29 de abril de 2013 | COLUMNA |
Anita, una trabajadora incansable
Por: Lilian Aliaga
En todo país y lugar del planeta existen personas, o personajes, que hacen de ese, un lugar para querer. El paisaje puede ser todo lo bello que se pueda imaginar pero es la riqueza y la calidez de su gente la que otorga a cada lugar su impronta. La riqueza mayor la constituyen precisamente esos seres, los llamados personajes típicos.
En este rincón del mundo, la precordillera de la zona central de Chile, existen muchos.
Principalmente gente dedicada al cuidado y traslado de animales que pasan su vida como los primeros trashumantes, yendo y viniendo de las montañas con su bagaje de conocimientos de la naturaleza y experiencias que transmitidas de generación en generación constituyen una cultura particular y muy reconocida en el sentido valórico, en la mayoría de los casos. Lamentablemente sin embargo, sin compensación económica que haga justicia a su gran aporte a la riqueza cultural tradicional del país.
También existen otros, o mejor dicho otras, muchas mujeres, nacidas y criadas, como acostumbran decir, en estos cerros con ricas historias de vida. Mujeres corajudas, empeñosas, acostumbradas a "pelearle a la vida"... a vivir en las duras condiciones que imponen la falta de oportunidades y el aislamiento, a trabajar de sol a sol.
Es de una de ellas de quien quiero esta vez contarles: yo la llamo "el alma de la fiesta”, Anita, una mujer admirable.
Trabajadora incansable, en lo que sea “para parar la olla”como acostumbra decir. Siempre alegre, con la “talla" a flor de labios porque nadie como ella para encontrar el lado gracioso a cualquier situación, sus carcajadas la delatan dondequiera que se encuentre, contagiando siempre a quienes la rodean. No parece conocer penas, aun cuando sus más cercanos sabemos que sufre tantas, como cualquiera de nosotros.
Tan pronto está aporcando papas, como plantando cebollas o amasando cantidades de harina para hacer pan, sopaipillas o exquisitas empanadas. No le hace el quite a trabajo alguno, por duro que sea.
En su tiempo ....libre !!!! se dedica a una de las actividades más antiguas de las mujeres en muchos lugares del mundo: hilar lana de ovejas para luego teñirla con productos naturales.
Conocedora del secreto de muchas plantas consigue transformar las rústicas madejas en hermosos ovillos de exclusivos colores muy apreciados, especialmente en la actualidad, por gente joven dedicada a rescatar las costumbres ancestrales.
Rodeada siempre de animales, es usual verla por el polvoriento camino seguida por sus fieles perros entre los que destaca Violeta, una pequeña y añosa perrita negra que se transforma en una leona si alguien desconocido se le acerca. Es habitual también verla acompañada por alguna inusual mascota pues, mención aparte, merece su especial don para comunicarse con los animales.
Es así como ha criado, entre otros, a su caballo Panchito, a la cabra Blanquita y ahora un pollo: Nachito. Todos huérfanos al nacer o en sus primeros días. Su relación con este último es algo realmente asombroso, cuesta comprender como la pequeña avecita atiende a su llamado por su nombre, siguiéndola a todos lados.
A ella acudí cuando me vi con un Regalo en brazos, una cría de cabra recién nacida abandonada, que no sabía cómo alimentar ni cuidar. Me lo recibió de inmediato, brindándole sus amorosos cuidados durante la primera semana. El único problema fue que cuando lo traje de vuelta al hogar, ya acostumbrado al biberón y con un horario establecido, quería continuar al interior del hogar y me costó hacerle entender que su lugar aquí, estaba afuera...
Resulta sorprendente ver como los animales la siguen, obedecen y transitan por su modesta vivienda como uno más de la familia y sin causar ningún estrago, o casi...
En el trabajo comunitario, Ana destaca siempre aportando con alguna idea ingeniosa. Si hay alguien en apuros, es la primera en ir en su ayuda, si lamentamos la muerte de un vecino o un familiar, ella es la que lleva la "voz cantante" en las plegarias. En su voz, el rezo del rosario se transforma en una letanía que transporta a los dolientes y acompañantes a un mundo de paz, elevando la conciencia a un plano superior.
Así es Anita: una mujer valiente, emprendedora, generosa, de las que hacen de su hogar un nido donde siempre hay lugar para uno más, donde siempre el forastero es bien recibido, donde nunca falta una taza de té, ni una cálida sonrisa.
- Echémosle pa´elante no más - ....es su frase más característica, la que la retrata tal y como es, por eso he querido presentarla a los amigos de Magazín Latino, como un homenaje a todas las Anitas que en tantos rincones del mundo hacen de éste un lugar mejor para vivir...
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Anita cortando leña. Foto: Lilian Aliaga. |
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Anita dando de comer a sus animalitos. Foto: Lilian Aliaga. |
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Sonriente como siempre. Foto: Lilian Aliaga. |
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