19 de diciembre de 2011 | COLUMNA
Me llegó un Regalo
Por: Lilian Aliaga
Esta mañana muy temprano, me había sentado a escribir algo sobre los acontecimientos, positivos y negativos ocurridos en Chile durante el año que está por terminar, como es costumbre en casi todo el mundo por estos días. Acababa de referirme a la extensión del descanso post natal de 12 a 24 semanas que finalmente y tal como se los había comentado en una columna anterior, a pesar de las dificultades para su aprobación, comenzó a regir en el mes de octubre constituyendo, según la opinión pública, la mejor noticia del año. Como les decía, estaba en eso, cuando un sonido proveniente del exterior me sobresaltó. Salí a mirar de qué se trataba y me costó esfuerzo identificar al pequeñísimo causante de tan potente balido: una cría de cabra aparentemente de pocas horas de vida.
Durante la noche anterior un grupo de arrieros llevando ganado ovino y caprino hacia la cordillera había hecho un descanso de algunas horas en el terreno vecino a mi casa y seguramente no se dieron cuenta, al partir, del pequeño que tal vez dormía entre los arbustos. Entre los miles de animales que llevaban, el pobrecito pasó desapercibido. No fue difícil tomarlo, se dejó acariciar dando muestras de agrado, como cualquier bebé. ¡Qué ironía ! ¿no creen? yo escribiendo sobre el positivo impacto del post natal prolongado y... ¡ un bebé abandonado en mi propia casa !
Esta es la época de las llamadas "veranadas" o engorda. Miles de animales son llevados hacia la alta cordillera en busca de buenos pastos y abundante agua. A su cargo los ARRIEROS, notables personajes típicos de estos campos, hombres rudos, curtidos por el sol y la dura vida. Caminan durante varios días al paso y sobre la montura de sus fieles bestias, como llaman a sus caballos. Encontrarse con ellos por los caminos es toda una experiencia, especialmente cuando no hay apuro. El vehículo en que uno viaja queda literalmente inmerso en medio de tantos animales: ovejas y cabras a veces, caballares o vacunos en otras, numerosos perros que se encargan de mantenerlos en orden, mulas y burros cargados con los suministros necesarios para una larga temporada que comienza hacia fines de octubre y termina en marzo. Común es también ver a estos nobles hombres cargando en sus brazos a las crías recién nacidas de ovejas y cabras.
Tuve el privilegio algunos años atrás, de conocer de cerca su mundo, en un viaje inolvidable a lomo de caballo. Son dueños de un conocimiento y sabiduría admirables, muchas veces transmitido de generación en generación, conocen cada sendero de la montaña, cada río con sus pasadas, viven en el más puro contacto con la naturaleza que se pueda tener, anticipándose por genuino instinto a los imprevistos y caprichosos cambios climáticos que allí ocurren. Son capaces de reconocer las huellas de animales y personas con total certeza, pasan largas temporadas en la más absoluta soledad vigilando el ganado a su cargo. Los peligros acechan: el puma chileno es un rival a su altura, siempre listo para aprovechar el menor descuido; el majestuoso cóndor con sus cuatro metros de alas desplegadas es otro asiduo acompañante, sobrevolando el entorno atento a cualquier debilidad de los animales o a sus crías.
Al final de cada jornada, cuando los animales se recogen para el descanso, llega la hora del merecido relajo al calor de una fogata: hombres y perros comen y descansan juntos, estos últimos son verdaderos trabajadores al servicio de los arrieros y como tales son tratados, con el mayor cuidado y cariño. Recuerdo a una perrita muy especial con el insólito nombre de Divisa, cuando pregunté el origen de tan extraño nombre, su orgulloso dueño me contó que al nacer era tan pequeñita que alguien exclamó ¡apenas se divisa!...
Y... como se habrán dado cuenta, mi recuento del año por ahora tendrá que esperar; - cada día tiene su afán -, decía mi padre, y por ahora el mío es tratar de hacer lo mejor posible mi papel de madre sustituta, por ello los dejo, Regalo, como la hemos bautizado por la cercanía de Navidad, no puede esperar ¡debo preparar un biberón!
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Regalo, cuando no está tomando biberón, posa con una sonrisa. Foto: Lilian Aliaga. |
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Arrieros de la zona de Las Peñas. San Fernando, Chile. Foto: Lilian Aliaga. |
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