabo un proceso, nuestros corazones se derritieron. Es un sector muy pobre y con personas muy pobres. Los polimetales hacen que ellos no tienen la opción de vender y mudarse de aquí. Así es que se ven obligados a quedarse, con sus hijos, expresó Göran Starkebo a Dagens Nyheter.

 

Los tres juristas han dedicado innumerables horas a este litigio. Si ganan, los demandantes recibirán su indemnización. Y Boliden se verá obligada a pagar también los costos de los abogados de la parte querellante.

Esta es la primera vez que un juico de esta naturaleza se lleva a cabo en Suecia. Debido a que los hechos ocurrieron en otro país, son las leyes de este país las que rigen, y esta es la razón por la cual el juicio se puede llevar a cabo. En Chile no importa que el traslado de material toxico haya ocurrido hace casi 30 años atrás.

Pero la posición de Boliden ha sido clara. Durante todo este tiempo se ha declarado libre de toda responsabilidad, culpando única y exclusivamente a Promel.

"Lo que pasó en Arica es profundamente trágico. Lamentamos los incidentes y las consecuencias para las víctimas que siguieron desde 1993 y que pueda deberse al material suministrado por nosotros. Material que, a pesar de las medidas cautelares de nuestra parte, obviamente no se ha manejado correctamente en una segunda y tercera etapa", señala Boliden en su página web.

No obstante, la verdad pesa más que el plomo. Y la verdad es que Boliden, en lugar de encargarse de sus desechos tóxicos decidió enviarlos a un país que estaba bajo una de las más brutales dictaduras de esa época, la de Pinochet. Y en Suecia se conocía muy bien la situación en Chile.

Tal vez Boliden pecó de inocente, porque ¿cómo pudo pensar que en un país donde no se respetaban los derechos humanos fundamentales, se iba a respetar el medio ambiente?

Hay veces en que el dicho "hacerse el sueco" calza muy bien.

 

 

 

Aclaración al pie de la nota:

El matutino más importante de Suecia, Dagens Nyheter (Las Noticias del Día), ha desarrollado una extensa labor periodística, en la cobertura de este tema. No obstante, Magazín Latino descubrió que se había cometido un error. Dagens Nyheter nombra repetidas veces al pueblo "Polígono", en su cobertura. Pero este pueblo no existe. El Consejo de la Ciudadanía de Arica ha enviado una carta al diario, aclarando este hecho, y Magazín Latino la publica a continuación.

Para ver documento - haga clic

 

 

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