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El gran rostro de piedra
El gran rostro de piedra de Nathaniel Hawthorne. Foto: Miguelnavia.es
 

24 de octubre de 2012 | COLUMNA |

De Maestros e Iniciaciones

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

Así como el gran Tito Rodríguez, bolerista de fama mundial impuso Inolvidable, un bolero dedicado a esos amores imborrables que la mayoría de las personas tienen, me sirve a mí ese título para recordar a amigos inolvidables que han dejado huellas en mí y que yo recuerdo a menudo y que considero maestros, maestros iniciáticos que tuve la fortuna de conocer que me han impulsado en los retos que me he impuesto. Pienso hacer una Galería de ellos, para honrar su memoria y comenzaré por los más transcendentales, sin desconocer que en mi etapa infantil hubo profesores y profesoras que calaron profundamente en mí, como le sucede a todos los que han pasado por los colegios y sienten gratitud por sus primeros maestros, es decir la mayoría de las personas. A quien recuerdo a menudo es a mi primera profesora, la señorita Marta Toledo, que fue la primera que se dio cuenta de mi capacidad para el dibujo, cuando una vez, en primero básico, puso uno de sus zapatos sobre su escritorio y pidió que lo dibujáramos, era un zapato de taco alto celeste. Celebró mi dibujo y de ahí en adelante dibujé bastante motivado por el entusiasmo de ella. El otro profesor que no puedo dejar de recordar es el señor Guillermo Álvarez, con quien me enteré que yo era entonado para cantar cuando me hizo cantar en una oportunidad varias veces un tango que me sabía de memoria cuya letra no entendía, porque era un tango de subido tono en la boca de un niño. Y la lista de "célebres" comenzaría por ahí de las personas que han tenido que ver con mi formación profesional y de iniciación a la apertura de la mente y el espíritu, aparte de mi familia y...

Pero ¿a dónde quiero llegar? Bueno, prosigo, una vez leí; aprendí por ahí; me dijeron; escuché al vuelo que, "cuando el discípulo está preparado aparece el maestro", y en esto he creído desde que lo supe, y mis preguntas eran: ¿sabré darme cuenta cuando esté frente a un maestro? ¿Sabré darme cuenta cuando yo mismo esté preparado? Sé además que pese a estar muy atento con mis amigos y nuevas amistades no es posible reconocer al maestro de buenas a primeras, porque un verdadero maestro iniciático hará todo lo posible por ocultarlo o hacerlo invisible, es una ley que el discípulo lo descubra por sí mismo. Si bien es cierto pareciera que estoy hablando de escuelas de iniciación que conduzcan a un estadio superior de conciencia, de actitud y compromiso, puede ser, pero lo que estoy diciendo también vale para todas las personas igual, si esto les interesa, ya que de todas formas cada cual elegirá el camino a seguir y las metas que aspire a conseguir para orientar u obtener un cambio en su vida.

A decir verdad he leído libros desde niño con deleite, pero a estas alturas de mi vida prefiero escribirlos a leerlos, por lo que ruego a los lectores si suena altisonante lo expresado por mí me disculpen. Esto no impide leer a otros autores cuando creo que es necesario y me despiertan alguna curiosidad. Y de ciertos libros he extraído la materia que es mi tema, mi filosofía de vida y mi propio compromiso en esta existencia para darle el sentido adecuado y tratar de comprender los aporreos a los que cada cual somos sometidos unos más y otros menos en el paso por esta existencia con circunstancias dolorosas que nos acompañan sin entender el por qué, de las que se sale muchas veces de manera inexplicable. "El que tenga oídos que escuche"..., de Jesús, en el Nuevo Testamento, nos está diciendo que debemos tener nuestros sentidos alertas, y no pareciera ser tan sencillo, menos hoy en día con tantas cosas para distraernos, olvidándonos incluso de nosotros mismos. Sin embargo, los que buscamos al maestro, ese ser iluminado capaz de abrirnos el entendimiento dándonos paz y sabiduría no sabemos como llegará y se presentará dada la humildad de ellos. Tanto puede ser maestro o maestra, no importa el género. Mas, ese maestro es y será alguien al que tendremos que reconocer nosotros, ya que un maestro es una persona humilde que no puede jactarse ni reconocerse como tal si no lo reconoce un discípulo.

¿Y qué es un discípulo? Una persona con su mente y alma abierta a recibir enseñanzas que le despejen los sentidos y le lleven a producir un cambio en su vida, dispuestos a influir en el mundo con alguna labor altruista y solidaria, con su intelecto o arte. Ser iniciado no es una profesión, ni un grado para lucir, no se compra, no se vende, no se publicita ni se convoca, porque un iniciado tiene votos de silencio y humildad y en mi caso yo no digo que sea un iniciado, sino un buscador del maestro, quizás ahí comience mi iniciación, siempre que esté preparado para ello. Tampoco se busca la iniciación para dominar a la materia o a la naturaleza sino para conocerla, mejorarla y coexistir con ella.

Y en mi búsqueda de información de ese maestro en mi vida, la literatura me ha enseñado las características exigidas o naturales que ha de tener un maestro y un relato magistral nos recuerda esa condición en una obra como la de Hermann Hesse en Viaje a Oriente, donde un grupo de sabios de diversos países reunidos van en busca precisamente de un maestro a Oriente y ocurren muchas y terribles penurias, y el viaje se hace terrible e infructuoso, es decir un fracaso, sin percatarse que el sirviente, casi un esclavo de buena voluntad que tenía el jefe de la expedición resultó ser el maestro buscado. Otra lección para mí, es observar muy bien a mis acompañantes y servidores. Y la lección última más reciente que ha completado mi formación a la espera de ese maestro me la ha dado otro maravilloso cuento, que descubrí hace más de 30 años en la lectura de El gran rostro de piedra de Nathaniel Hawthorne (1804-1864), que es la historia que tiene un pueblo de reconocer la llegada a la ciudad de un gran y maravilloso maestro iniciado, anunciado en la tradición popular por largo tiempo, cuyo rostro debía parecerse a una gran roca natural esculpida por la naturaleza en una colosal montaña. Cuando llegara esa eminencia el pueblo lograría un alto grado de elevación y prosperidad. Ese cuento me ha marcado por su belleza y contenido, y me ha enseñado a reconocer a un verdadero maestro de uno falso. Cuento magistral.

He leído libros más complejos sobre las diferencia humanas en cuanto a los grados de iniciación de las personas como el pequeño libro de P.D. Ouspensky Psicología de la posible evolución del hombre relacionado con unas conferencias que este autor dictó a principio del siglo pasado, y leyéndolo podemos comprender que es posible clasificar la evolución de las personas con ciertas medidas que solo los iniciados entienden y consiguen. Es bueno, como complemento, pero me quedo con los anteriores nombrados y otros a los que alguna vez haré referencia. Y podría seguir citando más autores y cuentos que tienen un mensaje iniciático y como conclusión podría decir que todos parecieran tener una inspiración basada en la figura de Jesús y su vida, sin que esto signifique que fueran los autores religiosos ligados a iglesias o credos, y si fuera así a mí no me molesta.

Mi búsqueda del maestro no acaba, mas, creo que estoy llegando o he llegado a sentirme cada vez más interpretado con El gran rostro de piedra de Nathaniel Hawthorne y que es posible que haya entrado en una de las etapas descripta en la obra.

Si bien es cierto que en mi vida he tenido la fortuna de conocer a personas muy especiales quisiera referirme esta vez a dos personajes reales que han influido bastante en mí de manera extraordinaria. No entiendo por qué ellos delegaron en mí tanta confianza y amistad en su momento, dándome o encargándome alguna función que de a poco he cumplido, primero con mi propia evolución y desarrollo como ser. Y lo que ha llamado poderosamente mi atención es que ellos dos, no se fijaron en mi condición humilde, ni en mi sencillez y estuvieron donde yo viví, incluso uno viajó desde Argentina a Suecia solo para saludarme cuando supo que me había venido por razones políticas, vino para animarme y a demostrarme su extraordinario aprecio. Ambos dos ya no están en este plano y los recuerdo aquí, y en lo que llegué a conocerlos, dejaron algo que me ha llevado a superar los obstáculos y a superarme yo mismo, y a imitar lo que ellos hicieron conmigo.

El doctor Alfredo Givré Givré, neurocirujano argentino, escritor y Presidente de la Fundación Givré, fue algo muy especial para mí, ya que en dos oportunidades fui distinguido como ganador en concursos literarios auspiciados por la institución que presidía, el otro fue el Ingeniero Químico y Doctor Honoris Causa por la Universidad de la Paz, don Eduardo Frenk L. , Presidente de la Sociedad Científica de Chile en los años 80. Con ambos tuve una gran y sincera amistad, ambos dos tuvieron la humildad de visitarme en la casa donde vivía con mi familia en el Cerro Alegre, en San Antonio. No recuerdo como se originó mi amistad con don Eduardo Frenk, pero un día recibí una carta de la Sociedad Científica de Chile que me invitaban a integrarme como Miembro Agregado y fui a la ceremonia, comenzando ahí una amistad entrañable. Con el doctor Alfredo Givré, la amistad comenzó cuando la Fundación Givré premió en un certamen latinoamericano mi cuento Trago en la copa, el año 1982.

Nunca imaginé que tiempo después me iría a ver a mi sencilla casa como ya relaté para reiterarme su amistad. En 1986 salí de mi país a Suecia y me visitó en este país el año 1989, departiendo con mi familia, que apenas contaba con un hijo de dos años. En ambas oportunidades desarrollamos algunas actividades culturales tanto en San Antonio, Chile, como en Gotemburgo, Suecia. Eso ha quedado registrado en la prensa. Estos dos grandes amigos eran científicos puros, y admiraban el mundo de las letras y escribían. Gracias al doctor Givré pude conocer y saludar a figuras como Marcos de Nevi, Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, Miembros de Honor de la Fundación Givré. Si no hubiera sido por el doctor Givré, que me tomó mucho aprecio y valoró mi obra y las condiciones de ella, nunca hubiera podido conocer ni estrechar las manos de esas personalidades de la cultura argentina, latinoamericanas y mundiales. Tanto el doctor Alfredo Givré, como el doctor Eduardo Frenk L. prologaron un par de libros míos.

La influencia de estas personas, en una etapa de mi vida ya adulta pero joven aún fue muy importante como motivadora y el demostrarme el aprecio que tuvieron y sintieron por mí, ignorando yo aún que es lo que veían en mi persona, es lo que me ha motivado a seguir por encima de todas las duras y amargas circunstancias que a veces rodean la vida de un artista, y gracias a ellos, he seguido escribiendo y tratando de mejorar como persona y en lo posible a parecerme un poco en esa enorme capacidad humana que tenían, de la que estaban dotados. Tengo de ellos, de lo que iniciarán mi galería de personalidades importantes en mi vida y desarrollo, algunas fotografías dedicadas que en su momento me enviaron espontáneamente. Sé que el doctor Alfredo Givré fue muy conocido especialmente por gente que él distinguió en numerosos certámenes tanto literarios, científicos y artísticos, en pintura y fotografía a nivel latinoamericano, e internacional, que quisieran ver una fotografía suya y la incluyo aquí para que la copien si les place, lo mismo que mi inolvidable amigo Eduardo Frenk trabajando en su laboratorio, que sonreía cuando la decía yo "El alquimista de las flores".

Hoy les he querido recordar y honrar, porque la amistad de ellos realmente me hace comprender que el ser humano posee más dones que defectos, que tiene más espíritu de luz que de oscuridad e iniquidad, y que una buena amistad resiste y sobrepasa las dimensiones del tiempo.
Cada vez me convenzo más que ellos sabían, lo sabían que eran mis maestros.
Paz y gratitud para ellos en este recuerdo.

V. A.J.H.


 

 

 

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