24 de octubre de 2011 | COLUMNA
Reunión de amigas – Un magno evento
Por: Lilian Aliaga
Pocas cosas hay más entretenidas en la vida que una reunión con amigas, al menos a mi parecer. Y si la amistad que nos une se remonta a muchos años, más aún.
Una a una, llegan al encuentro, esta vez es "en grande". El MAGNO EVENTO, como lo llama mi marido, durará el fin de semana completo.
Radiantes, alegres y afectuosas como siempre. Las limitaciones físicas que algunas ya tienen, no son impedimento para gozar del reencuentro.
Una de ellas que con gran dificultad y ayudada por las demás baja del auto, más tarde con lágrimas en los ojos cuenta que su hijo le insistió en que no viniese, pues solo "daría quehacer y molestaría a las chiquillas". Al unísono, aunque agradeciendo que nos llamase chiquillas, todas las aludidas le enviamos a aquel hijo que ¡pobrecito, no conoce la verdadera amistad! los más variados y algunos poco reproducibles mensajes.
Las horas parecen minutos en medio de animadas conversaciones, los más variados temas son abordados; aunque infaltables, los "achaques y los nietos", por acuerdo explícito de la mayoría son rápidamente vetados.
La contingencia nacional es mirada desde las más opuestas posiciones dado que el grupo es un ejemplo de diversidad política, aun así, el ambiente jamás se tensa.
Las emociones fluyen, escuchamos a cada una en su momento compartir con todas preocupaciones, temores, dificultades de todo tipo. Ocho historias de las cuales, emulando a Marcela Serrano (escritora chilena, cuyo tema principal es la mujer) podríamos escribir un libro.
Hay tiempo para compartir ricas comidas, intercambiar recetas, incluida la de una ensalada sueca que me llegó justo a tiempo y que fue la sensación en la mesa.
Largos paseos por el campo, que por estos días luce su mejor aspecto: bordado de flores, y pleno de los más variados sonidos provenientes de la numerosa población de aves que anidan en el sector. Las bandadas de loros tricahue que bulliciosas y coloridas cruzan el cielo son lejos, el espectáculo que más llama la atención de todas mis amigas. En ese momento me olvido de la verdadera pesadilla que fue el duro invierno y agradezco el vivir en este lugar y poder disfrutar y compartir con ellas, la magnificencia de la naturaleza cordillerana.
Al anochecer una partida de cartas es el final para un día perfecto, las que no participan del juego continúan la inagotable "cháchara" hasta muy pasada la medianoche. Imposible sentir sueño antes, la orden del día ha sido:
¡Esperar hasta ver salir la luna tras la montaña! imposible perderse tamaño espectáculo.
Y... llega el momento de la despedida, con la misma alegría de la llegada, cargadas de los más variados productos del campo y con los corazones mucho más livianos regresan a la ciudad. Yo quedo inmersa en los recuerdos de dos días vividos en plenitud, disfrutados cada segundo; el eco de sus risas al igual que el suspiro de sus tristezas se quedan conmigo, como estoy segura les ocurre a cada una de ellas; y nos alimentará el alma hasta el próximo encuentro....
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