18 de noviembre de 2013 | COLUMNA |
Nuestros amigos arrieros
Por: Lilian Aliaga
Completamente ajenos a la efervescencia ante el inminente acontecimiento de las elecciones presidenciales que en unas pocas horas se desarrollarán en nuestro país, llegan por la mañana muy temprano nuestros huéspedes anuales, llevan ya un par de días viajando y el cansancio se nota en sus curtidos rostros.
Como cada primavera, a la cabeza de un numeroso rebaño de ovejas, cabras y una cantidad importante de caballos y yeguas con cría, pasan para hacer un descanso de algunas horas, comer y reponer fuerzas antes de acometer el último y más pesado tramo de su largo viaje. Mucho más temprano que otros años ha comenzado la veranada, ha pasado menos de un año y están aquí otra vez. Como a muchos compatriotas, las elecciones de mañana no les quitan el sueño, estarán a cientos de kilómetros cordillera arriba, inmersos en sus quehaceres más urgentes.
Tal vez ni siquiera se enteren hasta pasado unos días de quién dirigirá los destinos de nuestro país durante los próximos cuatro años. Para ellos su única preocupación es que la sequía está haciendo estragos, los animales no tienen agua ni alimento en sus lugares de origen, el secano costero y se adelgazan a ojos vista. Es urgente llegar con ellos a las explanadas cordilleranas donde tienen asegurada la mantención hasta comienzos del otoño.
El campo aledaño a nuestra casa, habitualmente poblado solo por pastizales y espinos se ve cubierto por redondeados lomos grises, negros y blancos. Cabeza gacha engullen todo lo que encuentran, seco y verde les sirve igual. Un servicio de poda muy particular: bueno para los animales y bueno para nosotros. En una horas ni una brizna de pasto quedará y la mayor amenaza del verano, un incendio, se habrá esfumado.
Extrañados por la anticipación de casi un mes con que han llegado este año, conversamos con los dueños del ganado, hombres dedicados desde siempre a la crianza de animales, curtidos por los avatares de un trabajo sacrificado, riesgoso y no siempre bien compensado.
Nos cuentan su drama de este año: aparte de la sequía y la contaminación por pesticidas de las pocas aguas disponibles, su mayor problema ha sido la quiebra de la empresa faenadora de carnes que les compraba su producción, por ello, este año traen muchos más, cerca de 4.000 cabezas, han vendido muy poco...
Por otro lado, el continuo ataque de jaurías de perros los tiene en jaque, un problema del que muchas veces nos enteramos a través de las noticias cuando en plena ciudad perros vagos atacan a personas, para ellos constituye una lucha diaria, el montecillo que constituye su lugar de crianza en las proximidades de la costa se ha llenado de perros abandonados por sus dueños que se han multiplicado y que se alimentan atacando al ganado, especialmente a las crías.
- Es muy difícil luchar contra eso, dicen con desaliento.
- Es muy cansador, pero....hemos criado ganado toda la vida...ya estamos viejos para empezar con otra cosa.
Y y su gesto resignado cambia en un instante a una amplia sonrisa. Son buenas y nobles personas nuestros amigos... los arrieros.
15 de noviembre de 2013. Las Peñas, San Fernando - Chile
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Un numeroso rebaño de ovejas y cabras en un descanso en la precordillera chilena. Foto: Lilian Aliaga. |
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