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Un chileno tenía otro mensaje para Emilio Rentería. Foto: BBCMundo.

04 de diciembre de 2014 | COLUMNA |

La xenofobia en Chile

Por: René Barraza Pizarro

Dado los últimos acontecimientos en Chile, como por ejemplo, los actos xenofóbicos sufridos en dos oportunidades por el jugador venezolano de San Marcos de Arica, Emilio Rentería, o la muerte de un bebé boliviano, quien no fue atendido en los Servicios de Urgencia del Hospital Regional de Arica, es que paso a analizar si es Chile, un país racista.

Para el caso de Emilio Rentería, delantero de San Marcos de Arica, quien vivió dos ataques racistas, uno en el duelo disputado el 7 de noviembre ante el cuadro de O´higgins en Rancagua, y el segundo ocurrido el 22 de este mes, en el partido como local jugado en el Estadio Carlos Dittborn, contra Deportes Iquique y que motivó la suspensión del encuentro.

Los mensajes de repudio nacional, en las dos oportunidades no se dejaron esperar, como tampoco las penalidades del Tribunal de Disciplina de la ANFP o los gestos de apoyo a la inclusión e integración realizado por el gobierno en el Palacio de la Moneda.

Para el segundo episodio del delantero venezolano, ocurrido en Iquique, está involucrada una hincha de tan sólo 25 años, que lleva una vida normal, es secretaria de un conocido oftalmólogo de la zona, aficionada a Deportes Iquique, y novia de un barrista del mismo club. Ella fue la protagonista de las imágenes donde aparece claramente imitando un simio, lo que produjo revuelo en las redes sociales. Seguramente esta joven secretaria debe estar muy arrepentida por su conducta, pues aprendió dolorosamente con el reproche y el ataque recibido por los cibernautas, viéndose obligada incluso, a cerrar su cuenta de Facebook.

En el caso de esta joven, podemos señalar en su defensa, que quizás su actitud obedeció a su inmadurez, a la insensatez típica de las hinchadas o a la influencia negativa que ejercen las masas en el individuo.

Pero frente a este acto y a su repudio, nos encontramos con un mismo resultado, que es igualmente deleznable. La falta de control para herir, atacar o dañar y la cobardía de hacerlo amparado en la impunidad del anonimato.

Primero, está el ataque de los hinchas que no miden su conducta, que se escudan en la masa para eludir responsabilidades frente a sus ataques a terceros y destrozos en los estadios, que generalmente quedan impunes.

Segundo, aparece el mismo acto cobarde en la agresión individual y colectiva de los que actúan como vengadores solapados y encubiertos de las redes sociales, para proferir sus insultos sin ser vistos ni quedar expuestos.

Al parecer las respuestas inmediatas de rechazo, demuestran que nuestra sociedad está libre de ser calificada de xenófoba. No obstante, analizando los hechos, sabemos que el acto discriminatorio existió y causó daño.

Lo mismo en el caso de la muerte de un inocente, como la del bebé de inmigrantes bolivianos, de tan sólo 9 meses, quien fallece porque sus padres no contaban con credenciales de salud o los $30.000 pesos exigidos para ser atendido de urgencia en el Hospital Regional de Arica, doctor Juan Noé.

Claramente es un hecho terrible, deplorable y que nadie quisiera llevarlo en su conciencia. Esta negación a ser atendidos, también recibió el repudio de la población, del país, de las autoridades y de la misma Dirección de Salud. Pero. ¿Por qué acontece esta grave negligencia? ¿Qué nos sucede cómo sociedad?

Más que señalar que exista en Chile una conducta xenofóbica, creo que existe una fisura social que está dada por la anomia de un sistema que educativamente nos divide como sociedad; una distribución de la riqueza que es excluyente, que profundiza la segregación, y también están los medios de comunicación nacional, que constantemente nos bombardean con sus programas de farándula y discriminación.

No es fuera de lo normal, en Chile, tener programas televisivos que transmiten todo el día y a toda hora, con personajes o panelistas que promueven la burla, la descalificación, la denigración y segregación nacional. La morbosidad de la televisión chilena es el gran formador del ataque irresponsable y cobarde, el promotor de esta nueva forma de relacionarnos y convivir; en la que se destaca la sorna y el chaqueteo. No hay una persona al otro lado que merezca respeto; no se visualiza a un ser familiar, con madre o hijos, con sueños o ideales. Es un "otro", no un semejante. Puede ser un futbolista exitoso, pero para ellos es sólo un mono con cara de indio. Puede ser una mujer como Ana Tijoux, con una gran carrera como cantante, que al momento de ser nominada al Grammy, en vez de ser resaltada, se le opaca señalándola que tiene cara de nana (niñera, en Chile).

Más que xenófobos, somos una población vulnerada y dividida. No sólo el inocente bebé de padres bolivianos ha sido víctima de este sistema impersonal de salud, que no ve personas sino billeteras o cheques, el mismo trato lo han vivido miles de chilenos sin recursos para una buena atención; no sólo este jugador venezolano ha sido el centro de la burla, también lo han sido nuestros propios y exitosos compatriotas. Pareciera que este sistema de apartheid que pocos creen que existe aquí en Chile, quiere tener una población distinta, y no la estirpe de donde provenimos. Parece que los dueños del jaguar o los ingleses de Sudamérica, quieren desconocer a su propia gente.

Si somos incapaces de respetar las diferencias económicas, de rasgos, de color de piel. Si somos creadores de una sociedad que segrega y discrimina tan cruelmente. ¿Qué sentido tiene, entonces, ufanarnos de una Teletón y sus "27 horas de amor", si desconocemos el significado de inclusión?