14 de febrero de 2012 | COLUMNA |
Los lirios más bellos
Por: Lilian Aliaga
Hace unos días murió mi querida amiga Marta. Ella era además parte de una agrupación de mujeres de la localidad de Las Peñas, cerca de la ciudad de San Fernando, que nos dedicamos al cultivo de plantas medicinales, nativas y ornamentales y al cultivo de lombrices para humus (abono natural). Era una "jardinera" de corazón.
Al reflexionar sobre ello, ya en la tranquilidad que el paso de los días nos va otorgando, pienso nuevamente en el misterio de la vida y de la muerte. ¿Habrá alguna razón que pueda explicar porqué a algunas personas "les toca" tan duro? parece tan injusto.... una vida de arduo trabajo, muchas privaciones y sacrificio para sacar adelante una familia numerosa con mínimos recursos, y al ocaso de la vida, cuando uno podría pensar que ya se ha ganado con creces el tiempo del descanso... ¡más sufrimiento!
Porque desgraciadamente para Marta y especialmente para su familia y para quienes la quisimos ha sido más dolorosa que su partida las circunstancias que rodearon sus últimos días.
Siendo tan valerosa, habiendo parido 10 hijos "a la antigua", casi sola en su hogar; habiendo soportado toda su vida dolores físicos y del alma, tal vez insoportables para muchos, durante sus casi 80 años de vida; no puede dejar de parecerme injusto que también haya debido sufrir tanto antes de morir.
¿Hasta cuándo nuestro sistema de salud seguirá siendo tan inhumano? ¿Dónde quedan los derechos humanos de los pobres, de los que no tienen dinero para buscar alivio a sus dolores en el "mercado libre" de la salud privada?
Tres veces en sus últimos días sus hijas recorrieron el difícil y polvoriento camino que nos separa de la ciudad, para llevarla al servicio de urgencia y con dolor e impotencia la acompañaron en las largas y agobiantes esperas, para que al ser atendida sólo recibiera unas gotas de calmante y fuese devuelta a casa. - Se aferraba a mis manos con mirada suplicante de ayuda - relata llorosa una hija que no logra comprender ni conformarse con que su madre haya debido sufrir tanto antes de ser ingresada al hospital. - Sabíamos que ya poco se podía hacer por su vida, solo queríamos que calmaran aunque fuese un poco su dolor, me decían.
¿Es que la medicina no tiene las herramientas para ello?. Lamentablemente sabemos que no es así, es el sistema burocrático e inhumano; un sistema que no aplica el menos común de los sentidos: el sentido común. Que no es capaz de priorizar la atención a nuestros ancianos. Seguramente para este frío sistema la vida de un anciano - según los parámetros actuales - es menos valiosa...
La placidez de su rostro y la tenue sonrisa que esboza me da la conformidad que necesito, donde sea que esté su espíritu, debe estar bien, descansando finalmente. El enorme vacío que deja será llenado con el recuerdo de tanto tiempo compartido, de tantas anécdotas, de las risas que nos arrancaba con su particular humor tan propio de la gente de nuestro campo.
El sacerdote en el responso fúnebre dijo - Marta está ya en la "mansión del Señor"-.
De ser así, lo único que yo puedo imaginar es que ella no está cómodamente sentada en el mejor sofá; sólo puedo verla plantando ya en los Jardines Celestiales, ¡los más bellos lirios que se pueda imaginar!
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