Una joven pareja baila un pie de cueca, durante la Fiesta Costumbrista de Las Peñas.
15 de octubre de 2012 | COLUMNA |
Fiesta Costumbrista en Las Peñas
Por: Lilian Aliaga
Atrás quedó septiembre, y pareciera que con él se quedó la incipiente primavera que afortunadamente se dejó sentir en todo su esplendor durante el mes patrio.
Los días se han tornado grises, fríos y lluviosos, el invierno se niega a retirarse, al parecer se dio cuenta que se portó mal y no entregó la cuota de agua necesaria y aunque con retraso se está poniendo al día dejando caer abundantes lluvias en gran parte del país, con los estragos correspondientes a una época que no es la acostumbrada ni la propicia para ello.
En la pequeña localidad de Las Peñas aún se comenta el gran éxito que tuvo la 4ta. Fiesta Costumbrista de la Precordillera, con la cual se cerraron los festejos del mes de la patria en la comuna de San Fernando, corazón de la tradición campesina de la zona central de Chile.
La Fiesta, que comienza tradicionalmente el viernes del último fin de semana del mes de septiembre, se inicia con una Misa a la Chilena oficiada por el párroco, quien atiende las necesidades espirituales de la localidad. Durante ésta se alterna la prédica con cantos religiosos tradicionales, interpretados por un grupo de folcloristas vistiendo trajes típicos.
Estas festividades son una tradición en diversos lugares de Chile, congregan a un numeroso público atraído por la rica gastronomía, la música, el baile y las muestras de artesanía y costumbres de cada lugar.
La localidad de Las Peñas, enclavada entre montañas, a orillas del río Claro, no supera los 150 habitantes, y aunque carece de elementos tan vitales como son el agua potable y vías, y medios de acceso expedito, organiza cada año una gran fiesta en la cual ofrece su reconocida tradición culinaria y la riqueza de su entorno a quienes la visitan.
Las mujeres son las principales protagonistas y anfitrionas; organizadas en torno a un taller laboral llamado Montaña Mágica, trabajan en la cocina, el huerto y los jardines para atender de la mejor manera a los visitantes, como lo hace cualquier dueña de casa cuando abre las puertas de su hogar a los invitados.
Los hombres: maridos, hijos, amigos y vecinos aportan también lo suyo, colaborando con el acondicionamiento del recinto, manteniendo los abundantes braseros y hornillas encendidas para el asado de cordero, los "anticuchos", las tortillas "al rescoldo" y, por supuesto, las teteras con agua hirviendo, para el mate y los te de hierbas.
Las autoridades de la comuna, presididas por su alcalde, Juan Paulo Molina, aportan con la tecnología: sonido e iluminación, además de los animadores y numerosos folcloristas que amenizan la actividad los días sábado y domingo. La tradición del lugar se hace notar con la intervención de muchos lugareños que venciendo su timidez se atreven a "versear y payar", al calor de los vítores, las risas y los aplausos. Afuerinos y campesinos se mezclan en la pista de baile donde la cueca es la reina, sin lugar a dudas, le siguen la guaracha y los valses tradicionales. Aquí no tienen cabida la popular cumbia, propia de las fiestas en las ciudades, ni menos otros ritmos modernos.
En Las Peñas, durante los tres días que dura la fiesta, el tiempo parece detenerse, las anfitrionas se esmeran cocinando a la manera antigua, pelando el trigo en una piedra para la elaboración del mote con huesillos, horneando el pan y las empanadas en hornos de barro, sirviendo porotos pelados o con mote, junto a abundantes platos de "pancutras" y cazuelas de gallina. Mientras los visitantes, en especial las mujeres, se solazan en los jardines y los niños se entretienen "lechando" una cabra tan mansa que solita se coloca en la posición adecuada para la ordeña.
El Canto a lo Humano y a lo Divino, ocupó un lugar preponderante este año. Esta rica tradición de los campos de la zona central se remonta a los tiempos de la evangelización de Chile por parte de la Orden de los Jesuitas. La cultura tradicional se transmitía de manera oral en aquella época y sumada a la música y a la enseñanza de la Biblia dio origen a la transmisión del evangelio mediante lo que hoy se conoce como Canto a lo Divino.
El Canto a lo Divino se convirtió en la manifestación más genuina y sentida del fervor religioso popular, alcanzando su mayor protagonismo durante el "velatorio de angelitos", es decir, de los niños más pequeños fallecidos, a los cuales se les vestía de blanco y se les instalaba sentados en una pequeña silla ubicada sobre la mesa del comedor. Allí se les cantaba durante todo el tiempo que duraba el velatorio, asistían a rendirles homenaje los más connotados cantores que lo hacían sin interés material alguno. Esta costumbre perduró hasta la primera mitad del siglo XX y es la que dio origen a la creencia difundida hasta nuestros días acerca de que "trae mala suerte" sentar a los niños sobre la mesa.
Como complemento o contrapunto surgió después el Canto a lo Humano, cuyo tema es la vida cotidiana, expresada desde la sabiduría propia de las gentes de nuestros campos y condimentada con su humor y su picardía tan característicos.
La característica de estos cantos es su estructura poética. Cada estrofa está formada por diez versos a cada uno de los cuales se les llama décimas y que deben rimar en la siguiente forma: La primera con la cuarta y la quinta, la segunda con la tercera, la séptima y la décima y la octava con la novena. Además los vocablos de cada verso deben sumar ocho sílabas.
En la Fiesta Costumbrista de Las Peñas el Canto a lo Divino y a lo Humano estuvo presente en las voces de la familia Valdivia, conocidos cantores populares de la zona y exponentes de la más rica cultura tradicional de la precordillera de la zona central.
Fiesta costumbrista, Las Peñas 2012, San Fernando Chile