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Ingrid Olderock

Ingrid Olderock, mujer clave de la DINA. Foto: Radio.uchile.cl.

 

17 de septiembre de 2014 | COLUMNA |

El horror de Ingrid Olderock, y la estupidez del atentado al metro en Santiago

 

Por: René Barraza Pizarro

 

A 41 años del golpe militar en Chile, recordar el horror de un periodo oscuro para la civilidad nacional, no es sano. Es tiempo que se abran las grandes alamedas por donde transite un país pleno, alegre, unido.

El atentado explosivo vivido el día lunes 8 de septiembre, a las 14:00 horas, donde un extintor con pólvora negra, abandonado en un contenedor metálico en la estación del metro Escuela Militar en Santiago, estalló y dejó 14 heridos, es un hecho deplorable, indigno y censurable.

Cuando titulo el horror de Ingrid Olderock, me refiero al reciente libro “Olderock, la mujer de los perros” de la periodista y escritora chilena Nancy Guzmán. Es un trabajo que aborda la nefasta vida de la fallecida e impune capitán de Carabineros, Ingrid Olderock, quien llegó a ser la mujer más poderosa de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Se la reconoce por entrenar perros para violar prisioneros, aplicar tortura a detenidos por la dictadura militar; ser instructora de decenas de funcionarias para realizar actos criminales de todo tipo: secuestro, espionaje, desapariciones; participar en la operación Cóndor y Brigada Purén.

En este libro se aborda el rol de esta nociva mujer, que así como muchas otras compatriotas participaron activamente en la represión, en la tortura en Chile y que, lamentablemente, jamás fueron interrogadas o procesadas.

Al leer el libro y descubrir lo pérfido que puede llegar a ser el ser humano, no puedo dejar de lado los vastos tratados existencialistas de Dostoievski, en sus novelas Crimen y Castigo; Los endemoniados, Los hermanos Karamázov o las de inequidad o crimen social como Pobres Gentes, en donde directa o indirectamente planteaba la maldad por la carencia de un Dios. “Si Dios no existe, todo está permitido,” señalaba el escéptico y racional personaje, Iván Karamázov.

La autora de este libro, hace referencia al origen del sadismo de Olderock, señalando que era hija de alemanes nazis, donde sus padres fueron especialmente violentos con ellos; y obviamente, transmisores de su visión rígida, que sería la base propicia para su posterior formación militar en la Escuela de Carabineros, de un régimen autoritario y criminal de 1973, en Chile. La propia Olderock mandó a torturar y violar a su hermana para quedarse con la herencia de sus padres.

Pensar en estos hechos, donde una mujer es capaz de realizar actividades tan desviadas, como entrenar a su perro llamado “Volodia” para ultrajar sexualmente y torturar, nos hace pensar, por la incapacidad del ser humano para desmarcarse de sus propios traumas y de cómo estos personajes, enajenados mentalmente, terminan siendo “los conejillos de indias” de organizaciones criminales, nacionalismos, servicios de inteligencia y contra inteligencia o de ciertos gobiernos criminales que envilecen al mundo.

Otra cosa que llama la atención es que Olderock terminó responsabilizando a su institución y a la Dina en el atentado que casi le cuesta la vida. Según ella, desde estas instituciones se planeó su muerte. Sería el mismo General Mendoza quien dio la orden de su asesinato y el Mayor Julio Benimelli, quien quedó a cargo. Paradójicamente, y como es habitual, el atentado lo terminó ejecutando el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) que luchaba contra la dictadura, lo que claramente devela la infiltración en los partidos de izquierda y de cualquier célula revolucionaria, anarca o libertaria.

Por ello, es que es muy necesario que el insensato atentado explosivo ocurrido en el metro de Santiago no quede impune. Es necesario que sus autores materiales e intelectuales sean detenidos, que la justicia sea capaz de llegar al origen y motivación del mismo, porque Chile ya no quiere malos recuerdos de terror o estupidez. Los procesos sociales que vive nuestro país, en materia de reformas, aún cuando no tendrán un efecto inmediato, son el inicio de un cambio que permitirá lograr una nación más inclusiva.

Vivimos 16 años de terror y abuso; con un sistema que aplicó todos los medios legales para segmentar a la población en los partidistas o beneficiados versus los opositores, acallados o postergados; un régimen que con su sistema económico único, estampó en el alma de los trabajadores un sentimiento de mendicidad laboral; una economía que confinó a la masa trabajadora a la postergación de sus derechos laborales y sindicales; un sistema económico que fue quitando, en pro de la estabilidad económica, el derecho a sueldo, casas dignas, educación y salud de una mayoría.

Al igual que Dostoievski, que desnudaba su pueblo y al hombre para redimirlo, puedo seguir confiando que, pese a 16 años nefastos en Chile, no se ha dañado el espíritu del pueblo, por el contrario, sigue intacto. Quizás, más que nuestra historia, es el rigor de la naturaleza la que ha forjado el alma de nuestra nación; un espíritu tristemente alegre y profundamente solidario; capaz de reírse de las calamidades y de extender la mano. Es esa capacidad la que ha permitido que aún ante el flagelo de esta segregación económica, su gente hubiese continuado educándose. ¿Quién no estudió y fue acogido en la casa de conocidos de amigos? "Donde come uno comen dos". Es la esencia de nuestro pueblo.

A los que realizaron el atentado: ¿Cuál es el sentido? Si fue un grupo de izquierda, analice para quien trabaja realmente. Tal vez, sea el “conejillo de indias” de los promotores del sistema contra el cual lucha. Porque, si analizamos fríamente, esos señores que tienen el poder económico, que no quieren que el pueblo se eduque y sea más equitativo. ¿A quienes utilizan? Primero reclutan a personas que provienen de familias disfuncionales, con traumas, desequilibrios como los de Olderock, quienes son los títeres adecuados para crear horror y terror, o en su defecto se infiltran en grupos opositores y logran que hagan ciertos actos con múltiples beneficios: terrorismo o crimen (con "daños colaterales", como el bestial decapitamiento de periodistas en Siria); eliminar evidencia (hacer desaparecer a alguien de sus propias filas, que fue lo planteado por Olderock, en su atentado); desprestigiar a grupos progresistas, que son los generadores de ideas que promueven la mejora continua del sistema. Todas herramientas necesarias para no generar cambios; fortalecer el régimen, su máquina de dominio y así debilitar las reformas. De esa manera mantendrán el anquilosado sistema que les ha permitido la concentración de su riqueza, su poder, y lo seguirán haciendo.

Por ello es importante que los que sueñan y luchan por un mejor mundo, se mantengan en la línea de las ideas, del respeto a la vida, del movimiento incesantemente pacífico.

 

 

 

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