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Robin Williams
 
 

26 de agosto 2014 | COLUMNA |

Depresiones, artistas y suicidios

 

Por: Víctor Aquiles Jiménez H.

 

La muerte de Robin Williams, afamado actor norteamericano, cuya trayectoria cinematográfica es reconocida a escala planetaria por su películas, nos ha dejado un sabor amargo en la boca, al no poder entender que, "teniéndolo todo", ante la mirada de cualquier persona común: fama, dinero, éxito, talento y trabajo asegurado, de pronto acabe su vida suicidándose.

La gente común, valga la utilización del término común, no lo entiende, y vienen las preguntas sin respuestas que sirvan para atenuar el estupor que noticias de esta índole así causan a la gente sensible, quedando en el aire la siguiente pregunta: "¿Si esto les sucede a ellos, qué me podrá suceder a mí?". Mala auto interrogación, porque debemos considerar que las personas famosas que admiramos son iguales a nosotros, con más o menos problemas por lo mismo, y entre esos problemas están las enfermedades tanto del cuerpo como del alma.

Tendríamos una larga lista de casos solo para referirnos a las enfermedades mentales que sufre el grupo de los artistas, sin considerar a todos los grupos de profesionales y no profesionales, es decir: la familia humana completa. Pero son las personas famosas, del espectáculo las que más nos asombran, porque están en el ojo de las noticias siempre, por el interés que generan en programas de farándula, etc., seguidos luego por la elite de los deportistas famosos. Por eso, nos remece que, artistas de refutados prestigios terminen trágicamente sus días y en el peor de los casos ahorcados, como ha sucedido hace pocos días con el admirable actor Robin Williams, cuyo arte y talento como comediante hacen tanta falta en un mundo como el nuestro que necesita de buen humor, historias con dramas familiares donde haya esperanza e ilusión. Su talento para la comedia y el humor no admite dudas ni comparaciones, era magistral, un símbolo de la bondad. Era creíble en sus papeles y eso lo hacía único, por eso resulta tragicómico e incompresible su partida de esa forma del mundo. Como si de esta manera, con rabia y desprovisto del rubor de todos sus personajes de ficción nos quisiera abofetear en el rostro y alma colgándose con su propio cinturón en su casa. No hay elegancia ni estilo, ni un guión preconcebido, sino un acto impulsivo ciego, con la sola intención de acabar de una vez con sus sufrimientos. ¿Pero qué sufrimientos? Eso no lo sabe nadie, ni el mejor de los psiquiatras, ni el mejor de los médicos, ni el mejor amigo, ni el consanguíneo más amado. Su enfermedad iba por dentro, no era visible, era silenciosa, oscura, que en la luz de sus ojos se reflejaba como una dulce y hermosa mirada triste, una de las más tristes de Hollywood, la meca del cine, la industria de los sueños.


¿Pero qué enfermedad llevaba, como una cruz, Robin Williams?
Aparte de la reciente que dicen los comunicados que se le diagnosticó Parkinson, pero su enfermedad conocida por todos era la depresión. Depresión bipolar, la más delicada, que es la que más necesita y requiere tratamiento medicación y apoyo, calor humano, comprensión y amor.

Me cuesta creer que, quienes puedan estar diagnosticados de depresión bipolar, que es la más severa entre las depresiones que pueden ser tres o más, dependiendo de los expertos, algunos o los más, tengan instintos suicidas y acaben con sus vidas, peor aún de entender si están ya insertos en programas con profesionales y expertos que los tratan con terapias diversas y medicinas. Las depresiones que yo conozco serían: depresión reactiva, depresión mayor, depresión bipolar, siendo esta última la que requiere más atención en el tratamiento y recuperación de los pacientes, todas estas pueden ser agrupadas y clasificadas en categorías y conocerse las características de cada una, de acuerdo a los especialistas en enfermedades mentales. Información hay mucha en la red.

La depresión bipolar es un trastorno mental cíclico con múltiples características ya reconocibles por los encargados de prestar ayuda y dar calidad de vida a los pacientes que acuden a sus consultas para ser tratados y esta de debe a un mal funcionamiento, alteraciones de los neurotransmisores en el eje hipotálamo-hipofisario en el cerebro encargados del transporte de la serotonina, un elemento químico esencial del cerebro relacionado "con la felicidad", como la dopamina además. En lo que estoy de acuerdo con las definiciones que: "El origen de la depresión es complejo, ya que en su aparición influyen factores genéticos, biológicos y psicosociales. Hay evidencias de alteraciones de los neurotransmisores, citoquinas y hormonas que aparecen en la enfermedad".

De forma somera, las depresiones simples, llamadas reactivas ,como su nombre lo dice, son producidas por causas por lo común relacionadas con las frustraciones, en la que nadie de nosotros se salva, y podríamos comenzar a anotar miles de frustraciones, que influyen en lo biológico, dando paso a las patologías, cuando es al revés, la depresión por causa biológica por una disfunción, una alteración de una función orgánica, en este caso cerebral, estaríamos hablando de una posible depresión bipolar, de origen genético, llamada endógena, depresión endógena.

Llevando el tema más allá de la psiquiatría y psicología, al convertirse las enfermedades en un asunto que concierne a todos los miembros de una familia y a la sociedad, ya que la familia es el primer grupo social de importancia, es terreno entonces de la sociología, que debe interpretar las consecuencia psicosociales en la interrelación de la sociedad en general. Y aquí viene mi tema de fondo. Es sabido por un buen grupo de seguidores de la vida de los artistas que la mayoría de ellos tienen trastornos de la personalidad y tienen casi una estrecha relación natural con el mundo de las drogas, siendo hoy los mismos artistas quienes se atreven a decir que son bipolares...como si nada, y hay una lista de ellos, es cosa de buscarlos en Internet y aparecen los nombres, algunos famosos ya muertos.

Sé que cuando se ponen de moda algunas enfermedades que trascienden al gran público en las redes sociales y que pueden resultar "atractivas" como para lucirlas y darse un toque especial, se auto catalogan como bipolares. Cuando se comenzó a hablar de la depresión bipolar emergieron en el facebook jóvenes que decían ser bipolares, con una facilidad y una espontaneidad que a mí me llamaba la atención. Bueno, esto es un detalle nada más, porque esas personas que se auto diagnosticaban como bipolares no sabían lo que decían, ya que ser bipolar es un asunto delicado y se requiere atención, ayuda y perseverancia para vencerla. Hoy ya no aparecen personas que entregan información en las redes auto calificándose bipolares porque hay más información sobre esa patología.

Si bien es cierto que nos enteramos de las depresiones cuando artistas geniales como Robin Williams acaban con sus existencias, la causa de mortalidad en el mundo es mayor que las provocadas por enfermedades del corazón, y otras, solo vemos que el mal existe porque ha tocado a un famoso.

Como escribí líneas arriba, todos estamos expuestos a las depresiones, pero nuestros cerebros están diseñados para ayudarnos a salir de ellas, pero no todos pueden salir de ellas, y lo que para nosotros puede ser una depresión de la que luchamos por salir, otros sucumben con ellas, esa es la diferencia. Y este es un interesante punto la pregunta que me hago es: ¿Puede una persona bipolar vivir aislada de los problemas de la vida, esos problemas que tenemos todos? Difícil, porque los problemas, las dificultades, los imprevistos, las pérdidas repentinas de seres amados las tenemos todos, y de eso trata la vida, de vencer los obstáculos o de aprender a resolverlos y a convivir con ellos. Eso es todo. Desde niño, cuando estamos en edad de aprender y nos enteramos que existe la muerte y que alguna vez dejaremos de existir y en curso del crecimiento vamos viendo cómo en nuestro entorno familiar y cercano van desapareciendo seres queridos.

Esto nos hace padecer y valoramos el estar sanos, ser jóvenes, fuertes, bellos, en cambio despreciamos todo lo contrario, todo aquello que nos acerque al final de la aventura de vivir.
Esto nos lleva, o lleva a la gente a tener prestigio, poder y riqueza, como si fuera un escudo o talismán contra la muerte y vivimos con una escala de valores que descansa en el personalismo, el individualismo, centrados en nosotros mismos temerosos de todo aquello que se pueda interponer en nuestros planes de triunfar en la vida, es decir tener la ilusión de sobrevivir a la muerte, o postergarla. Este temor consciente al final nos obliga a "vivir la vida", pero lo que sucede en verdad, en realidad a cada persona, es la de juntar y acumular frustraciones, pequeñas frustraciones, porque no todo resulta como queremos, planificamos, nada sale a la perfección, y eso nos hace acumular una serie de "temores" que están ahí y nos hacen dudar, temer, desconfiar y de tener una conducta desviada (hablo genéricamente en primera persona).

Y nadie de nosotros, por lo dicho, puede decir que jamás se ha sentido con la autoestima baja o mala y que siempre esté feliz y contento, porque es una mentira. Un profesor que tuve cuando estudié Hipnosis Clínica nos decía que las personas somos como mesas con patas de cristal. Es cierto, en algún momento de nuestras vidas puede ocurrir un hecho que nos daña, nos triza o rompe una pata, eso es la autoestima, algo delicado que se puede romper o trizar. Sin embargo, podemos vivir sin que se rompa del todo la mesa de cristal si nos cuidamos, claro.
El gran problema de nuestra cultura es que nos educan para triunfar en la vida, fomentando la competencia y no nos enseñan a perder, a entender que perder es necesario para reforzar donde necesitamos hacerlo. No, no nos enseñan a perder, sino a verlo como algo deshonroso y eso es lo que hiere nuestra autoestima cuando perdemos, cuando no nos salen bien las cosas, porque la vida está llena de constantes frustraciones, debido a que no se pueden tener ni cumplir todos los deseos, es imposible, y desde el momento del destete ya se toma conciencia de que hay que llorar para volver a mamar.

Con un panorama así sabemos que tendremos que sobreponernos a las frustraciones, a las carencias, enfermedades y a la muerte, y esa es la única certeza y para ello tenemos que estar preparados, hacernos fuertes para sobrevivir y en buenas condiciones mentales.
Pareciera que los artistas especialmente son un grupo de riesgo con una clara tendencia depresiva, y es esa condición los que les hace ser geniales. Yo no estoy tan seguro de que sea así, pese a los estudios de grandes profesionales de la salud mental, pero eso se da como un hecho empírico que es así, y tenemos una larga lista de famosos artistas de renombre, pintores, escritores, cantantes, que han tenido algún tipo de locura, desatada por alguna depresión o bipolaridad. Se da por sentado esa unidad entre locura y genialidad y eso crea el mito de que para ser un buen artista hay que estar un poco loco.

Se nota más que un gran artista presente signos de locura, a un pobre trastornado que ande por la calle balbuceando cosas ininteligibles. Pero el mundo está lleno de gente que muere por su propia mano a causa de un tipo de depresión y nadie se entera de ello porque son anónimos, eso hace la diferencia.

Por eso, decir que un artista famoso tiene que ser un poco loco, es como decir que un policía, es un bandido frustrado; un médico un sádico; un dentista un torturador; un profesor un redentor; un político un mentiroso; un poeta, alguien que se cree divino; un sacerdote, alguien que se cree Dios... Esto no es original mío sino que lo leí en mi juventud en un grueso volumen de Carl Gustav Joung, libro que casi me hizo perder la fe en todos los profesionales, porque todos, sin excepción, tienen algún tipo de ralladura que les lleva a estudiar aquello que temen, para enfrentar sus temores desde dentro de donde creen que se originan. Decía Joung que un poeta era un melancólico, un ser enfermo, a modo de ejemplo lo saco a colación. Y dentro de las genialidades, los matemáticos tienen problemas de histeria también, sus cerebros funcionan bien en los números y cálculos pero son personas histéricas, no todos, pero hay una tendencia a la esquizofrenia, casi como la de los artistas con sus bipolaridades. ¿Y los psiquiatras y psicólogos? ¡Quién no ha visto películas o leído obras donde ellos son los locos a cargo de establecimientos para enfermos mentales! Y hay evidencias de psiquiatras y psicólogos que acaban suicidándose como sus pacientes. Eso es otra verdad.

Dentro de los artistas de espectáculos, teatro, cine, circo, o callejeros, ellos tienen un don de superar sus propias tristezas para hacer reír, y pareciera cuanto más tristes están, más logran hacer reír y destacarse como cómicos, comediantes geniales, y la enfermedad de ellos es el histrionismo, el querer llamar la atención de los demás destacándose como artistas, especialmente cómicos, que es lo que les permite sublimar su tristeza, su depresión, viendo reír a los demás, mientras ellos lloran por dentro con una sonrisa triste y melancólica. Y tenemos grandes artistas, genios, como Charles Chaplin con su personaje universal Charlot, que hacía reír con dramas cómicos...y la lista es larga hasta hoy.

Robin Williams es el más reciente caso de histrionismo, de hacer reír llorando, resistiendo detrás de la comedia, metido en diversos personajes y algunos absurdos, que no lograban tapar su tristeza, su depresión. De seguro, que mientras se ponía el traje de los cientos de personajes que encarnaba, por algunos momentos burlaba a su YO y durante un tiempo su vida se volvía agradable y normal, disfrutando de los personajes asumidos y del éxito obtenido por ellos. Pero pronto volvía a ser el verdadero Robin, y le invadían los temores a la vida, al fracaso, a la enfermedades, a la vejez, al tedio y no tenía entrenamiento para resistir, no sabía cómo, la droga ayudaba, claro, pero era fatal al mismo tiempo y se estaba tratando de ellas, de vencer las drogas, el alcohol o lo que fuera, pero nadie sabía cómo tratar su depresión, la raíz de todos sus males, muchos profesionales, muchas terapias, muchas medicinas, muchos conocimientos del cerebro, de las disfunciones neuronales de quienes padecen trastornos, pero en el caso suyo, pocos conocimientos de sus problemas, de sus miedos, temores, de su inseguridad, de la poca aceptación de sí mismo, de sus traumas, de sus frustraciones reales o irreales, de la escasa fe en los demás, en la desconfianza, en la pérdida del sentido de su vida, o por no hallarle nunca el sentido, por su dolor de saberse incomprendido, solo, pese a la fama, el halago, al afecto verdadero, solo, sin fe en algo superior que le llevara a confiar en milagros...todo eso junto y a tomar conciencia de que el tiempo ha pasado y que el final de todo está más cerca que cuando dejaba pasar el tiempo sin preocuparse, del declive, de la vejez y de las enfermedades que se estaban presentando en mal momento, cuando le sobraba trabajo cuyas exigencia era la de estar en plenas facultades para meterse en la piel de personajes ficticios, cuando él quería ser él, mostrarse a los demás sin maquillaje, sin su sonrisa de niño, ni su bella mirada noble, transparente de buena persona.

Quería por una vez mostrarse llorando desconsoladamente, con una tristeza y una sensación de soledad terrible. Tristeza aguda, machacante, despiadada que ni en el sueño le abandonaba. Tristeza fatal cuyo origen desconocía, aunque sabía que estaba en su cerebro la causa. ¡La tristeza era contra sí mismo, el mundo, el universo entero, todo! Sabía que la tristeza le perseguía en todos los momentos de soledad desde siempre, desde que lloró por primera vez en su tierna infancia, sin saber por qué lo hacía. Y lo peor de todo es que nadie, absolutamente nadie podría comprenderle. Me pongo a pensar que, así como afirman algunos expertos entendidos en la materia que suele suceder en los moribundos que en los minutos finales de sus existencias ven secuencias de sus vidas completas antes de entregar su alma, Robin Williams como actor de tantas películas debe haber revivido todos los roles en su extraordinaria carrera cinematográfica ¿tendría alguna preferida como para desear vivir feliz el resto de su vida en ella?

 

La depresión, dicho de la forma más simple y directa, es una alteración mental que afecta la calidad de vida tanto de hombres como de mujeres, niños y ancianos y debe ser tratada desde el punto de vista médico como también con terapias cognitivo conductual de los profesionales autorizados para ejercer sus conocimientos en las diversas especializaciones. La ciencia médica no se pone de acuerdo en la etiología exacta de este mal de si es desencadenada por factores físicos, enfermedades, etc. o por trastornos psíquicos, pero sí es posible diagnosticarla y buscar paliativos para mejorar la calidad de vida de los afectados y cuanto antes se ponga atajo al desarrollo de una depresión, que puede ser reactiva, mayor y bipolar, más pronto será posible dar ayuda a quien la padezca a la espera de poder erradicarla alguna vez.

 


 

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